/ domingo 12 de abril de 2020

Gentrificación mal entendida

Las primeras ciudades satélites en nuestro país y en Guadalajara, como ciudad satélite o Jardines del Bosque, hoy dentro de dos de las áreas metropolitanas más grandes y pobladas de América Latina, han sido referente de la falta de planeación al evidenciar múltiples factores que intervienen, hasta ahora inevitablemente, en ese proceso mal entendido de gentrificación cuando en la realidad concreta se ha tratado de expulsión y dispersión.

Una dispersión generadora de zonas urbanas marginales en un subdesarrollo de todos los factores inherentes a la vida urbana pacífica, ya no digamos segura socialmente, sino simplemente reproductora de la cultura de la paz.

Esos son los ejemplos soterrados públicamente de la aparición del subdesarrollo marginador de esa supuesta gentrificación planificada para dar paso, en la realidad concreta, a miles de colonias o nuevos fraccionamientos sobrepoblados y carentes de seguridad pública suficiente, infraestructura vial donde no existen ni señalamientos y ni siquiera banquetas para la seguridad mínima del peatón. Quienes suelen ser los principales compradores de estos fraccionamientos mega densos y de mini habitaciones construidas y promovidas con los fondos de INFONAVIT, suelen convertirse en asentamientos fantasmas al representar en nuestro país un abandono de viviendas populares de más de 5 millones de unidades, de acuerdo a cifras oficiales.

La limitada ministración de agua por ausencia de infraestructura, sobreexplotación de los mantos freáticos de cada región o la híper contaminación de las aguas superficiales ante la inoperancia de plantas de tratamiento de las aguas residuales, y sobre todo por la ausencia de un sistema cultural del aprovechamiento racional de las aguas, incluidas las pluviales, llega a convertir esta enorme dispersión de colonias marginales y pueblos en un regreso, real comprobable, a las primeras décadas del siglo pasado.

Sin embargo, uno de los factores más lacerantes de estos procesos de expulsión con la connotación de clase es, sin lugar a dudas el padecimiento persecutor de las clases sociales más desposeídas: el transporte público, convertido hoy en el estigma del proletariado en esas grandes áreas metropolitanas. En la Ciudad de México al ser los trabajadores y sus hijas las principales víctimas del asalto callejero y de la endémica inseguridad del transporte colectivo.

Y en el área Metropolitana de Guadalajara al ser la fuerza de trabajo, motor de la economía, quienes han reconvertido su vida cotidiana al vivir confinados por varias horas al día en un transporte público peligroso, caro, antihigiénico y bajo el estigma de parecer sólo el código del fracaso laboral, o en el motivo de la renovación reiterada de la demagógica promesa de la línea del moderno Tren Eléctrico más larga en la historia de esta ciudad, pero que nunca tiene fecha definitiva de culminación. Puras promesas pues.

* Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara.

carlosm_orozco@hotmail.com

Las primeras ciudades satélites en nuestro país y en Guadalajara, como ciudad satélite o Jardines del Bosque, hoy dentro de dos de las áreas metropolitanas más grandes y pobladas de América Latina, han sido referente de la falta de planeación al evidenciar múltiples factores que intervienen, hasta ahora inevitablemente, en ese proceso mal entendido de gentrificación cuando en la realidad concreta se ha tratado de expulsión y dispersión.

Una dispersión generadora de zonas urbanas marginales en un subdesarrollo de todos los factores inherentes a la vida urbana pacífica, ya no digamos segura socialmente, sino simplemente reproductora de la cultura de la paz.

Esos son los ejemplos soterrados públicamente de la aparición del subdesarrollo marginador de esa supuesta gentrificación planificada para dar paso, en la realidad concreta, a miles de colonias o nuevos fraccionamientos sobrepoblados y carentes de seguridad pública suficiente, infraestructura vial donde no existen ni señalamientos y ni siquiera banquetas para la seguridad mínima del peatón. Quienes suelen ser los principales compradores de estos fraccionamientos mega densos y de mini habitaciones construidas y promovidas con los fondos de INFONAVIT, suelen convertirse en asentamientos fantasmas al representar en nuestro país un abandono de viviendas populares de más de 5 millones de unidades, de acuerdo a cifras oficiales.

La limitada ministración de agua por ausencia de infraestructura, sobreexplotación de los mantos freáticos de cada región o la híper contaminación de las aguas superficiales ante la inoperancia de plantas de tratamiento de las aguas residuales, y sobre todo por la ausencia de un sistema cultural del aprovechamiento racional de las aguas, incluidas las pluviales, llega a convertir esta enorme dispersión de colonias marginales y pueblos en un regreso, real comprobable, a las primeras décadas del siglo pasado.

Sin embargo, uno de los factores más lacerantes de estos procesos de expulsión con la connotación de clase es, sin lugar a dudas el padecimiento persecutor de las clases sociales más desposeídas: el transporte público, convertido hoy en el estigma del proletariado en esas grandes áreas metropolitanas. En la Ciudad de México al ser los trabajadores y sus hijas las principales víctimas del asalto callejero y de la endémica inseguridad del transporte colectivo.

Y en el área Metropolitana de Guadalajara al ser la fuerza de trabajo, motor de la economía, quienes han reconvertido su vida cotidiana al vivir confinados por varias horas al día en un transporte público peligroso, caro, antihigiénico y bajo el estigma de parecer sólo el código del fracaso laboral, o en el motivo de la renovación reiterada de la demagógica promesa de la línea del moderno Tren Eléctrico más larga en la historia de esta ciudad, pero que nunca tiene fecha definitiva de culminación. Puras promesas pues.

* Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara.

carlosm_orozco@hotmail.com