/ sábado 23 de enero de 2021

La Cultura de Paz en los procesos electorales

Por Blas Jasso/ Delia Pérez*

“Si eres neutral en una situación de injusticia, has elegido estar del lado del opresor”

Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz, 1984

Nos encontramos enfrentando una pandemia emocional, aunada a la sanitaria, en donde las crisis no solo son de orden económico, sociales y laborales, sino porque esta situación es proclive a las crisis personales, y familiares. En este marco de ideas, contar con estabilidad, calma y certidumbre, son situaciones necesarias e indispensables ante lo que estamos viviendo. Recordemos que nuestro sistema inmunológico actúa mejor con una mentalidad positiva y que lo contrario lo debilita, activando patologías como la depresión y sus fatales consecuencias.

La escasa educación emocional que nos proporcionaron en nuestra formación tradicional, ha dejado de manifiesto que la falta de habilidades emocionales son las que están generando predominantemente estas depresiones, violencia familiar, violencia hacia las mascotas, estados de angustia e ideaciones suicidas. La falta de una política centrada en la persona y no enfocada exclusivamente en el conocimiento, en el dinero o en el poder, nos han conducido a minimizar las habilidades humanas. Las estadísticas en depresión son difíciles de identificar u cuantificar, ya que muchas personas no saben que están deprimidas, es decir, un amplio número de la población considera como algo normal el estar estresados, angustiados, padecer de trastornos del sueño o alimenticios, porque esto lo relacionan comúnmente al éxito personal y profesional.

De frente a este escenario actual y por el inminente período electoral, quienes aspiran a tener algún cargo de representación, deben ser muy conscientes que propiciar un ambiente de enfrentamiento o descalificaciones, enmarcados en aparentes discursos de bienestar social, acrecentarían la incertidumbre de las personas que padecen encierro y requieren despresurizare, por lo que discursos incitadores serian claros generadores de violencia indirecta. Pues las manifestaciones de la violencia no solo son de manera física, la violencia emocional puede ser más letal y de largo plazo que la primera señalada.

La Cultura de Paz es entre otros aspectos, la consecuencia de una serie de acciones racionales y sistemáticas, resultado de métodos científicos con sus respectivas estrategias, principios epistémicos y filosóficos, una puntual concepción de vida, trabajo del autocuidado personal, manejo adecuado de emociones, mediación de conflictos y una profunda convicción de bienestar social e individual. Así pues, en casi de surgir violencia institucional, sería doblemente letal, ya que algunas personas depositan su confianza y esperanza para disfrutar un mejor estado de bienestar, por eso apoyan a quienes administran las dependencias que en algún momento deben ofrecer seguridad y lamentablemente, en muchos de los casos, algunos funcionarios terminan por defraudar esa confianza con los ciudadanos.

Regresar a la familia y al hogar después de haber sufrido violencia de alguien que dirige una institución, haber escuchado discursos violentos de las campañas electorales, así como los reportajes terroríficos de algunos medios informativos, toda esta sumatoria termina por impactarnos, nos fulminan las estadísticas de fatalidades, en su conjunto, actúan como bombardeo inmisericorde de mensajes de desaliento, y si añadimos la falta de programas que estimulen estrategias emocionales, problemas económicos y un contexto de estrés, el todo se tornan como elementos detonantes de consecuencias psicológicas, que pudieran llegar inevitablemente a graves problemas de somatización, cabida a enfermedades o trastornos psicológicos, en una menor o mayor gradación.

Lo anterior, es la razón por la cual en las próximas campañas enmarcadas en los procesos electorales y quienes pretenden dirigirse a la comunidad, deben recurrir a los principios de la Cultura de la Paz y dejar de lado las retóricas que conllevan el doble mensaje, nos explicamos: mientras los mensajes sean la denostación, las venganzas, alterar el estado de derecho, fomentar la corrupción, el ajuste histórico de cuentas pendientes, utilizar el poder para enfrentar a las personas o grupos sociales y luchas por ganar a costa de lo que sea, serán las plataformas y acciones inevitables que tragan consigo una población más estresada, deprimida y con altos grados de estrés.

