/ martes 23 de marzo de 2021

Juárez, el mejor

Han pasado 215 años de su nacimiento, y casi 149 años de su muerte, y Benito Juárez sigue siendo considerado por la inmensa mayoría de los mexicanos como el mejor presidente de México.

El pasado domingo México celebró el natalicio de Juárez, ocurrido en Guelatao, Oaxaca, el 21 de marzo de 1806. El presidente Andrés Manuel López Obrador presidió el acto conmemorativo en el pueblo natal de Benito Juárez, donde pronunció un discurso enalteciendo las virtudes que como gobernante distinguieron al Benemérito de las Américas: “Para nosotros el presidente Juárez es una inspiración y una referencia fundamental en muchos aspectos. Como defensor de la soberanía nacional, servidor público austero y como un hombre que gobernó para el pueblo”, expresó el primer mandatario de la nación, quien en repetidas ocasiones se ha declarado admirador de Juárez.

Los logros de Juárez como presidente de México son innumerables, pero destacaré en mi columna de hoy una de sus más grandes realizaciones: ser artífice -junto con muchos otros liberales de su época- de la verdadera independencia de México al lograr separar los asuntos del Estado de los de la iglesia dominante en aquellos tiempos, una institución que era dueña de incuantificables riquezas y de prácticamente todas las voluntades.

En una de sus frases inmortales, Juárez habló de independencia y soberanía, dos temas que le apasionaron a lo largo de su vida, tanto así que trabajó sin tregua por su consecución y defensa: El primer deber de la República es “el mantenimiento de la independencia y de la soberanía de la nación”.

A él debemos la laicidad del Estado y de la educación, lo que se traduce en la consolidación del Estado nacional mexicano, un logro que tuvo lugar en uno de los momentos más difíciles y dolorosos de la historia de nuestro país, esto debido al conflicto civil que en la historia de México conocemos como la Guerra de los Tres Años. En el marco de esta guerra, Juárez promulgó las célebres Leyes de Reforma, que representan uno de los actos más trascendentales para la vida del Estado mexicano.

Además, participó en el Plan de Ayutla de 1854, un pronunciamiento político proclamado por Florencio Villareal y los liberales Juan Álvarez e Ignacio Comonfort. El objetivo principal del citado plan era poner fin a la prolongada dictadura de Antonio López de Santa Anna, el general de división que ocupó la presidencia de México en seis ocasiones, y quien vendió a Estados Unidos más de cien mil kilómetros cuadrados de territorio mexicano.

El Benemérito “es un hombre que se convierte en símbolo de la defensa de la soberanía nacional, por esa razón el congreso de Colombia declara que merece el Bien de América y el de República Dominicana lo declara Benemérito. Además, en Argentina hay una población que lleva su nombre”, refiere la historiadora Patricia Galeana.

El reconocimiento nacional e internacional a la figura y logros de Juárez se debe a lo que él fue: un convencido de que el camino para el progreso de México era el respeto a la ley, como lo explicó él mismo en el marco de la intervención francesa: “por el imperio de la ley, en vez de un imperio de los hombres; una constitución mixta, en la que diferentes poderes se frenan y contrapesan mutuamente, y un régimen de virtud cívica, régimen bajo el cual las personas se muestran dispuestas a servir, y a servir honradamente, en los cargos públicos”.

México seguirá recordando siempre a este defensor a ultranza de la Constitución, un referente mundial, creador de leyes importantes que consolidaron la transformación social, política y económica de nuestro país, y cuyas frases y discursos han pasado a la posteridad, como aquella frase que se conoce prácticamente en el mundo entero: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz “.

Twitter: @armayacastro

Han pasado 215 años de su nacimiento, y casi 149 años de su muerte, y Benito Juárez sigue siendo considerado por la inmensa mayoría de los mexicanos como el mejor presidente de México.

El pasado domingo México celebró el natalicio de Juárez, ocurrido en Guelatao, Oaxaca, el 21 de marzo de 1806. El presidente Andrés Manuel López Obrador presidió el acto conmemorativo en el pueblo natal de Benito Juárez, donde pronunció un discurso enalteciendo las virtudes que como gobernante distinguieron al Benemérito de las Américas: “Para nosotros el presidente Juárez es una inspiración y una referencia fundamental en muchos aspectos. Como defensor de la soberanía nacional, servidor público austero y como un hombre que gobernó para el pueblo”, expresó el primer mandatario de la nación, quien en repetidas ocasiones se ha declarado admirador de Juárez.

Los logros de Juárez como presidente de México son innumerables, pero destacaré en mi columna de hoy una de sus más grandes realizaciones: ser artífice -junto con muchos otros liberales de su época- de la verdadera independencia de México al lograr separar los asuntos del Estado de los de la iglesia dominante en aquellos tiempos, una institución que era dueña de incuantificables riquezas y de prácticamente todas las voluntades.

En una de sus frases inmortales, Juárez habló de independencia y soberanía, dos temas que le apasionaron a lo largo de su vida, tanto así que trabajó sin tregua por su consecución y defensa: El primer deber de la República es “el mantenimiento de la independencia y de la soberanía de la nación”.

A él debemos la laicidad del Estado y de la educación, lo que se traduce en la consolidación del Estado nacional mexicano, un logro que tuvo lugar en uno de los momentos más difíciles y dolorosos de la historia de nuestro país, esto debido al conflicto civil que en la historia de México conocemos como la Guerra de los Tres Años. En el marco de esta guerra, Juárez promulgó las célebres Leyes de Reforma, que representan uno de los actos más trascendentales para la vida del Estado mexicano.

Además, participó en el Plan de Ayutla de 1854, un pronunciamiento político proclamado por Florencio Villareal y los liberales Juan Álvarez e Ignacio Comonfort. El objetivo principal del citado plan era poner fin a la prolongada dictadura de Antonio López de Santa Anna, el general de división que ocupó la presidencia de México en seis ocasiones, y quien vendió a Estados Unidos más de cien mil kilómetros cuadrados de territorio mexicano.

El Benemérito “es un hombre que se convierte en símbolo de la defensa de la soberanía nacional, por esa razón el congreso de Colombia declara que merece el Bien de América y el de República Dominicana lo declara Benemérito. Además, en Argentina hay una población que lleva su nombre”, refiere la historiadora Patricia Galeana.

El reconocimiento nacional e internacional a la figura y logros de Juárez se debe a lo que él fue: un convencido de que el camino para el progreso de México era el respeto a la ley, como lo explicó él mismo en el marco de la intervención francesa: “por el imperio de la ley, en vez de un imperio de los hombres; una constitución mixta, en la que diferentes poderes se frenan y contrapesan mutuamente, y un régimen de virtud cívica, régimen bajo el cual las personas se muestran dispuestas a servir, y a servir honradamente, en los cargos públicos”.

México seguirá recordando siempre a este defensor a ultranza de la Constitución, un referente mundial, creador de leyes importantes que consolidaron la transformación social, política y económica de nuestro país, y cuyas frases y discursos han pasado a la posteridad, como aquella frase que se conoce prácticamente en el mundo entero: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz “.

Twitter: @armayacastro