/ jueves 22 de julio de 2021

Guadalajara, corrupción inmobiliaria


Me dijo un profesor en mi paso como estudiante de arquitectura que para ser un político trascendente en este país, había que trasladarse a la Ciudad de México, para hacer dinero a través de la industria, había que trabajar en la ciudad de Monterrey y para enriquecerse había que ejercer el comercio en la ciudad de Guadalajara. Ahora comprendo ese comercio, el comercio inmobiliario para el cual, hasta hoy, en nuestra ciudad no ha requerido de escrúpulos para generar grandes utilidades a unos cuantos.

Es el caso de los inversores inmobiliarios en las múltiples regiones marginales del área metropolitana donde se han sembrado conjuntos habitacionales y fraccionamientos sin los servicios habitacionales básicos, como en Tlajomulco, Tonalá y El Salto. Pero existen eventos de corrupción cada día más notables ante una opinión ciudadana poco conocedora de temas complejos como la evidente corrupción en la reconversión de importantes remanzos de amortiguamiento ambiental en un magnífico negocio inmobiliario, aun cuando condene paulatinamente la viabilidad de toda una metropoli. Ese es el caso de las polémicas Villas Panamericanas.

Construidas de manera irregular en las faldas del bosque más importante de la amenazada ciudad de Guadalajara, a orillas del bosque de La Primavera, hoy condenan a los municipios congruentes a un largo derrotero legal para impedir el otorgamiento de la necesaria “habitabilidad” que requiere todo edificio recién construido como lo es este conjunto de departamentos edificados originalmente para albergar los cientos de departamentos que albergaron a los deportistas asistentes a la edición de los Juegos Panamericanos de Guadalajara en el año 2011. Juegos promovidos a fuerza de billetazos por el grupo promotor con empresarios y funcionarios públicos amigos del gobernador Emilio González Márquez y que hoy pretende vender el grupo privado Avaterra con un costo de entre 2 y 3 millones de pesos por unidad.

En torno a lo anterior, Gabriel Torres en su artículo encabezado “vender lo ilegal”, señala que “… Las Villas se encuentran empantanadas en, al menos, cuatro suspensiones vigentes, mismas que derivan tanto de juicios de nulidad (estatales) como de juicios de amparos (federales)”.

En ese complejo camino para demostrar el daño causado y con posibilidad de crecer y convertirlo en irreparable para la ciudad, para especialistas en derecho administrativo como José Pablo Ramos “la habitabilidad de las Villas es inminente” a partir del fallo emitido por el Tribunal Administrativo que ordena al municipio de Zapopan el certificado de habitabilidad, con lo cual se complica una visión legal pero poco justa al no evaluar el daño irreparable que se estaría cometiendo contra la actual y próximas generaciones de habitantes de nuestra sufrida ciudad.

En ese tema , analistas como Enrique Toussaint han escrito comentarios lapidarios: “… nuestra ciudad está llena de errores. Bueno, siguiendo aquella frase de Marx de que la historia se repite primero y luego como farsa, estamos llenos de farsas”. Lo cual tiene amplio sustento cuando agrega, en ese mismo análisis, lo más lamentable “… hace unos días, el corrupto tribunal de justicia administrtativa- conocido por defender permanentemente a ricos y poderosos, y abandonar los interés de la ciudad… fiel a su estilo, el TJA se inviste de presidente municipal y decide qué debe hacer el gobierno local y que no”. Con lo cual cierra lo que hoy parece ser una condena anunciada en el daño al presente y futuro de nuestra ciudad.

* Académico del CUAAD de la UdeG


Me dijo un profesor en mi paso como estudiante de arquitectura que para ser un político trascendente en este país, había que trasladarse a la Ciudad de México, para hacer dinero a través de la industria, había que trabajar en la ciudad de Monterrey y para enriquecerse había que ejercer el comercio en la ciudad de Guadalajara. Ahora comprendo ese comercio, el comercio inmobiliario para el cual, hasta hoy, en nuestra ciudad no ha requerido de escrúpulos para generar grandes utilidades a unos cuantos.

Es el caso de los inversores inmobiliarios en las múltiples regiones marginales del área metropolitana donde se han sembrado conjuntos habitacionales y fraccionamientos sin los servicios habitacionales básicos, como en Tlajomulco, Tonalá y El Salto. Pero existen eventos de corrupción cada día más notables ante una opinión ciudadana poco conocedora de temas complejos como la evidente corrupción en la reconversión de importantes remanzos de amortiguamiento ambiental en un magnífico negocio inmobiliario, aun cuando condene paulatinamente la viabilidad de toda una metropoli. Ese es el caso de las polémicas Villas Panamericanas.

Construidas de manera irregular en las faldas del bosque más importante de la amenazada ciudad de Guadalajara, a orillas del bosque de La Primavera, hoy condenan a los municipios congruentes a un largo derrotero legal para impedir el otorgamiento de la necesaria “habitabilidad” que requiere todo edificio recién construido como lo es este conjunto de departamentos edificados originalmente para albergar los cientos de departamentos que albergaron a los deportistas asistentes a la edición de los Juegos Panamericanos de Guadalajara en el año 2011. Juegos promovidos a fuerza de billetazos por el grupo promotor con empresarios y funcionarios públicos amigos del gobernador Emilio González Márquez y que hoy pretende vender el grupo privado Avaterra con un costo de entre 2 y 3 millones de pesos por unidad.

En torno a lo anterior, Gabriel Torres en su artículo encabezado “vender lo ilegal”, señala que “… Las Villas se encuentran empantanadas en, al menos, cuatro suspensiones vigentes, mismas que derivan tanto de juicios de nulidad (estatales) como de juicios de amparos (federales)”.

En ese complejo camino para demostrar el daño causado y con posibilidad de crecer y convertirlo en irreparable para la ciudad, para especialistas en derecho administrativo como José Pablo Ramos “la habitabilidad de las Villas es inminente” a partir del fallo emitido por el Tribunal Administrativo que ordena al municipio de Zapopan el certificado de habitabilidad, con lo cual se complica una visión legal pero poco justa al no evaluar el daño irreparable que se estaría cometiendo contra la actual y próximas generaciones de habitantes de nuestra sufrida ciudad.

En ese tema , analistas como Enrique Toussaint han escrito comentarios lapidarios: “… nuestra ciudad está llena de errores. Bueno, siguiendo aquella frase de Marx de que la historia se repite primero y luego como farsa, estamos llenos de farsas”. Lo cual tiene amplio sustento cuando agrega, en ese mismo análisis, lo más lamentable “… hace unos días, el corrupto tribunal de justicia administrtativa- conocido por defender permanentemente a ricos y poderosos, y abandonar los interés de la ciudad… fiel a su estilo, el TJA se inviste de presidente municipal y decide qué debe hacer el gobierno local y que no”. Con lo cual cierra lo que hoy parece ser una condena anunciada en el daño al presente y futuro de nuestra ciudad.

* Académico del CUAAD de la UdeG