/ miércoles 13 de octubre de 2021

Histrión o estadista

Andrés Manuel López Obrador, es un Presidente carismático. Dicharachero, simpático, agudo, socarrón, sonrisa fácil, acomodador de los sucesos de la historia; capaz de empatizar con quien él quiera; hábil con los tiempos y firme en sus convicciones tiene la cualidad de caerle bien a la gente que recién lo conoce.

Arribó a la Presidencia por la vía legítima y en buena lid, después de los estropicios causados en Paseo de la Reforma y de aquella fantochada de haberse puesto la banda presidencial en el Zócalo cuando perdió la controvertida elección ante Felipe Calderón; trazó un plan bien definido que inició por la creación de su propio partido político y de hecho va siguiendo rigurosamente ese plan que incluye la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la incorporación de la milicia a tareas civiles, la construcción de la refinería de Dos Bocas, la del tren Maya y sus programas de bienestar.

Usa su histrionismo para acusar a los delincuentes con las abuelitas, para sacar su pañuelito blanco de la paz, mostrar sus amuletos, el detente o el trebolito; se queda parado humildemente con sus manitas atrás, mientras uno de sus colaboradores expone en la escuelita de las mañaneras ayudado por el servicial Jesús Ramírez Cuevas, el de Comunicación Social de la Presidencia; evocadora imagen del abnegado Profe paradito a un lado del pizarrón mientras los demás exponentes esperan turno en sus sillitas todos al frente como buenos alumnos.

Todo eso resulta hasta simpático. Pero no todo es carisma. Andrés Manuel es Jefe de Estado. Gobierna para más de 128 millones de mexicanos y debe garantizarnos el cumplimiento de la ley a toda costa. No es histrión. No es un Crooner.

Es nuestro Presidente. Un Jefe de Estado. Se entiende que en aras de lograr la cuarta transformación no se quiera parecer a sus antecesores y por eso no quiere hacer uso de la fuerza para que no se le acuse de autoritario, pero eso de preferir los abrazos a los balazos...

Ofrecer abrazos a quienes violan la ley no está bien. La violencia presente en Chiapas donde en solo dos semanas surgieron más de cuatro grupos de autodefensas; la que se presenta en Tamaulipas, Sonora, Zacatecas, en la Ciudad de México, en Guanajuato, la venta de niñas en Guerrero; hay que poner orden y no solo ofreciendo abrazos. Y no se trata de echar balazos a diestra y siniestra ni de declarar guerras.

Tenemos más de cien mil muertos ocasionados por la violencia; casi trescientos mil muertos por la pandemia; la cosa no está fácil, si bien la Pandemia no tiene una causa surgida en la violencia, ciertamente no se han implementado medidas inteligentes para manejarla mejor.

Nos dicen que en el mes de octubre quedará vacunada la totalidad de la población de adultos mayores al menos con una sola dosis; eso es un timo; Farsantes. Una sola dosis no complemente el cuadro de la vacunación, queda trunca, insuficiente. Nos quieren engañar.

López Gatell: su escenario "catastrófico" de 60,000 muertos ha sido rebasado cuatro veces y media; tenemos casi 300,000 muertos y contando. No le podemos dar abrazos. Cese o renuncia. Eso no es autoritarismo. Es simplemente decisión. Y así podría suceder con varios dizque ayudantes que solo estorban su proyecto. Cuestión de decisión, no de autoritarismo.

Acabar con las ventas de niñas en Guerrero, algo que resulta verdaderamente inaudito; poner en paz a los malosos a quienes se les tiene que mostrar músculo, la fuerza de estado, incluso respondiendo con las armas si es necesario; no se puede permanecer impasible y regodearse con el carisma cuando estamos sufriendo en carne propia de la delincuencia y a sus balazos les respondemos con abrazos.

Prefiero a un estadista sobrio y decidido, resuelto y patriota en lugar de un histrión muy simpático obsesionado por sus proyectos y por dar abrazos a los violentos.

