/ domingo 21 de abril de 2019

Gusto injusto

Decía Calderón de la Barca, “nada me parece justo, cuando no es de mi gusto”, considero este pensamiento muy acertado ya que muchas veces -creo que a cualquier mortal más de una vez le ha sucedido- que ejecutando alguna acción, creyendo que es lo justo, alguien con una idea más clara del tema le ha demostrado el error en que se encuentra y por lo tanto reconoce su error y un hombre inteligente, desde luego que lo rectifica.

Traigo a colación el tema de Calderón de la Barca, porque el Presidente de la República le apuesta a su buen juicio y al de todos sus colaboradores para que mediante un memorándum les instruya -que no es otra cosa más de que una orden-, de que cuando consideren injusta una ley se aparten de esta y obren en justicia, que desde luego, tiene que ser a su leal saber y entender, lo que me parece extraordinariamente grave es que el responsable del destino de más de 120 millones de mexicanos, quiera manejar a conciencia y apartado de la ciencia la administración pública, que nos dará rumbo y el destino final, a lo que ello nos llevara y como su idea, -que quiero pensar- la transmite y la actúa pensando en lo que es lo justo, más que en la legalidad, cabe destacar que cuando la humanidad desde su origen, empezó a convivir en comunidad creo las más elementales reglas para respetarse unos a otros y hacer posible su convivencia armoniosa, exitosa y segura, así como el reino animal que se rige por sus normas no escritas, es decir, sin seguir ningún orden previamente establecido, sino que actúan en base a su rutina, que además, se ha tenido la desgracia de que muchas especies corran el riesgo de extinción debido a la violación a su espacio por el ser humano.

Es urgente señor Presidente, que recobre la conciencia como todo gobernante respetuoso y respetable, lo debe hacer, el conducirse dentro del marco constitucional perfectamente definido en nuestro país para toda autoridad o servidor público de cualquier nivel, que al asumir el cargo, protesta cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen, manifestación sacramental, que no permite o no admite duda alguna en el ejercicio del poder, sino todo lo contrario, se incurre en una flagrante y grave falta a nuestro máximo código nacional, donde se contienen los propósitos y los intereses de la nación, que nacieron bajo un régimen tripartito que significa tres poderes con sus funciones perfectamente definidas y establecidas, que ojala y todos así lo entiendan y en el caso de los memorándum, los representantes de los estados, el Senado y los representantes populares los diputados, que suman más de 600, con un alto costo al erario público, sean leales en su desempeño a quienes los llevaron a esos cargos y dejen de ser sometidos por el Ejecutivo, exigiendo respeto a su investidura y a su institución y dejen de callar lo que deben señalar y de hacer lo que su deber les manda, La Patria es Primero, dijera Benito Juárez, que en el exilio y ante la muerte de uno de sus hijos, que no pudo atender en su deceso, así lo manifestó.

Es urgente que académicos de la materia, los juristas, los tratadistas, los funcionarios públicos y el foro de abogados en general, comedida y respetuosamente hagamos lo propio y pongamos un hasta aquí a semejantes atrocidades jurídicas, que quienes votamos en favor del titular del Ejecutivo, también le decimos que no se le entrego un cheque en blanco, se le confirió el poder para que gobernara dentro de lo que marcan las leyes vigentes, que si no le satisfacen, presenten las iniciativas de reforma, como las que ha hecho, hasta para modificar la constitución y hacerla a su mediad, como desgraciadamente, cada administración federal lo ha venido haciendo.

Los académicos tenemos la responsabilidad ante la sociedad en general, pero muy en particular, ante nuestros educandos, no les fallemos, no los engañemos haciendo o dejando de hacer lo que el derecho y la ética nos obliga.


* Profesor Investigador de la División de Estudios Jurídicos de la UdeG.

locb15@hotmail.com

Decía Calderón de la Barca, “nada me parece justo, cuando no es de mi gusto”, considero este pensamiento muy acertado ya que muchas veces -creo que a cualquier mortal más de una vez le ha sucedido- que ejecutando alguna acción, creyendo que es lo justo, alguien con una idea más clara del tema le ha demostrado el error en que se encuentra y por lo tanto reconoce su error y un hombre inteligente, desde luego que lo rectifica.

Traigo a colación el tema de Calderón de la Barca, porque el Presidente de la República le apuesta a su buen juicio y al de todos sus colaboradores para que mediante un memorándum les instruya -que no es otra cosa más de que una orden-, de que cuando consideren injusta una ley se aparten de esta y obren en justicia, que desde luego, tiene que ser a su leal saber y entender, lo que me parece extraordinariamente grave es que el responsable del destino de más de 120 millones de mexicanos, quiera manejar a conciencia y apartado de la ciencia la administración pública, que nos dará rumbo y el destino final, a lo que ello nos llevara y como su idea, -que quiero pensar- la transmite y la actúa pensando en lo que es lo justo, más que en la legalidad, cabe destacar que cuando la humanidad desde su origen, empezó a convivir en comunidad creo las más elementales reglas para respetarse unos a otros y hacer posible su convivencia armoniosa, exitosa y segura, así como el reino animal que se rige por sus normas no escritas, es decir, sin seguir ningún orden previamente establecido, sino que actúan en base a su rutina, que además, se ha tenido la desgracia de que muchas especies corran el riesgo de extinción debido a la violación a su espacio por el ser humano.

Es urgente señor Presidente, que recobre la conciencia como todo gobernante respetuoso y respetable, lo debe hacer, el conducirse dentro del marco constitucional perfectamente definido en nuestro país para toda autoridad o servidor público de cualquier nivel, que al asumir el cargo, protesta cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen, manifestación sacramental, que no permite o no admite duda alguna en el ejercicio del poder, sino todo lo contrario, se incurre en una flagrante y grave falta a nuestro máximo código nacional, donde se contienen los propósitos y los intereses de la nación, que nacieron bajo un régimen tripartito que significa tres poderes con sus funciones perfectamente definidas y establecidas, que ojala y todos así lo entiendan y en el caso de los memorándum, los representantes de los estados, el Senado y los representantes populares los diputados, que suman más de 600, con un alto costo al erario público, sean leales en su desempeño a quienes los llevaron a esos cargos y dejen de ser sometidos por el Ejecutivo, exigiendo respeto a su investidura y a su institución y dejen de callar lo que deben señalar y de hacer lo que su deber les manda, La Patria es Primero, dijera Benito Juárez, que en el exilio y ante la muerte de uno de sus hijos, que no pudo atender en su deceso, así lo manifestó.

Es urgente que académicos de la materia, los juristas, los tratadistas, los funcionarios públicos y el foro de abogados en general, comedida y respetuosamente hagamos lo propio y pongamos un hasta aquí a semejantes atrocidades jurídicas, que quienes votamos en favor del titular del Ejecutivo, también le decimos que no se le entrego un cheque en blanco, se le confirió el poder para que gobernara dentro de lo que marcan las leyes vigentes, que si no le satisfacen, presenten las iniciativas de reforma, como las que ha hecho, hasta para modificar la constitución y hacerla a su mediad, como desgraciadamente, cada administración federal lo ha venido haciendo.

Los académicos tenemos la responsabilidad ante la sociedad en general, pero muy en particular, ante nuestros educandos, no les fallemos, no los engañemos haciendo o dejando de hacer lo que el derecho y la ética nos obliga.


* Profesor Investigador de la División de Estudios Jurídicos de la UdeG.

locb15@hotmail.com