/ viernes 22 de julio de 2022

La Cultura de Paz y el pensamiento mágico y positivista


Uno de los objetivos de este texto es advertir acerca del abuso excesivo e indiscriminado de pensamientos y frases, “motivadoras”, mensajes “positivistas” que se usan y donde se afirma constantemente que “tú puedes lograr lo que quieras”, “tú eres el centro del universo y no te importe la gente”, incitando a buscar lo que nuestras necesidades nos demandan, o que solo con “decretarlo se dará”, invocando a un mundo individualista, en donde se afirma constantemente que el mundo es hermoso o incluso utilizar a las artes para desconectarse de la realidad; todo lo anterior, pueden ser mensajes que invitan indirectamente a una realidad esquizofrénica, pues cuando las personas reconectan con la cotidianidad se enfrentan a un mundo completamente distinto, probablemente violento, en donde al poner en contraste todo ese mundo “mágico y positivista” las crisis de desesperanza se pueden agudizar y convertirse precisamente en un trastorno emocional.

En la nueva concepción paradigmática y metódica del estudio de la cultura de paz, se necesitan herramientas técnicas y científicas que nos permitan enfrentar al mundo de manera realista y pragmática, vivimos inmersos en un mundo que por igual es bello, pero que de forma ambivalente también puede ser violento y difícil de concebir.

En nuestro ejercicio profesional de más de una década en la psicoterapia, trabajando en áreas de cuidados paliativos, tanatología, intervención en crisis en distintas dependencias de salud, hospitales y en la consulta privada, nos percatamos que las personas necesitan herramientas prácticas y un trabajo sistemático y a profundidad para enfrentar al mundo, Los mensajes “positivistas “se desploman en la persona una vez que se enfrentan a dificultades como la violencia de género, violencia familiar, problemas de pareja, divorcios e inclusive la muerte misma.

El psicólogo norteamericano Martin Elías Pete Seligman (12 agosto 1942), estudioso de la indefensión aprendida y la depresión ([1]), señala que algunas personas eventualmente pierden esperanza de vivir o la esperanza que las cosas puedan mejorar; si aplicamos esta noción al concepto de la cultura de paz, encontraremos que no solo es lanzar palomas al aire o vestirse de blanco, cuando en diametral contraste existe un mundo paralelo de altos índices de diversas formas de violencia; es factible pensar que el mundo mágico es el más ideal, pero al incorporarse a lo que llamamos “realidad”, todo adquiere otra dimensión que se puede traducir en altos niveles de estrés, ansiedad o angustia.

Debemos comprender que nos enfrentamos a un mundo que también puede ser difícil, cambiante, paradójico y con altos niveles de violencia, para lo cual la nueva perspectiva en la cultura de paz requiere ser abordada de manera interdisciplinar, transdisciplinar y multidisciplinar, es decir utilizar herramientas analíticas de profundidad y que sean duraderas en la forma de enfrentar, resolver y ayudar en mundo que cada día depende más de la tecnología, donde existe la prevalencia de adicciones y violencia, condiciones que se han venido normalizando; para todo ello en respuesta, hablamos de la mediación de conflictos, la educación emocional, el estudio de las neurociencias, de los mecanismos y estrategias educativas para educar en la paz, herramientas del control de impulsos, manejo de la tolerancia a la frustración, el manejo de las emociones, manejo de la intervención en crisis, el autocuidado, asistencia a psicoterapia, una definición de la sexualidad propia y sus diferentes sintomatologías; además del conocimiento de las normas y saber los alcances de nuestros actos al generar discriminación o la homofobia; por ejemplo, de quienes en una bandera de paz se convierten en personas más letales o destructivas que quienes critican estas conductas. Por tal motivo es fundamental el autocuidado y el autoconocimiento del promotor de paz.

Cuando en la vida profesional hemos empoderado tanto a hombres como a mujeres en sus habilidades humanas y relacionales, ha sido de gran satisfacción observar que las personas cuando se apropian de herramientas para la vida y sus cambios son a profundidad; en donde todo ese mensaje “positivo” no es tan indispensable para ellos, cuando la persona trabaja en su personalidad más que en la repetición de frases huecas o solo entrar a la mercadotecnia tradicional de la “cultura de paz” o discursos “motivacionales” y siguen metódicamente un trabajo sistemático en su persona, son ellos a quienes encontramos inmersos en una vida de satisfacciones duraderas, seres humanos menos conflictuados, más funcionales, involucrados en pareja, con sus relaciones humanas más creativas y propositivas, es decir, se convierten en verdaderos multiplicadores y testimonio viviente de la cultura de la paz.