Diseñar políticas sociales es la más alta responsabilidad de la administración pública y aún más en estos momentos en que las personas están sensibles y altamente vulnerables desde todas las dimensiones que se quiera ver. Por años hemos conocido a muchos políticos que su violencia esta enmascarada de forma contradictoria, por un lado, hablan de bienestar y se presentan en las redes sociales como grandes seres humanos, mientras que por otro lado violentan y agreden a quien no piensa como ellos, terminan ignorándolos y anulándolos, haciendo uso de la violencia pasiva y psicológica o incitando a la violencia explícitamente. Esta violencia paradójica era relativamente sabida por las personas, pero hoy recurrir una vez más a esta forma tipológica de violencia, traería efectos doblemente más dañinos a la población.

A quienes aspiran a ocupar cargos de elección popular, se les ha solicitado por parte de la sociedad civil organizada, autoridades electorales y de transparencia mexicana, que presenten su declaración 3 de 3, carta compromiso de no conflicto de intereses, no antecedentes penales, ni historial de violencia y discriminación, exámenes anti doping, exámenes psicológicos para constatar su estabilidad emocional y descartar psicopatías, a los cuales debemos añadir el ineludible compromiso público de un lenguaje inclusivo y pacífico, no incitar a la violencia en todas sus expresiones y presentar iniciativas notariadas tendientes a erradicar la violencia poniendo como eje rector a la Paz. Si no hay compromiso prioritario con la paz, el futuro de nuestro país no se vislumbra nada halagüeño.

* Delia Pérez Guerrero. Psicoterapeuta y mediadora certificada.

Correo: psic.deliaperez@gmail.com


* Blas Sergio Jasso Hinojosa. Miembro integrante del Observatorio sobre Seguridad y Justicia, Centro de Investigación del CUCSH Universidad de Guadalajara.

Correo: blasjaso@yahoo.com.mx

Por Blas Jasso/ Delia Pérez*

“Si eres neutral en una situación de injusticia, has elegido estar del lado del opresor”

Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz, 1984

Nos encontramos enfrentando una pandemia emocional, aunada a la sanitaria, en donde las crisis no solo son de orden económico, sociales y laborales, sino porque esta situación es proclive a las crisis personales, y familiares. En este marco de ideas, contar con estabilidad, calma y certidumbre, son situaciones necesarias e indispensables ante lo que estamos viviendo. Recordemos que nuestro sistema inmunológico actúa mejor con una mentalidad positiva y que lo contrario lo debilita, activando patologías como la depresión y sus fatales consecuencias.

La escasa educación emocional que nos proporcionaron en nuestra formación tradicional, ha dejado de manifiesto que la falta de habilidades emocionales son las que están generando predominantemente estas depresiones, violencia familiar, violencia hacia las mascotas, estados de angustia e ideaciones suicidas. La falta de una política centrada en la persona y no enfocada exclusivamente en el conocimiento, en el dinero o en el poder, nos han conducido a minimizar las habilidades humanas. Las estadísticas en depresión son difíciles de identificar u cuantificar, ya que muchas personas no saben que están deprimidas, es decir, un amplio número de la población considera como algo normal el estar estresados, angustiados, padecer de trastornos del sueño o alimenticios, porque esto lo relacionan comúnmente al éxito personal y profesional.

De frente a este escenario actual y por el inminente período electoral, quienes aspiran a tener algún cargo de representación, deben ser muy conscientes que propiciar un ambiente de enfrentamiento o descalificaciones, enmarcados en aparentes discursos de bienestar social, acrecentarían la incertidumbre de las personas que padecen encierro y requieren despresurizare, por lo que discursos incitadores serian claros generadores de violencia indirecta. Pues las manifestaciones de la violencia no solo son de manera física, la violencia emocional puede ser más letal y de largo plazo que la primera señalada.

