/ domingo 8 de diciembre de 2019

IP Jalisco: crisis, división y esperanza


Óscar Ábrego

Seamos claros. Diversos organismos empresariales de Jalisco atraviesan por un muy mal momento. De hecho, hay Consejos de los que ya ni siquiera vale la pena hablar porque se encuentran hundidos en una profunda crisis ética, financiera y de identidad.

Dependientes del gobierno estatal en turno, se volvieron expertos en la pepena del dinero público. De ahí que se haya vuelto común ver cómo se desviven en elogios y aplausos, cuando asisten en calidad de porra a los eventos convocados por alguna instancia gubernamental.

Pero no sólo eso, sino que algunos autoproclamados “cúpulas”, viven en una lastimosa confusión. Asumen que su trabajo está asociado con la pose para la foto y mantener una agenda que privilegia el convivio con los personajes del poder. Y peor aún, hay quienes desde su posición, sólo buscan resolver sus complejas necesidades de reconocimiento y aceptación. Así las cosas, no resulta extraño que ante la membresía que dicen representar, carezcan de un liderazgo digno y genuino.

La debilidad y división que hoy se observa, entonces no tiene por qué sorprendernos. Es resultado de la pérdida de rumbo. Ante ello, es preciso que desde las entrañas de la clase industrial, se viva un proceso reflexivo que le permita trazar líneas estratégicas de acción y reconversión, puesto que una de sus funciones sustantivas es la de ser un contrapeso, no un palero oficioso e incondicional de las autoridades.

Por fortuna no todo está perdido. En el caso del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco (CCIJ), Masayi González Uyeda, en medio de la fractura que provocó su reelección, tiene la oportunidad de demostrar de qué está hecho y a qué intereses responde. Si es verdad que se avecina un rompimiento, se impone que entienda y atienda los reclamos de quienes no coinciden con su perfil y plan de trabajo.

Mención aparte merece el papel que desempeña al frente de la CANACO Guadalajara, Xavier Orendáin de Obeso, quien ha devuelto a la Cámara de Comercio el vigor que ya no había como consecuencia de “liderazgos” atorados en paradigmas rancios y arrogantes.

De igual modo, hay que resaltar la integración del Consejo Económico Empresarial de Jalisco (CEEJ) a la arena productiva de la entidad. Con un enfoque muy preciso de trabajo y resultados, en alianza con el gobierno federal, Arturo Guillén Arámbula, recobró la vocación auténtica de una representación patronal.

Ahora bien, me parece que tenemos que reconocer a las mujeres que dan la batalla en pro de la integridad empresarial del Estado. Como ejemplo, pienso en dos: Leticia Ramírez Fruchier y Marcela Michel López. La primera, como fundadora de Proyecta Mujer, le ha abierto el paso a una organización femenina en un gremio muy masculino; y la segunda, liderando con éxito la Cámara de la Industria Alimenticia de Jalisco (CIAJ), una de las más emblemáticas en el campo de los negocios.

Para terminar, confieso que soy de los que aguardo la esperanza de que la iniciativa privada se deshaga de los agentes nocivos y sus penosas prácticas, para que resuelva pronto sus asignaturas pendientes y recobre el honor que antaño le distinguía.


Óscar Ábrego

Seamos claros. Diversos organismos empresariales de Jalisco atraviesan por un muy mal momento. De hecho, hay Consejos de los que ya ni siquiera vale la pena hablar porque se encuentran hundidos en una profunda crisis ética, financiera y de identidad.

Dependientes del gobierno estatal en turno, se volvieron expertos en la pepena del dinero público. De ahí que se haya vuelto común ver cómo se desviven en elogios y aplausos, cuando asisten en calidad de porra a los eventos convocados por alguna instancia gubernamental.

Pero no sólo eso, sino que algunos autoproclamados “cúpulas”, viven en una lastimosa confusión. Asumen que su trabajo está asociado con la pose para la foto y mantener una agenda que privilegia el convivio con los personajes del poder. Y peor aún, hay quienes desde su posición, sólo buscan resolver sus complejas necesidades de reconocimiento y aceptación. Así las cosas, no resulta extraño que ante la membresía que dicen representar, carezcan de un liderazgo digno y genuino.

La debilidad y división que hoy se observa, entonces no tiene por qué sorprendernos. Es resultado de la pérdida de rumbo. Ante ello, es preciso que desde las entrañas de la clase industrial, se viva un proceso reflexivo que le permita trazar líneas estratégicas de acción y reconversión, puesto que una de sus funciones sustantivas es la de ser un contrapeso, no un palero oficioso e incondicional de las autoridades.

Por fortuna no todo está perdido. En el caso del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco (CCIJ), Masayi González Uyeda, en medio de la fractura que provocó su reelección, tiene la oportunidad de demostrar de qué está hecho y a qué intereses responde. Si es verdad que se avecina un rompimiento, se impone que entienda y atienda los reclamos de quienes no coinciden con su perfil y plan de trabajo.

Mención aparte merece el papel que desempeña al frente de la CANACO Guadalajara, Xavier Orendáin de Obeso, quien ha devuelto a la Cámara de Comercio el vigor que ya no había como consecuencia de “liderazgos” atorados en paradigmas rancios y arrogantes.

De igual modo, hay que resaltar la integración del Consejo Económico Empresarial de Jalisco (CEEJ) a la arena productiva de la entidad. Con un enfoque muy preciso de trabajo y resultados, en alianza con el gobierno federal, Arturo Guillén Arámbula, recobró la vocación auténtica de una representación patronal.

Ahora bien, me parece que tenemos que reconocer a las mujeres que dan la batalla en pro de la integridad empresarial del Estado. Como ejemplo, pienso en dos: Leticia Ramírez Fruchier y Marcela Michel López. La primera, como fundadora de Proyecta Mujer, le ha abierto el paso a una organización femenina en un gremio muy masculino; y la segunda, liderando con éxito la Cámara de la Industria Alimenticia de Jalisco (CIAJ), una de las más emblemáticas en el campo de los negocios.

Para terminar, confieso que soy de los que aguardo la esperanza de que la iniciativa privada se deshaga de los agentes nocivos y sus penosas prácticas, para que resuelva pronto sus asignaturas pendientes y recobre el honor que antaño le distinguía.