El Gobierno Central llegó a los primeros 3 años el pasado 1 de diciembre. Sería un error no comentar en estas líneas lo que ha sido la primera mitad del sexenio de López Obrador, que desde 2006 buscó llegar a la presidencia por primera vez. Y como no todo son datos alegres aquí viene un golpe de realidad nacional.
Pese a que Obrador prometió en campaña un crecimiento superior a los 6 puntos porcentuales, en 2019, poco antes del arribo de la pandemia la economía nacional caía 0.1%, el peor indicador en una década. Con la llegada de la emergencia sanitaria el vendaval se agravó, pues, según datos del INEGI, poco más de un millón de pequeñas y medianas empresas cerrarron sus puertas de manera definitiva, asestando un duro golpe contra la economía del país.
Durante su mensaje en la plancha del Zócalo, ante una multitud de más de 70 mil personas, el presidente presumió que durante su gestión el salario mínimo ha tenido un aumento del 65% en términos reales, algo que no sucedía hace tres décadas. El problema es que en las últimas semanas la economía mexicana ha sufrido una desaceleración y la mayor alza de inflación en los últimos 20 años, lo que ha ocasionado una subida del 148% en los costos de alimentos.
Si lo anterior no es suficiente, tan sólo en los primeros nueve meses del 2021 se ha registrado una salida de flujos de inversión superior a 14.5 mil millones de dólares por la falta de certezas del gobierno a inversionistas. Tres casos que lo ejemplifican a la perfección: la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, la cancelación de la cervecera Constellation Brands en Mexicali, y la, todavía no aprobada, Reforma Eléctrica que ahuyenta a las inversiones, como es el caso de General Motors, que adelantó no invertir más en México de no haber un marco jurídico para las energías limpias.
Otra de las promesas de la campaña presidencial de 2018 fue sacar a los militares de las calles para que volvieran a los cuarteles al cabo de 6 meses. Tres años después, las fuerzas armadas construyen aeropuertos, trenes, caminos, refinerías, administran aduanas, entregan libros de texto, apoyos sociales y próximamente medicamentos.
Cuando el presidente dijo en su campaña que se garantizaría el acceso a la salud, lo que se pensó fue, probablemente, una ampliación al Seguro Popular, lo que en realidad pasó es que lo desapareció y en su lugar instauró el INSABI. El dato duro es que entre el 2018 y 2020 la población con carencia de acceso a servicios de salud pasó de 16.2% a 28.2%, que representan 35.7 millones de personas. A todo esto habría que añadir el desastre con el abasto de medicamentos y tratamientos que no han podido solucionar.
El pasado 1 de diciembre, el presidente hizo fiesta por el tercer aniversario de su gobierno, pero la realidad no da muchas razones para festejar. Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.
* Coordinador del LID Laboratorio de Innovación Democrática
