/ lunes 31 de agosto de 2020

Jaime Hernández y Morena

Cuando se escribe sobre política, pocas veces se presta la coyuntura para referirse a un personaje. Hoy es una de esas ocasiones.

Bien vale la pena comenzar con un apretadísimo resumen de su trayectoria. Jaime Hernández Ortiz es un activista social y defensor de los derechos humanos. De hecho, colaboró en la conformación del primer grupo local de Amnistía Internacional y después formó parte de otros organismos civiles como la Academia Jalisciense de Derechos Humanos. Ha participado en la defensa de derechos laborales, del medio ambiente y fue factor para la constitución del primer sindicato independiente en la entidad.

Este académico y universitario -Doctor en Ciencias Sociales- promueve talleres y eventos de capacitación en valores democráticos, ciudadanos y civiles. Asimismo ha desarrollado estudios y trabajos en temas de transparencia, acceso a la información y derechos político electorales y constitucionales.

Para objeto de esta columna, es preciso comentar que Jaime Hernández es un hombre de izquierda, de la moderada, de la llamada progresista. Es fundador de Morena y quiere ser su dirigente en Jalisco.

Aunado a lo anterior, y en virtud de que prácticamente nadie quiere darse por enterado del asunto, hay que destacar que gracias a la pericia jurídica de Hernández Ortiz, es que Alfonso Ramírez Cuellar y gran parte de sus aliados, están próximos a soltar las riendas del Movimiento de Regeneración Nacional. Dicho de otra manera, la orden que emitió el 20 de agosto el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), para que se haga una encuesta abierta a militantes y simpatizantes con el propósito de elegir a su nuevo líder, se debe a la estrategia legal de Jaime.

No está por demás apuntar que derivado de ello, Jaime Hernández es una referencia obligada en las altas esferas del morenismo. Lo afirmo porque me consta, actores como los senadores Ricardo Monreal y Alejandro Rojas, al igual que Yeidckol Polevnsky, lo tienen en sus más honestas consideraciones.

Así las cosas, conviene plantear una pregunta a fin de provocar la reflexión. ¿Quién de los apuntados para presidir Morena en el Estado cuenta con las cartas credenciales suficientes como para competir contra su formación, experiencia y el aporte hasta ahora realizado?

El partido lopezobradorista tiene ante sí una gran oportunidad y múltiples amenazas. A nueve meses de las elecciones, podría hacer historia y convertirse aquí en la primera fuerza. Sin embargo, para conseguirlo, requiere abandonar las prácticas divisorias, vincularse con la sociedad civil y el sector productivo, renunciar al fanatismo y la radicalización como formas de interacción con el mundo; pero ante todo, abrazar los principios básicos de la democracia como plataforma para la construcción partidista.

Recordemos que en el pasado proceso electoral, Andrés Manuel López Obrador obtuvo casi millón y medio de votos, algo que contrasta con los menos de 10 mil afiliados que tiene Morena. No se necesitan tres dedos de frente para comprender que con un padrón de ese tamaño, y sin una articulación con la población en su conjunto, las posibilidades de éxito se reducen al mínimo. Es por tal motivo que Jaime impulsa la apertura del partido para arribar a condiciones de competencia.

A pesar de esto, todavía hay quien pretexta que la debilidad de Hernández Ortiz es ser un crítico agudo de Morena. Aunque también existen los que temen a su eventual llegada a la presidencia porque no se prestaría a la corrupción ni a los acuerdos inconfesables.

De los primeros, ningún comentario. Y de los segundos, sólo desear que su miedo se convierta en realidad.

* Periodista

Cuando se escribe sobre política, pocas veces se presta la coyuntura para referirse a un personaje. Hoy es una de esas ocasiones.

Bien vale la pena comenzar con un apretadísimo resumen de su trayectoria. Jaime Hernández Ortiz es un activista social y defensor de los derechos humanos. De hecho, colaboró en la conformación del primer grupo local de Amnistía Internacional y después formó parte de otros organismos civiles como la Academia Jalisciense de Derechos Humanos. Ha participado en la defensa de derechos laborales, del medio ambiente y fue factor para la constitución del primer sindicato independiente en la entidad.

Este académico y universitario -Doctor en Ciencias Sociales- promueve talleres y eventos de capacitación en valores democráticos, ciudadanos y civiles. Asimismo ha desarrollado estudios y trabajos en temas de transparencia, acceso a la información y derechos político electorales y constitucionales.

Para objeto de esta columna, es preciso comentar que Jaime Hernández es un hombre de izquierda, de la moderada, de la llamada progresista. Es fundador de Morena y quiere ser su dirigente en Jalisco.

Aunado a lo anterior, y en virtud de que prácticamente nadie quiere darse por enterado del asunto, hay que destacar que gracias a la pericia jurídica de Hernández Ortiz, es que Alfonso Ramírez Cuellar y gran parte de sus aliados, están próximos a soltar las riendas del Movimiento de Regeneración Nacional. Dicho de otra manera, la orden que emitió el 20 de agosto el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), para que se haga una encuesta abierta a militantes y simpatizantes con el propósito de elegir a su nuevo líder, se debe a la estrategia legal de Jaime.

No está por demás apuntar que derivado de ello, Jaime Hernández es una referencia obligada en las altas esferas del morenismo. Lo afirmo porque me consta, actores como los senadores Ricardo Monreal y Alejandro Rojas, al igual que Yeidckol Polevnsky, lo tienen en sus más honestas consideraciones.

Así las cosas, conviene plantear una pregunta a fin de provocar la reflexión. ¿Quién de los apuntados para presidir Morena en el Estado cuenta con las cartas credenciales suficientes como para competir contra su formación, experiencia y el aporte hasta ahora realizado?

El partido lopezobradorista tiene ante sí una gran oportunidad y múltiples amenazas. A nueve meses de las elecciones, podría hacer historia y convertirse aquí en la primera fuerza. Sin embargo, para conseguirlo, requiere abandonar las prácticas divisorias, vincularse con la sociedad civil y el sector productivo, renunciar al fanatismo y la radicalización como formas de interacción con el mundo; pero ante todo, abrazar los principios básicos de la democracia como plataforma para la construcción partidista.

Recordemos que en el pasado proceso electoral, Andrés Manuel López Obrador obtuvo casi millón y medio de votos, algo que contrasta con los menos de 10 mil afiliados que tiene Morena. No se necesitan tres dedos de frente para comprender que con un padrón de ese tamaño, y sin una articulación con la población en su conjunto, las posibilidades de éxito se reducen al mínimo. Es por tal motivo que Jaime impulsa la apertura del partido para arribar a condiciones de competencia.

A pesar de esto, todavía hay quien pretexta que la debilidad de Hernández Ortiz es ser un crítico agudo de Morena. Aunque también existen los que temen a su eventual llegada a la presidencia porque no se prestaría a la corrupción ni a los acuerdos inconfesables.

De los primeros, ningún comentario. Y de los segundos, sólo desear que su miedo se convierta en realidad.

* Periodista