/ martes 3 de agosto de 2021

La falla urbana y también la falla geohídrica

El Bajío del Arenal, ese espacio que en el cotidiano hemos asumido como el terreno donde se encuentran las Villas Panamericanas, es una importante zona de recuperación ambiental de la cual depende una gran parte de la metrópoli tapatía.

Para no ponernos demasiado técnicas diremos que esta zona es un área de hundimiento que fue originada por una falla geológica que además, continúa activa, por lo que aún es una sitio de alto riesgo cuando de sismos y asentamientos urbanos hablamos. Además de ello, este lugar está ubicado sobre zonas de recarga de los mantos freáticos que abastecen y regulan el ciclo natural del agua en nuestra ciudad.

Si queremos dimensionar de manera más precisa las implicaciones que tiene construir y habitar la zona, tenemos que tener claro que El Bajío forma parte de la Sierra de La Primavera. Bien conocido es el Bosque de La Primavera, que debe su nombre precisamente a esta sierra y que dicho sea de paso, es un Área Natural Protegida debido a su importancia hidrológica no solamente de nuestro estado sino de la región. Proteger esta zona ayuda a amortiguar los daños del bosque en la medida que permite el reabastecimiento de acuíferos y reducir los volúmenes de escurrimiento (que en los últimos tiempos de lluvias se han vuelto catastróficos), por lo que las acciones de cuidado al bosque que excluyan el resguardo del Bajío, serán triviales.

El papel que juega El Bajío el Arenal en el abastecimiento y recarga de agua es tan grande que de ella depende una tercera parte de la que usa la capital de Jalisco pues es una de las cuencas prioritarias para el Acuífero de Atemajac y es el principal soporte hidrológico del manantial de los Colomos, nada menor en términos netos e indispensable dada la escasez a la que nos enfrentamos el último año y que serán una constante en la medida que no existan estrategias integrales para la gestión del agua.

Es iluso e irresponsable ignorar que somos la segunda área urbana más poblada del país, solo por detrás de la CDMX y que el crecimiento de nuestra metrópoli no puede desentenderse del costo ecológico de un modelo de crecimiento desordenado y principalmente vertical que no toma en cuenta criterios ambientales nos llevará a un colapso del que en los últimos años hemos tenido adelantos: inundaciones, escasez, hundimientos y riesgo sísmico.

Escribo lo anterior a sabiendas de que las Villas ya fueron construidas y existe gente viviendo allí, pero también esperando que no se edifique ningún inmueble más y que se prohíba la habitabilidad por seguridad de esas personas, y evidentemente, por cuestiones ambientales, sociales y urbanas.

* Vicepresidenta de Hagamos

El Bajío del Arenal, ese espacio que en el cotidiano hemos asumido como el terreno donde se encuentran las Villas Panamericanas, es una importante zona de recuperación ambiental de la cual depende una gran parte de la metrópoli tapatía.

Para no ponernos demasiado técnicas diremos que esta zona es un área de hundimiento que fue originada por una falla geológica que además, continúa activa, por lo que aún es una sitio de alto riesgo cuando de sismos y asentamientos urbanos hablamos. Además de ello, este lugar está ubicado sobre zonas de recarga de los mantos freáticos que abastecen y regulan el ciclo natural del agua en nuestra ciudad.

Si queremos dimensionar de manera más precisa las implicaciones que tiene construir y habitar la zona, tenemos que tener claro que El Bajío forma parte de la Sierra de La Primavera. Bien conocido es el Bosque de La Primavera, que debe su nombre precisamente a esta sierra y que dicho sea de paso, es un Área Natural Protegida debido a su importancia hidrológica no solamente de nuestro estado sino de la región. Proteger esta zona ayuda a amortiguar los daños del bosque en la medida que permite el reabastecimiento de acuíferos y reducir los volúmenes de escurrimiento (que en los últimos tiempos de lluvias se han vuelto catastróficos), por lo que las acciones de cuidado al bosque que excluyan el resguardo del Bajío, serán triviales.

El papel que juega El Bajío el Arenal en el abastecimiento y recarga de agua es tan grande que de ella depende una tercera parte de la que usa la capital de Jalisco pues es una de las cuencas prioritarias para el Acuífero de Atemajac y es el principal soporte hidrológico del manantial de los Colomos, nada menor en términos netos e indispensable dada la escasez a la que nos enfrentamos el último año y que serán una constante en la medida que no existan estrategias integrales para la gestión del agua.

Es iluso e irresponsable ignorar que somos la segunda área urbana más poblada del país, solo por detrás de la CDMX y que el crecimiento de nuestra metrópoli no puede desentenderse del costo ecológico de un modelo de crecimiento desordenado y principalmente vertical que no toma en cuenta criterios ambientales nos llevará a un colapso del que en los últimos años hemos tenido adelantos: inundaciones, escasez, hundimientos y riesgo sísmico.

Escribo lo anterior a sabiendas de que las Villas ya fueron construidas y existe gente viviendo allí, pero también esperando que no se edifique ningún inmueble más y que se prohíba la habitabilidad por seguridad de esas personas, y evidentemente, por cuestiones ambientales, sociales y urbanas.

* Vicepresidenta de Hagamos