/ jueves 3 de diciembre de 2020

La elegía del autoelogio

Abel Campirano Marin

La Constitución Federal establece la obligación del titular del poder ejecutivo de informar a la nación anualmente, el estado de la administración pública. Desde un tiempo acá, los Primeros Mandatarios emanados del PRI, del PAN y de MORENA lo han venido haciendo por escrito enviado con su mensajero usual: el Titular de Gobernación, al Congreso de la Unión para su análisis y lo que le llaman pomposamente Glosa seguido de las comparecencias de los Titulares del Ramo.

Además del informe, y en contraposición a la parafernalia de antaño que incluía papel picado arrojado desde las azoteas, vítores, carros descubiertos y desfile por las calles en la ida y venida a la antigua sede del Congreso, ahora los Presidentes acostumbran desde Palacio Nacional -la sede del poder- reunir a sus mas allegados para hacer un autoelogio de su quehacer.

En el patio central, después de recibir “honores a su investidura” (indebidos porque los honores son a la Bandera y no al personaje) el Presidente se dirige a un público selecto integrado por parte de su Gabinete y algunos invitados especiales.

El informe será analizado por el Congreso y como reza la máxima constitucional, si el Presidente no hizo lo que tenía que hacer es decir velar en todo por la unidad y la seguridad de la Nación y respetar y hacer respetar la Constitución y las leyes que de ella emanan, será la Nación a través del congreso quien le aplauda o se lo demande.

Pasando al ejercicio del autoelogio, queda a deber nuestro Presidente. El que no haya apagones en México no es ni siquiera noticia; menos debe ser orgullo haber recibido a Evo Morales; el ahorro de mas de un billón de pesos en el gasto público debió de informarnos a donde fue a parar; el orgullo de tener en sus encuestas más del 70% de las preferencias de los encuestados es tendencioso porque no es la preferencia de la población sino de aquellos a quienes encuestaron; las cifras de descenso de delitos son contrastantes con la realidad y suenan a mentira; el repunte en el reenvío de remesas de nuestros paisanos que están en Estados Unidos no es un logro de su gobierno. Eso es pararse el cuello con el esfuerzo de los otros.

Lamentablemente los datos y cifras del discurso y la presunción de los supuestos logros de la administración que encabeza el Presidente López Obrador son discordantes con la realidad; la gasolina no ha subido, es cierto, pero que tal los principales productos de la canasta básica como las tortillas, la leche, los huevos, el azúcar? La realidad es que ni estamos bien ni vamos bien.

Más que autoelogio debió de existir la autocrítica; hay tareas pendientes como la desaparición forzada, los altos índices de delincuencia; los afectados de Tabasco por las inundaciones; la masacre de Chihuahua; los feminicidios; este año el producto interno bruto caerá a la cifra negativa: -9.5% que muestra el nulo crecimiento de la economía; la economía familiar hace que las amas de casa vivan angustiadas porque cada día las cosas están más y más caras; el desabasto de medicinas; las enormes viscisitudes de los niños con cáncer y la ausencia de apoyos.

En el caso de la Pandemia; el subsecretario López Gatell mencionaba a medio año sobre el escenario catastrófico de llegar a 60 mil muertos. Al momento de escribir este artículo, tenemos más de 106 mil muertos y más de un millón de contagiados. Si sesenta mil era una cifra catastrófica, más de cien mil, son tomar en cuenta los sub-registros es de vergüenza y presumir que se ha manejado bien la pandemia cuando la propia OMS nos dice que no la tomamos en serio es realmente vergonzoso.

Quien le elabora los discursos y le arma las mañaneras al señor Presidente debe ser su peor enemigo; la elegía del autoelogio, que es una forma de distorsionar la realidad y manipular las voluntades y exponer innecesariamente al primer Mandatario.

En los Ciudadanos está el analizar fría y objetivamente el actuar de esta administración encabezada por el Presidente López Obrador, quien no dudo sea una persona bien intencionada, pero es su equipo de trabajo el que no da el ancho y socaba sus buenas intenciones.

El segundo informe, octavo en su orden fue en realidad la elegía del autoelogio. No vamos bien. Para nada que vamos bien.

