/ miércoles 3 de octubre de 2018

Gracias, perdón, ayúdame más. 90 años del Opus Dei

En el 2003 llegó a los anaqueles la novela de Dan Brown “El Código DaVinci”, que resultó un bestseller masivo que derivaría en diversas secuelas y tres películas. Era un libro del que todos hablaban y todos discutían. No leerlo era estar fuera de la conversación.

En la novela el autor mezcla algunos elementos que él considera ciertos con otros temas totalmente imaginarios. Sin embargo, y a pesar de la admisión de la ficción, suscitó muchísimo interés sobre diversos asuntos. Entre ellos, el Opus Dei. Para muchas personas en el mundo, esta fue la primera vez que escucharon sobre la prelatura. Esto abrió un nuevo capítulo para la comunicación de esta institución de la Iglesia, que tuvo en sus manos una decisión fundamental: esconder la cabeza o abrir las puertas. La Prelatura eligió la segunda opción.

Miles de personas asistieron en todo el mundo a los diversos centros del Opus Dei; sobre todo al de Nueva York (porque “salía” en el libro) en búsqueda de alguno de los personajes o de algún jugoso secreto. La mayoría de los turistas se iban con las manos vacías al enterarse de que no había monjes (El Opus Dei no es una orden, sino una prelatura. La mayoría de sus miembros son laicos) y que no había extraños rituales. Pero muchísimos otros se iban con mucho más de lo que esperaban: el descubrimiento de una institución vibrante dentro de la Iglesia, y un sano interés por conocer más sobre el gran “secreto” del Opus Dei: la llamada universal a la santidad y el valor divino del trabajo ordinario.

Este 2 de Octubre de 2018 el Opus Dei cumple 90 años. Aquél día en Madrid, Josemaría Escrivá de Balaguer, un joven sacerdote que hacía un retiro espiritual, vio con claridad lo que Dios le pedía. Lo llevaba pidiendo de rodillas ya desde hacía mucho tiempo: “Señor, que vea”. Por fin, mientras sonaban las campanas de Nuestra Señora de los Ángeles, tuvo la clara noción de lo que habría de ser el Opus Dei.

Hoy la prelatura reúne a decenas de miles de miembros, hombres y mujeres de todas las profesiones y condiciones, en los cinco continentes. “De cien almas, nos interesan los cien” solía decir el fundador. La mayoría de ellos (un 98%) son laicos; personas que viven y trabajan como cualquier otra persona y que procuran hacer de su trabajo, oración. La inmensa mayoría tienen familias e hijos. Todos adquieren un compromiso de formación y reciben atención espiritual de los sacerdotes de la prelatura.

De estos miembros surgen iniciativas sociales de distintos tipos: colegios, clínicas, clubes juveniles, asociaciones para madres, universidades y escuelas para padres. En todas ellas el espíritu laico y la libertad personal se actualizan a plenitud.

Ante la realidad actual, es fácil olvidar las dificultades que el Opus Dei tuvo que enfrentar en sus inicios y a lo largo de su historia. Cuando apenas iniciaba y contaba con pocos miembros, Josemaría y un pequeño grupo tuvieron que huir escondidos a través de los helados pirineos para escapar del peligro mortal que representaba ser un sacerdote durante la guerra civil española. En cada nuevo país al que han viajado (nunca sin el permiso y bendición del obispo del lugar) han tenido que enfrentar sus propios retos a través de la pobreza. Veinte años después de su fundación, en enero de 1949, el Opus Dei llegó a México. Empezaron trabajando en Culiacán y luego, paso a paso, en el resto del país. Hoy la Prelatura tiene labor fija en 14 estados de la república y unos 8,000 miembros activos en el país.

Pero los números pueden dar una idea equivocada sobre el espíritu fundamental del Opus Dei. La Obra –como le suelen llamar, de cariño, sus propios miembros- nunca busca ni buscará atraer a las masas ni “reclutar” miembros en búsqueda de metas contables. De fondo, el proceso implica una llamada vocacional personalísima; un proceso espiritual pausado y el trato de amistad, uno a uno, con respeto absoluto a la libertad individual.

San Josemaría fue elevado a los altares el 6 de octubre de 2002 por el papa Juan Pablo II. Su sucesor Álvaro del Portillo fue beatificado en septiembre de 2014, y existen diversas causas abiertas para otros miembros, entre los que se encuentran hombres, mujeres y matrimonios.

Hoy 2 de octubre, en que el Opus Dei celebra 90 años de vida, la visión a futuro es clara: seguir trabajando de la mano del Sumo Pontífice para la santificación de las almas a través del trabajo ordinario, sin olvidar las palabras que Don Álvaro del Portillo solía repetir constantemente, a modo de jaculatoria, para subrayar la insuficiencia del trabajo sin la riqueza de la gracia: “Gracias, perdón, ayúdame más”.