* Doctor en Derecho

Andrés Manuel López Obrador, es un Presidente carismático. Dicharachero, simpático, agudo, socarrón, sonrisa fácil, acomodador de los sucesos de la historia; capaz de empatizar con quien él quiera; hábil con los tiempos y firme en sus convicciones tiene la cualidad de caerle bien a la gente que recién lo conoce.

Arribó a la Presidencia por la vía legítima y en buena lid, después de los estropicios causados en Paseo de la Reforma y de aquella fantochada de haberse puesto la banda presidencial en el Zócalo cuando perdió la controvertida elección ante Felipe Calderón; trazó un plan bien definido que inició por la creación de su propio partido político y de hecho va siguiendo rigurosamente ese plan que incluye la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la incorporación de la milicia a tareas civiles, la construcción de la refinería de Dos Bocas, la del tren Maya y sus programas de bienestar.

Usa su histrionismo para acusar a los delincuentes con las abuelitas, para sacar su pañuelito blanco de la paz, mostrar sus amuletos, el detente o el trebolito; se queda parado humildemente con sus manitas atrás, mientras uno de sus colaboradores expone en la escuelita de las mañaneras ayudado por el servicial Jesús Ramírez Cuevas, el de Comunicación Social de la Presidencia; evocadora imagen del abnegado Profe paradito a un lado del pizarrón mientras los demás exponentes esperan turno en sus sillitas todos al frente como buenos alumnos.

Todo eso resulta hasta simpático. Pero no todo es carisma. Andrés Manuel es Jefe de Estado. Gobierna para más de 128 millones de mexicanos y debe garantizarnos el cumplimiento de la ley a toda costa. No es histrión. No es un Crooner.

Es nuestro Presidente. Un Jefe de Estado. Se entiende que en aras de lograr la cuarta transformación no se quiera parecer a sus antecesores y por eso no quiere hacer uso de la fuerza para que no se le acuse de autoritario, pero eso de preferir los abrazos a los balazos...

Ofrecer abrazos a quienes violan la ley no está bien. La violencia presente en Chiapas donde en solo dos semanas surgieron más de cuatro grupos de autodefensas; la que se presenta en Tamaulipas, Sonora, Zacatecas, en la Ciudad de México, en Guanajuato, la venta de niñas en Guerrero; hay que poner orden y no solo ofreciendo abrazos. Y no se trata de echar balazos a diestra y siniestra ni de declarar guerras.

Tenemos más de cien mil muertos ocasionados por la violencia; casi trescientos mil muertos por la pandemia; la cosa no está fácil, si bien la Pandemia no tiene una causa surgida en la violencia, ciertamente no se han implementado medidas inteligentes para manejarla mejor.

Nos dicen que en el mes de octubre quedará vacunada la totalidad de la población de adultos mayores al menos con una sola dosis; eso es un timo; Farsantes. Una sola dosis no complemente el cuadro de la vacunación, queda trunca, insuficiente. Nos quieren engañar.

López Gatell: su escenario "catastrófico" de 60,000 muertos ha sido rebasado cuatro veces y media; tenemos casi 300,000 muertos y contando. No le podemos dar abrazos. Cese o renuncia. Eso no es autoritarismo. Es simplemente decisión. Y así podría suceder con varios dizque ayudantes que solo estorban su proyecto. Cuestión de decisión, no de autoritarismo.

Acabar con las ventas de niñas en Guerrero, algo que resulta verdaderamente inaudito; poner en paz a los malosos a quienes se les tiene que mostrar músculo, la fuerza de estado, incluso respondiendo con las armas si es necesario; no se puede permanecer impasible y regodearse con el carisma cuando estamos sufriendo en carne propia de la delincuencia y a sus balazos les respondemos con abrazos.

Prefiero a un estadista sobrio y decidido, resuelto y patriota en lugar de un histrión muy simpático obsesionado por sus proyectos y por dar abrazos a los violentos.

* Doctor en Derecho