* Doctor en Derecho

Abel Campirano Marin

La Constitución Federal establece la obligación del titular del poder ejecutivo de informar a la nación anualmente, el estado de la administración pública. Desde un tiempo acá, los Primeros Mandatarios emanados del PRI, del PAN y de MORENA lo han venido haciendo por escrito enviado con su mensajero usual: el Titular de Gobernación, al Congreso de la Unión para su análisis y lo que le llaman pomposamente Glosa seguido de las comparecencias de los Titulares del Ramo.

Además del informe, y en contraposición a la parafernalia de antaño que incluía papel picado arrojado desde las azoteas, vítores, carros descubiertos y desfile por las calles en la ida y venida a la antigua sede del Congreso, ahora los Presidentes acostumbran desde Palacio Nacional -la sede del poder- reunir a sus mas allegados para hacer un autoelogio de su quehacer.

En el patio central, después de recibir “honores a su investidura” (indebidos porque los honores son a la Bandera y no al personaje) el Presidente se dirige a un público selecto integrado por parte de su Gabinete y algunos invitados especiales.

El informe será analizado por el Congreso y como reza la máxima constitucional, si el Presidente no hizo lo que tenía que hacer es decir velar en todo por la unidad y la seguridad de la Nación y respetar y hacer respetar la Constitución y las leyes que de ella emanan, será la Nación a través del congreso quien le aplauda o se lo demande.

Pasando al ejercicio del autoelogio, queda a deber nuestro Presidente. El que no haya apagones en México no es ni siquiera noticia; menos debe ser orgullo haber recibido a Evo Morales; el ahorro de mas de un billón de pesos en el gasto público debió de informarnos a donde fue a parar; el orgullo de tener en sus encuestas más del 70% de las preferencias de los encuestados es tendencioso porque no es la preferencia de la población sino de aquellos a quienes encuestaron; las cifras de descenso de delitos son contrastantes con la realidad y suenan a mentira; el repunte en el reenvío de remesas de nuestros paisanos que están en Estados Unidos no es un logro de su gobierno. Eso es pararse el cuello con el esfuerzo de los otros.

Lamentablemente los datos y cifras del discurso y la presunción de los supuestos logros de la administración que encabeza el Presidente López Obrador son discordantes con la realidad; la gasolina no ha subido, es cierto, pero que tal los principales productos de la canasta básica como las tortillas, la leche, los huevos, el azúcar? La realidad es que ni estamos bien ni vamos bien.

Más que autoelogio debió de existir la autocrítica; hay tareas pendientes como la desaparición forzada, los altos índices de delincuencia; los afectados de Tabasco por las inundaciones; la masacre de Chihuahua; los feminicidios; este año el producto interno bruto caerá a la cifra negativa: -9.5% que muestra el nulo crecimiento de la economía; la economía familiar hace que las amas de casa vivan angustiadas porque cada día las cosas están más y más caras; el desabasto de medicinas; las enormes viscisitudes de los niños con cáncer y la ausencia de apoyos.

En el caso de la Pandemia; el subsecretario López Gatell mencionaba a medio año sobre el escenario catastrófico de llegar a 60 mil muertos. Al momento de escribir este artículo, tenemos más de 106 mil muertos y más de un millón de contagiados. Si sesenta mil era una cifra catastrófica, más de cien mil, son tomar en cuenta los sub-registros es de vergüenza y presumir que se ha manejado bien la pandemia cuando la propia OMS nos dice que no la tomamos en serio es realmente vergonzoso.

Quien le elabora los discursos y le arma las mañaneras al señor Presidente debe ser su peor enemigo; la elegía del autoelogio, que es una forma de distorsionar la realidad y manipular las voluntades y exponer innecesariamente al primer Mandatario.

En los Ciudadanos está el analizar fría y objetivamente el actuar de esta administración encabezada por el Presidente López Obrador, quien no dudo sea una persona bien intencionada, pero es su equipo de trabajo el que no da el ancho y socaba sus buenas intenciones.

El segundo informe, octavo en su orden fue en realidad la elegía del autoelogio. No vamos bien. Para nada que vamos bien.

* Doctor en Derecho