El autor es catedrático de la Universidad Panamericana. Más información sobre la prelatura del Opus Dei en www.opusdei.org.mx

@franciscogpr


En el 2003 llegó a los anaqueles la novela de Dan Brown “El Código DaVinci”, que resultó un bestseller masivo que derivaría en diversas secuelas y tres películas. Era un libro del que todos hablaban y todos discutían. No leerlo era estar fuera de la conversación.

En la novela el autor mezcla algunos elementos que él considera ciertos con otros temas totalmente imaginarios. Sin embargo, y a pesar de la admisión de la ficción, suscitó muchísimo interés sobre diversos asuntos. Entre ellos, el Opus Dei. Para muchas personas en el mundo, esta fue la primera vez que escucharon sobre la prelatura. Esto abrió un nuevo capítulo para la comunicación de esta institución de la Iglesia, que tuvo en sus manos una decisión fundamental: esconder la cabeza o abrir las puertas. La Prelatura eligió la segunda opción.

Miles de personas asistieron en todo el mundo a los diversos centros del Opus Dei; sobre todo al de Nueva York (porque “salía” en el libro) en búsqueda de alguno de los personajes o de algún jugoso secreto. La mayoría de los turistas se iban con las manos vacías al enterarse de que no había monjes (El Opus Dei no es una orden, sino una prelatura. La mayoría de sus miembros son laicos) y que no había extraños rituales. Pero muchísimos otros se iban con mucho más de lo que esperaban: el descubrimiento de una institución vibrante dentro de la Iglesia, y un sano interés por conocer más sobre el gran “secreto” del Opus Dei: la llamada universal a la santidad y el valor divino del trabajo ordinario.

Este 2 de Octubre de 2018 el Opus Dei cumple 90 años. Aquél día en Madrid, Josemaría Escrivá de Balaguer, un joven sacerdote que hacía un retiro espiritual, vio con claridad lo que Dios le pedía. Lo llevaba pidiendo de rodillas ya desde hacía mucho tiempo: “Señor, que vea”. Por fin, mientras sonaban las campanas de Nuestra Señora de los Ángeles, tuvo la clara noción de lo que habría de ser el Opus Dei.

Hoy la prelatura reúne a decenas de miles de miembros, hombres y mujeres de todas las profesiones y condiciones, en los cinco continentes. “De cien almas, nos interesan los cien” solía decir el fundador. La mayoría de ellos (un 98%) son laicos; personas que viven y trabajan como cualquier otra persona y que procuran hacer de su trabajo, oración. La inmensa mayoría tienen familias e hijos. Todos adquieren un compromiso de formación y reciben atención espiritual de los sacerdotes de la prelatura.

De estos miembros surgen iniciativas sociales de distintos tipos: colegios, clínicas, clubes juveniles, asociaciones para madres, universidades y escuelas para padres. En todas ellas el espíritu laico y la libertad personal se actualizan a plenitud.

Ante la realidad actual, es fácil olvidar las dificultades que el Opus Dei tuvo que enfrentar en sus inicios y a lo largo de su historia. Cuando apenas iniciaba y contaba con pocos miembros, Josemaría y un pequeño grupo tuvieron que huir escondidos a través de los helados pirineos para escapar del peligro mortal que representaba ser un sacerdote durante la guerra civil española. En cada nuevo país al que han viajado (nunca sin el permiso y bendición del obispo del lugar) han tenido que enfrentar sus propios retos a través de la pobreza. Veinte años después de su fundación, en enero de 1949, el Opus Dei llegó a México. Empezaron trabajando en Culiacán y luego, paso a paso, en el resto del país. Hoy la Prelatura tiene labor fija en 14 estados de la república y unos 8,000 miembros activos en el país.

Pero los números pueden dar una idea equivocada sobre el espíritu fundamental del Opus Dei. La Obra –como le suelen llamar, de cariño, sus propios miembros- nunca busca ni buscará atraer a las masas ni “reclutar” miembros en búsqueda de metas contables. De fondo, el proceso implica una llamada vocacional personalísima; un proceso espiritual pausado y el trato de amistad, uno a uno, con respeto absoluto a la libertad individual.

San Josemaría fue elevado a los altares el 6 de octubre de 2002 por el papa Juan Pablo II. Su sucesor Álvaro del Portillo fue beatificado en septiembre de 2014, y existen diversas causas abiertas para otros miembros, entre los que se encuentran hombres, mujeres y matrimonios.

Hoy 2 de octubre, en que el Opus Dei celebra 90 años de vida, la visión a futuro es clara: seguir trabajando de la mano del Sumo Pontífice para la santificación de las almas a través del trabajo ordinario, sin olvidar las palabras que Don Álvaro del Portillo solía repetir constantemente, a modo de jaculatoria, para subrayar la insuficiencia del trabajo sin la riqueza de la gracia: “Gracias, perdón, ayúdame más”.

El autor es catedrático de la Universidad Panamericana. Más información sobre la prelatura del Opus Dei en www.opusdei.org.mx

@franciscogpr


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