No comprender los grandes postulados de la paz, seria generar actos de exclusión entre hombres y mujeres, por tanto, es otra forma de provocar violencia sutil y silenciosa, pues la paz no se vive desde el hombre y la mujer de manera separada.

Las cosas que conllevan un esfuerzo, constancia y tiempo, son en muchas ocasiones las cosas que verdaderamente valen la pena, ver la vida de forma superficial puede traer consigo serios trastornos psicológicos en el momento que se contrasta un mundo “mágico e ideal” con la realidad. Es fundamental hacerse llegar de especialistas en la materia. Lamentablemente en estos años han aumentado de manera indiscriminada el número de cursos y malabaristas de la palabra que solo fomentan falsas expectativas, talleres y personas que, al no tener los estudios formales o tener cursos sin un seguimiento en la materia de la salud mental, dañan severamente a las personas que están buscando opciones y generan serias afecciones emocionales en la población.

La charlatanería abunda en este tema, por lo que la recomendación es no acudir a quienes lanzan invitaciones usando estos mensajes utópicos de superación personal, de “liderazgos” efectivos, etc.; debemos identificarlos por las frases sencillas y atractivas de pronta felicidad que usan los agoreros, que, mediante un telefonazo y una módica cuota, recibirán placebos que no resolverán ninguna frustración ni problema alguno. Cuidado con esta clase de vivales que ya son objeto de demanda y denuncia por ejercer una actividad que exige conocimientos, y no el uso indiscriminado del pensamiento mágico y “positivista”.


Delia Pérez Guerrero

Psicoterapeuta y mediadora certificada por el IJA y CONOCER*

Correo: psic.deliaperez@gmail.com


Blas Sergio Jasso Hinojosa

Presidente del Colegio Estatal de Psicólogos en Intervención de Jlaisco A.C.*

Correo: blasjaso@yahoo.com.mx


Uno de los objetivos de este texto es advertir acerca del abuso excesivo e indiscriminado de pensamientos y frases, “motivadoras”, mensajes “positivistas” que se usan y donde se afirma constantemente que “tú puedes lograr lo que quieras”, “tú eres el centro del universo y no te importe la gente”, incitando a buscar lo que nuestras necesidades nos demandan, o que solo con “decretarlo se dará”, invocando a un mundo individualista, en donde se afirma constantemente que el mundo es hermoso o incluso utilizar a las artes para desconectarse de la realidad; todo lo anterior, pueden ser mensajes que invitan indirectamente a una realidad esquizofrénica, pues cuando las personas reconectan con la cotidianidad se enfrentan a un mundo completamente distinto, probablemente violento, en donde al poner en contraste todo ese mundo “mágico y positivista” las crisis de desesperanza se pueden agudizar y convertirse precisamente en un trastorno emocional.

En la nueva concepción paradigmática y metódica del estudio de la cultura de paz, se necesitan herramientas técnicas y científicas que nos permitan enfrentar al mundo de manera realista y pragmática, vivimos inmersos en un mundo que por igual es bello, pero que de forma ambivalente también puede ser violento y difícil de concebir.

En nuestro ejercicio profesional de más de una década en la psicoterapia, trabajando en áreas de cuidados paliativos, tanatología, intervención en crisis en distintas dependencias de salud, hospitales y en la consulta privada, nos percatamos que las personas necesitan herramientas prácticas y un trabajo sistemático y a profundidad para enfrentar al mundo, Los mensajes “positivistas “se desploman en la persona una vez que se enfrentan a dificultades como la violencia de género, violencia familiar, problemas de pareja, divorcios e inclusive la muerte misma.

El psicólogo norteamericano Martin Elías Pete Seligman (12 agosto 1942), estudioso de la indefensión aprendida y la depresión ([1]), señala que algunas personas eventualmente pierden esperanza de vivir o la esperanza que las cosas puedan mejorar; si aplicamos esta noción al concepto de la cultura de paz, encontraremos que no solo es lanzar palomas al aire o vestirse de blanco, cuando en diametral contraste existe un mundo paralelo de altos índices de diversas formas de violencia; es factible pensar que el mundo mágico es el más ideal, pero al incorporarse a lo que llamamos “realidad”, todo adquiere otra dimensión que se puede traducir en altos niveles de estrés, ansiedad o angustia.

