/ jueves 31 de enero de 2019

La desaparición del IJM no significa retroceso

Enrique Velázquez


En Jalisco las cifras más escalofriantes son las relacionadas con la violencia contra la mujer. Los datos muestran que siete de cada 10 jaliscienses mayores a 15 años han sufrido algún tipo de violencia, que todos los días nueve mujeres pierden la vida en actos perpetrados por hombres, en la mayoría sus parejas sentimentales, y que nuestro estado se encuentra en tercer lugar a nivel nacional en incidencia de violencia contra las mujeres. Sin embargo, esto no es todo. Las cifras en materia de desigualdad laboral, salarial, rezago educativo y horas dedicadas a trabajos no remunerados son también lamentables, las mujeres se sitúan en desventaja.

A pesar de los esfuerzos institucionales en Jalisco y México para adoptar las medidas que exigen las convenciones y tratados internacionales a los que nuestro país se ha suscrito en la lucha por erradicar la violencia y discriminación contra la mujer, los resultados no han sido satisfactorios. La creación del Instituto Nacional de las Mujeres y posteriormente de los institutos estatales tuvo como objetivo responder a estas medidas -garantizar el respeto a los Derechos Humanos de la mujer, visibilizar la discriminación por sexo y la eliminación de la violencia en su contra-.

El Instituto Jalisciense de las Mujeres (IJM) a 18 años de su creación sin duda se convirtió en una institución de confianza, en donde las mujeres solicitaban información y ayuda en casos de violencia y/o discriminación. No obstante, los pasos que desde ahí se dieron para consolidar la política pública de género en nuestro estado fueron muy pocos debido a que el 82% de su presupuesto era destinado a gastos administrativos y la operación y aplicación de las estrategias estaba sujeta a la gestión de recursos federales o internacionales.

La desaparición del IJM no significa retroceso, no significa que dejarán de existir políticas públicas ni que se incumplirá con la responsabilidad que el Estado tiene para garantizar y salvaguardar la integridad de las ciudadanas jaliscienses en todos los ámbitos donde se desenvuelven, al contrario, al elevarlo a un rango de Secretaría las funciones se fortalecen teniendo mayor capacidad presupuestal, de atención y de incidencia directa sobre las políticas públicas en favor de las mujeres.

Hoy se buscan hacer cambios profundos, cambios que de verdad signifiquen mejorar la calidad de vida de las niñas y mujeres de nuestro estado. Coincidir en las formas de llevarlos a cabo es imposible, pero lo que sí es posible es el diálogo, el debate y los acuerdos que ayuden a alcanzar la meta que todos queremos: cerrar las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres y erradicar la violencia y discriminación contra ellas.

Enrique Velázquez


En Jalisco las cifras más escalofriantes son las relacionadas con la violencia contra la mujer. Los datos muestran que siete de cada 10 jaliscienses mayores a 15 años han sufrido algún tipo de violencia, que todos los días nueve mujeres pierden la vida en actos perpetrados por hombres, en la mayoría sus parejas sentimentales, y que nuestro estado se encuentra en tercer lugar a nivel nacional en incidencia de violencia contra las mujeres. Sin embargo, esto no es todo. Las cifras en materia de desigualdad laboral, salarial, rezago educativo y horas dedicadas a trabajos no remunerados son también lamentables, las mujeres se sitúan en desventaja.

A pesar de los esfuerzos institucionales en Jalisco y México para adoptar las medidas que exigen las convenciones y tratados internacionales a los que nuestro país se ha suscrito en la lucha por erradicar la violencia y discriminación contra la mujer, los resultados no han sido satisfactorios. La creación del Instituto Nacional de las Mujeres y posteriormente de los institutos estatales tuvo como objetivo responder a estas medidas -garantizar el respeto a los Derechos Humanos de la mujer, visibilizar la discriminación por sexo y la eliminación de la violencia en su contra-.

El Instituto Jalisciense de las Mujeres (IJM) a 18 años de su creación sin duda se convirtió en una institución de confianza, en donde las mujeres solicitaban información y ayuda en casos de violencia y/o discriminación. No obstante, los pasos que desde ahí se dieron para consolidar la política pública de género en nuestro estado fueron muy pocos debido a que el 82% de su presupuesto era destinado a gastos administrativos y la operación y aplicación de las estrategias estaba sujeta a la gestión de recursos federales o internacionales.

La desaparición del IJM no significa retroceso, no significa que dejarán de existir políticas públicas ni que se incumplirá con la responsabilidad que el Estado tiene para garantizar y salvaguardar la integridad de las ciudadanas jaliscienses en todos los ámbitos donde se desenvuelven, al contrario, al elevarlo a un rango de Secretaría las funciones se fortalecen teniendo mayor capacidad presupuestal, de atención y de incidencia directa sobre las políticas públicas en favor de las mujeres.

Hoy se buscan hacer cambios profundos, cambios que de verdad signifiquen mejorar la calidad de vida de las niñas y mujeres de nuestro estado. Coincidir en las formas de llevarlos a cabo es imposible, pero lo que sí es posible es el diálogo, el debate y los acuerdos que ayuden a alcanzar la meta que todos queremos: cerrar las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres y erradicar la violencia y discriminación contra ellas.