/ jueves 19 de agosto de 2021

Hacinamiento y pandemia

Señala el español Manuel Castels en su libro “La Cuestión Urbana” que el hacinamiento ha sido una de las características de la vivienda proletaria. No se refiere al hacinamiento dimensional generado por los edificios verticales en la isla de Manhattan, en Nueva York o en el centro de megalópolis como Chicago, Paris o incluso de la Ciudad de México, sino a la altísima densidad poblacional generada en núcleos poblacionales de condominios multifamiliares o “vecindades” en barrios aledaños a zonas altamente comerciales.

Esa alta densidad de población o hacinamiento ha tenido como consecuencia inevitable una mayor transmisión de enfermedades y, por supuesto, se ha hecho presente en la actual emergencia sanitaria con un COVID-19 y una pandemia que, en nuestra ciudad y estado, no parece entrar en su etapa de control y mucho menos de disminución.

La errónea idea de que la enfermedad generada por el coronavirus es más relativa a las clases económicamente de alto nivel, se está demostrando en las diversas oleadas donde, cuando menos en nuestra ciudad, no se presentan en fraccionamientos de poca densidad poblacional y del mayor privilegio inmobiliario.

Así lo demuestran las colonias identificadas con el más alto índice de contagios en el Área Metropolitana de Guadalajara como la colonia Oblatos, Oblatos Poniente, Ferrocarril, Valle del Álamo, San Pedro Tlaquepaque, Santa Elena Alcalde, Alcalde Barranquitas y Loma Bonita en Zapopan aun cuando aparecen colonias de medianía a superior nivel económico como Ciudad del Sol, Ladrón de Guevara, Jardines del Bosque y junto a Santa Tere, todos con zonas de alta movilidad comercial.

También aparecen municipios con alto índice de contagio como Cihuatlán, con casos más relacionados a la marginalidad sanitaria ante la falta de infraestructura hospitalaria y médica junto a la pobreza general que con una densidad poblacional, la cual resultaría extraña considerando su cercanía con la zona costera del Sur de Jalisco y las grandes zonas arboladas y de platanares.

Tendríamos que observar la prevención y el cuidado en fraccionamientos y colonias dormitorios de donde transitan hacia las zonas comerciales e industriales, la población principalmente proletaria que se encuentran en Tlajomulco como Santa Fe, Chulavista, Arvento o bien, municipios mucho más densos que Zapopan y conurbados con Guadalajara como Tlaquepaque, Tonalá y El Salto.

Con lo anterior tendríamos que llegar a la conclusión que el hacinamiento poblacional como vector de transmisión en esta pandemia del COVID-19, no es absolutamente inamovible porque viaja en transporte público atiborrado y poco ventilado o se concentra en centros comerciales y núcleos industriales que al final se trasladan sin control a todas las zonas habitacionales del Área Metropolitana de Guadalajara. Por lo que todo lo que podamos hacer desde las instituciones educativas, centros laborales, centros comerciales, congregaciones religiosas y universidades públicas y privadas, será notable y bienvenido para contener el repunte de la transmisión de esta enfermedad y el déficit hospitalario y las fatales consecuencias que ha generado. Gobierno y sociedad, en pleno, participando por la misma causa.

* Académico del CUAAD de UdeG

Señala el español Manuel Castels en su libro “La Cuestión Urbana” que el hacinamiento ha sido una de las características de la vivienda proletaria. No se refiere al hacinamiento dimensional generado por los edificios verticales en la isla de Manhattan, en Nueva York o en el centro de megalópolis como Chicago, Paris o incluso de la Ciudad de México, sino a la altísima densidad poblacional generada en núcleos poblacionales de condominios multifamiliares o “vecindades” en barrios aledaños a zonas altamente comerciales.

Esa alta densidad de población o hacinamiento ha tenido como consecuencia inevitable una mayor transmisión de enfermedades y, por supuesto, se ha hecho presente en la actual emergencia sanitaria con un COVID-19 y una pandemia que, en nuestra ciudad y estado, no parece entrar en su etapa de control y mucho menos de disminución.

La errónea idea de que la enfermedad generada por el coronavirus es más relativa a las clases económicamente de alto nivel, se está demostrando en las diversas oleadas donde, cuando menos en nuestra ciudad, no se presentan en fraccionamientos de poca densidad poblacional y del mayor privilegio inmobiliario.

Así lo demuestran las colonias identificadas con el más alto índice de contagios en el Área Metropolitana de Guadalajara como la colonia Oblatos, Oblatos Poniente, Ferrocarril, Valle del Álamo, San Pedro Tlaquepaque, Santa Elena Alcalde, Alcalde Barranquitas y Loma Bonita en Zapopan aun cuando aparecen colonias de medianía a superior nivel económico como Ciudad del Sol, Ladrón de Guevara, Jardines del Bosque y junto a Santa Tere, todos con zonas de alta movilidad comercial.

También aparecen municipios con alto índice de contagio como Cihuatlán, con casos más relacionados a la marginalidad sanitaria ante la falta de infraestructura hospitalaria y médica junto a la pobreza general que con una densidad poblacional, la cual resultaría extraña considerando su cercanía con la zona costera del Sur de Jalisco y las grandes zonas arboladas y de platanares.

Tendríamos que observar la prevención y el cuidado en fraccionamientos y colonias dormitorios de donde transitan hacia las zonas comerciales e industriales, la población principalmente proletaria que se encuentran en Tlajomulco como Santa Fe, Chulavista, Arvento o bien, municipios mucho más densos que Zapopan y conurbados con Guadalajara como Tlaquepaque, Tonalá y El Salto.

Con lo anterior tendríamos que llegar a la conclusión que el hacinamiento poblacional como vector de transmisión en esta pandemia del COVID-19, no es absolutamente inamovible porque viaja en transporte público atiborrado y poco ventilado o se concentra en centros comerciales y núcleos industriales que al final se trasladan sin control a todas las zonas habitacionales del Área Metropolitana de Guadalajara. Por lo que todo lo que podamos hacer desde las instituciones educativas, centros laborales, centros comerciales, congregaciones religiosas y universidades públicas y privadas, será notable y bienvenido para contener el repunte de la transmisión de esta enfermedad y el déficit hospitalario y las fatales consecuencias que ha generado. Gobierno y sociedad, en pleno, participando por la misma causa.

* Académico del CUAAD de UdeG