Los problemas de vialidad no sólo han existido durante largo tiempo en la Zona Metropolitana de Guadalajara, sino que en ocasiones parecen aumentar. Las autoridades en turno han emprendido acciones tendientes a mejorar el tránsito de peatones y automovilistas, pero así como la situación parece mejorar, de repente vuelve a empeorar. Algo parecido al novedoso paso de Michael Jackson, que parece ir para adelante, pero en realidad va retrocediendo. Y como sucede con la Burrita de la canción, que da unos pasos para adelante y otros tantos para atrás.
El asunto es preocupante, pero no obstante, algunos sectores de la población en lugar de desenvainar la espada para lanzarse en contra de los políticos responsables del caos, han optado por hacer sugerencias amistosas para unir sus ideas; algo así como una propuesta matrimonial entre pueblo y gobierno, para integrar planes y vivir en santa paz. Porque las diferencias de opinión que se han registrado últimamente respecto a la situación en que se encuentra la vialidad, parecen aumentar en lugar de disminuir. Y eso no está bien.
Una de las últimas ideas que son motivo de debate es la relacionada con el control que se pretende ejercer sobre las personas de la tercera edad, al considerar los autores del plan, que hay algunos que por su deterioro físico, ya no están en condiciones de conducir un automotor.
Pues bien, la cuestión es que ante este panorama, la gente madura que se podría ver afectada estima que está bien que se examine a los viejecitos. Pero que si a esas vamos, es bastante más urgente que se ponga bajo control al gran número de adolescentes y jóvenes que manejan con violencia y que ha menudo originan accidentes con saldo no sólo sangriento, sin muchas veces fatal. Que les hagan exámenes psicológicos a fondo y que se les lea la cartilla de manera efectiva y si no pasan la prueba que se les retire la licencia. Porque igualmente son un peligro para la población viandante.
Los encargados de este sector podrían argumentar que su función no es la de psicólogos ni psiquiatras, pare ejercer ese control sobre la comunidad juvenil al volante. Pero se les puede reclamar que tampoco son geriatras y sí están asumiendo actitudes a fondo en el área de la tercera edad.
Y ya que andamos en cuestiones como las señaladas, debe incluirse en el escenario el problemón de los motociclistas, que se ha agravado por la gran cantidad de vehículos que circulan alocadamente en la urbe y han dado al traste con el orden que hasta no hace mucho existía.
A algunos políticos les ha dado últimamente por sacarle al bulto a la hora de que se reclaman responsabilidades como ésta, pero los ciudadanos no tiene duda de que la autoridad es la que ha autorizado -desde la administración anterior- que las calles estén invadidas por osados conductores de motos que sin tomar en cuenta el gran riesgo que corren, incurren en faltas por demás graves, como el de circular invariablemente fuera del carril, rebasar siempre por la derecha y cruzarse atrevidamente entre un vehículo y otro. Sin olvidar el exceso de velocidad.
El panorama es preocupante y los encargados del área podrían demostrar su deseo de trabajar a favor de la población, haciendo caso precisamente de lo que está piensa y propone.
Cuando menos eso es lo que cree buen número de habitantes de la zona metropolitana, que sufren día a día los problemas de la desordenada circulación que aquí existe. Insisten en que ciudadanos y gobernantes deben caminar de la mano.