Debemos comprender que nos enfrentamos a un mundo que también puede ser difícil, cambiante, paradójico y con altos niveles de violencia, para lo cual la nueva perspectiva en la cultura de paz requiere ser abordada de manera interdisciplinar, transdisciplinar y multidisciplinar, es decir utilizar herramientas analíticas de profundidad y que sean duraderas en la forma de enfrentar, resolver y ayudar en mundo que cada día depende más de la tecnología, donde existe la prevalencia de adicciones y violencia, condiciones que se han venido normalizando; para todo ello en respuesta, hablamos de la mediación de conflictos, la educación emocional, el estudio de las neurociencias, de los mecanismos y estrategias educativas para educar en la paz, herramientas del control de impulsos, manejo de la tolerancia a la frustración, el manejo de las emociones, manejo de la intervención en crisis, el autocuidado, asistencia a psicoterapia, una definición de la sexualidad propia y sus diferentes sintomatologías; además del conocimiento de las normas y saber los alcances de nuestros actos al generar discriminación o la homofobia; por ejemplo, de quienes en una bandera de paz se convierten en personas más letales o destructivas que quienes critican estas conductas. Por tal motivo es fundamental el autocuidado y el autoconocimiento del promotor de paz.

Cuando en la vida profesional hemos empoderado tanto a hombres como a mujeres en sus habilidades humanas y relacionales, ha sido de gran satisfacción observar que las personas cuando se apropian de herramientas para la vida y sus cambios son a profundidad; en donde todo ese mensaje “positivo” no es tan indispensable para ellos, cuando la persona trabaja en su personalidad más que en la repetición de frases huecas o solo entrar a la mercadotecnia tradicional de la “cultura de paz” o discursos “motivacionales” y siguen metódicamente un trabajo sistemático en su persona, son ellos a quienes encontramos inmersos en una vida de satisfacciones duraderas, seres humanos menos conflictuados, más funcionales, involucrados en pareja, con sus relaciones humanas más creativas y propositivas, es decir, se convierten en verdaderos multiplicadores y testimonio viviente de la cultura de la paz.

No comprender los grandes postulados de la paz, seria generar actos de exclusión entre hombres y mujeres, por tanto, es otra forma de provocar violencia sutil y silenciosa, pues la paz no se vive desde el hombre y la mujer de manera separada.

Las cosas que conllevan un esfuerzo, constancia y tiempo, son en muchas ocasiones las cosas que verdaderamente valen la pena, ver la vida de forma superficial puede traer consigo serios trastornos psicológicos en el momento que se contrasta un mundo “mágico e ideal” con la realidad. Es fundamental hacerse llegar de especialistas en la materia. Lamentablemente en estos años han aumentado de manera indiscriminada el número de cursos y malabaristas de la palabra que solo fomentan falsas expectativas, talleres y personas que, al no tener los estudios formales o tener cursos sin un seguimiento en la materia de la salud mental, dañan severamente a las personas que están buscando opciones y generan serias afecciones emocionales en la población.

La charlatanería abunda en este tema, por lo que la recomendación es no acudir a quienes lanzan invitaciones usando estos mensajes utópicos de superación personal, de “liderazgos” efectivos, etc.; debemos identificarlos por las frases sencillas y atractivas de pronta felicidad que usan los agoreros, que, mediante un telefonazo y una módica cuota, recibirán placebos que no resolverán ninguna frustración ni problema alguno. Cuidado con esta clase de vivales que ya son objeto de demanda y denuncia por ejercer una actividad que exige conocimientos, y no el uso indiscriminado del pensamiento mágico y “positivista”.


Delia Pérez Guerrero

Psicoterapeuta y mediadora certificada por el IJA y CONOCER*

Correo: psic.deliaperez@gmail.com


Blas Sergio Jasso Hinojosa

Presidente del Colegio Estatal de Psicólogos en Intervención de Jlaisco A.C.*

Correo: blasjaso@yahoo.com.mx