/ viernes 14 de febrero de 2020

Ingrid Escamilla

Hay fenómenos sociales, que emergen de tiempo en tiempo, de vez en vez, que hacen de la convivencia entre las personas el punto de ajuste del pensamiento, de la cultura, de la ley, de las costumbres, de la organización de nuestra sociedad.

La igualdad es el principio o condición que reconoce una equiparación en cuanto a derechos y obligaciones de todos los individuos de la sociedad, en una equivalencia no proporcional. En cambio la equidad es el repartir a cada uno lo que necesita, no más, no menos. También involucra el trato igualitario para todos tomando en cuenta sus diferencias y respetando cada una de ellas.

En México se consagra la igualdad entre cada uno de los mexicanos. Pero somos un país con una brecha de desigualdad que sigue abriéndose, donde el reclamo de justicia impide mejorar la calidad de vida, donde el crimen, la inseguridad, la impunidad, la corrupción, causan estragos infames y hacen que la tensión social crezca y se acumule –tanta que puede llegar a perderse el control en cualquier rato-, para aspirar a alcanzar el estado de libertad, a la igualdad se le debe de sumar la justicia. Sólo así podríamos conseguir que todos seamos iguales en nuestras particularidades y necesidades individuales, teniendo en cuenta nuestras diferencias y respetando cada una de ellas.

Ingrid Escamilla es un ejemplo del dolor, del coraje, de la ansiedad de la sociedad mexicana que acusa injusticia, que pide compensar lo que la igualdad legal no ha podido erradicar durante décadas, durante más de una época.

La joven mujer, quien fue brutalmente apuñalada, desmembrada, desollada y descuartizada por su ex pareja, conmocionó a todo el país y escandalizó al mundo. México registró en 2019 un total de 1.006 feminicidios según cifras oficiales. Los feminicidios son una realidad, una verdad abrumadora que exige atención, no negación. El asesinato de Ingrid Escamilla ocurre mientras que en la Fiscalía General de México se defiende una propuesta para eliminar el feminicidio como delito y dejarlo sólo como un agravante del homicidio. Ello nada más serviría para borrar o disfrazar estadísticas incomodas, acallar el problema, desviar la atención. Pero mentir no resuelve. Engañar no sirve. Ese problema es tan grave, que debe despolitizarse.

Ingrid Escamilla generó un fenómeno social en redes sociales. Los buscadores de internet al referirla, encontraran imágenes positivas, paisajes, arte, esperanza. Así reaccionó la sociedad. Se opuso a revictimizar a Ingrid subiendo imágenes de su cuerpo inerte y a dar difusión a la tragedia. En redes sociales se pudo convertir el caos en algo que enriquece, que concientiza y que envió un mensaje positivo. El hartazgo derivo en una tendencia nacional que grabó una impronta en el imaginario colectivo, implantando semillas en nuestra sociedad para entender que debemos hacer algo más por abatir el problema que afecta a las mujeres mexicanas, que son la base de la familia y el soporte de nuestra sociedad sin duda alguna. La modificación de las leyes debe obedecer al momento y al entorno. Por eso la ley es dinámica. Por eso se actualiza, se adecua, se modifica acorde a la realidad de nuestra sociedad. Por equidad, por justicia, por necesidad, hay que resolver el cáncer del feminicidio, y eso no se lograra sólo con el engaño semántico, con la negación del problema ni con la politización del delito.

Sitio: www.inteligenciapolitica.org

Hay fenómenos sociales, que emergen de tiempo en tiempo, de vez en vez, que hacen de la convivencia entre las personas el punto de ajuste del pensamiento, de la cultura, de la ley, de las costumbres, de la organización de nuestra sociedad.

La igualdad es el principio o condición que reconoce una equiparación en cuanto a derechos y obligaciones de todos los individuos de la sociedad, en una equivalencia no proporcional. En cambio la equidad es el repartir a cada uno lo que necesita, no más, no menos. También involucra el trato igualitario para todos tomando en cuenta sus diferencias y respetando cada una de ellas.

En México se consagra la igualdad entre cada uno de los mexicanos. Pero somos un país con una brecha de desigualdad que sigue abriéndose, donde el reclamo de justicia impide mejorar la calidad de vida, donde el crimen, la inseguridad, la impunidad, la corrupción, causan estragos infames y hacen que la tensión social crezca y se acumule –tanta que puede llegar a perderse el control en cualquier rato-, para aspirar a alcanzar el estado de libertad, a la igualdad se le debe de sumar la justicia. Sólo así podríamos conseguir que todos seamos iguales en nuestras particularidades y necesidades individuales, teniendo en cuenta nuestras diferencias y respetando cada una de ellas.

Ingrid Escamilla es un ejemplo del dolor, del coraje, de la ansiedad de la sociedad mexicana que acusa injusticia, que pide compensar lo que la igualdad legal no ha podido erradicar durante décadas, durante más de una época.

La joven mujer, quien fue brutalmente apuñalada, desmembrada, desollada y descuartizada por su ex pareja, conmocionó a todo el país y escandalizó al mundo. México registró en 2019 un total de 1.006 feminicidios según cifras oficiales. Los feminicidios son una realidad, una verdad abrumadora que exige atención, no negación. El asesinato de Ingrid Escamilla ocurre mientras que en la Fiscalía General de México se defiende una propuesta para eliminar el feminicidio como delito y dejarlo sólo como un agravante del homicidio. Ello nada más serviría para borrar o disfrazar estadísticas incomodas, acallar el problema, desviar la atención. Pero mentir no resuelve. Engañar no sirve. Ese problema es tan grave, que debe despolitizarse.

Ingrid Escamilla generó un fenómeno social en redes sociales. Los buscadores de internet al referirla, encontraran imágenes positivas, paisajes, arte, esperanza. Así reaccionó la sociedad. Se opuso a revictimizar a Ingrid subiendo imágenes de su cuerpo inerte y a dar difusión a la tragedia. En redes sociales se pudo convertir el caos en algo que enriquece, que concientiza y que envió un mensaje positivo. El hartazgo derivo en una tendencia nacional que grabó una impronta en el imaginario colectivo, implantando semillas en nuestra sociedad para entender que debemos hacer algo más por abatir el problema que afecta a las mujeres mexicanas, que son la base de la familia y el soporte de nuestra sociedad sin duda alguna. La modificación de las leyes debe obedecer al momento y al entorno. Por eso la ley es dinámica. Por eso se actualiza, se adecua, se modifica acorde a la realidad de nuestra sociedad. Por equidad, por justicia, por necesidad, hay que resolver el cáncer del feminicidio, y eso no se lograra sólo con el engaño semántico, con la negación del problema ni con la politización del delito.

Sitio: www.inteligenciapolitica.org