La Cultura de Paz es entre otros aspectos, la consecuencia de una serie de acciones racionales y sistemáticas, resultado de métodos científicos con sus respectivas estrategias, principios epistémicos y filosóficos, una puntual concepción de vida, trabajo del autocuidado personal, manejo adecuado de emociones, mediación de conflictos y una profunda convicción de bienestar social e individual. Así pues, en casi de surgir violencia institucional, sería doblemente letal, ya que algunas personas depositan su confianza y esperanza para disfrutar un mejor estado de bienestar, por eso apoyan a quienes administran las dependencias que en algún momento deben ofrecer seguridad y lamentablemente, en muchos de los casos, algunos funcionarios terminan por defraudar esa confianza con los ciudadanos.

Regresar a la familia y al hogar después de haber sufrido violencia de alguien que dirige una institución, haber escuchado discursos violentos de las campañas electorales, así como los reportajes terroríficos de algunos medios informativos, toda esta sumatoria termina por impactarnos, nos fulminan las estadísticas de fatalidades, en su conjunto, actúan como bombardeo inmisericorde de mensajes de desaliento, y si añadimos la falta de programas que estimulen estrategias emocionales, problemas económicos y un contexto de estrés, el todo se tornan como elementos detonantes de consecuencias psicológicas, que pudieran llegar inevitablemente a graves problemas de somatización, cabida a enfermedades o trastornos psicológicos, en una menor o mayor gradación.

Lo anterior, es la razón por la cual en las próximas campañas enmarcadas en los procesos electorales y quienes pretenden dirigirse a la comunidad, deben recurrir a los principios de la Cultura de la Paz y dejar de lado las retóricas que conllevan el doble mensaje, nos explicamos: mientras los mensajes sean la denostación, las venganzas, alterar el estado de derecho, fomentar la corrupción, el ajuste histórico de cuentas pendientes, utilizar el poder para enfrentar a las personas o grupos sociales y luchas por ganar a costa de lo que sea, serán las plataformas y acciones inevitables que tragan consigo una población más estresada, deprimida y con altos grados de estrés.

Diseñar políticas sociales es la más alta responsabilidad de la administración pública y aún más en estos momentos en que las personas están sensibles y altamente vulnerables desde todas las dimensiones que se quiera ver. Por años hemos conocido a muchos políticos que su violencia esta enmascarada de forma contradictoria, por un lado, hablan de bienestar y se presentan en las redes sociales como grandes seres humanos, mientras que por otro lado violentan y agreden a quien no piensa como ellos, terminan ignorándolos y anulándolos, haciendo uso de la violencia pasiva y psicológica o incitando a la violencia explícitamente. Esta violencia paradójica era relativamente sabida por las personas, pero hoy recurrir una vez más a esta forma tipológica de violencia, traería efectos doblemente más dañinos a la población.

A quienes aspiran a ocupar cargos de elección popular, se les ha solicitado por parte de la sociedad civil organizada, autoridades electorales y de transparencia mexicana, que presenten su declaración 3 de 3, carta compromiso de no conflicto de intereses, no antecedentes penales, ni historial de violencia y discriminación, exámenes anti doping, exámenes psicológicos para constatar su estabilidad emocional y descartar psicopatías, a los cuales debemos añadir el ineludible compromiso público de un lenguaje inclusivo y pacífico, no incitar a la violencia en todas sus expresiones y presentar iniciativas notariadas tendientes a erradicar la violencia poniendo como eje rector a la Paz. Si no hay compromiso prioritario con la paz, el futuro de nuestro país no se vislumbra nada halagüeño.

* Delia Pérez Guerrero. Psicoterapeuta y mediadora certificada.

Correo: psic.deliaperez@gmail.com


* Blas Sergio Jasso Hinojosa. Miembro integrante del Observatorio sobre Seguridad y Justicia, Centro de Investigación del CUCSH Universidad de Guadalajara.

Correo: blasjaso@yahoo.com.mx