/ jueves 10 de diciembre de 2020

GDL: La restauración de los barrios

Para el Académico Investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro Bernd Pfannenstein, los barrios históricos en todas las ciudades del mundo representan la historia viva de las sociedades que los han enmarcado. Y en relación a nuestro país agrega “… la recuperación del tejido social de las ciudades en México, requiere que dichos sistemas urbanos regresen al concepto de barrio que tienen en su ADN, el espacio público es hacer comiunidad, y no seguir con la segregación y exclusión social. El barrio es funcionalidad y seguridad”. como refiriéndose a otro campo del cual ha escrito y dictado varias conferencias en relación a los fraccionamientos privados, conocidos eufemísticamente como “cotos”.

En esa búsqueda de la recuperación de nuestros barrios en la original Area Metropolitana de Guadalajara, habría que identificarlos no sólo cronológicamente, sino, principalmente por su importancia socioeconómica y cultural originada a partir del mestizaje y aculturación criolla e indígena nativa de esta región.

En los anales de la fundación de nuestra ciudad de Guadalajara encontraremos el vestigio documental de los reinos como Tonalá, por donde “… pasaron conquistadores, frailes, evangelizadores y aventureros caminantes” y, no obstante, ya en el siglo XVI, cerca de ahí “… Mezquitán era administrado por los clérigos pertenecientes al Obispo de Guadalajara, a principios del Siglo XVII …” y su importancia socioeconómica era nula con apenas 50 vecinos en comparación con los poblados de Analco y Mexicaltzingo en los cuales sus habitantes ya criaban ganado para los potentados españoles.

Lugares, claro, desde los cuales se explotó la cantera para construir iglesias, núcleos conventuales y algunos palacetes. Cabe destacar que en barrios como Mexicaltzingo su población original prácticamente desapareció y se reasignaron los suelos agrícolas a cautivos traidos del centro de México, principalmente de Tlaxcala.

Sin embargo, Analco se consolidó como el barrio más antiguo de Guadalajara y cuyo nombre con el significado de su realidad “al otro lado del río”, le permitió otorgar fuerza de trabajo a las primeras edificaciones planeadas por los españoles peninsulares, desde la fundación misma de nuestra ciudad y sus edificaciones en 1542.

Por su parte, Mexicaltzingo encierra una carga histórica especial a partir del interés del Virrey Antonio de Mendoza de combatir, desde aquí, la resistencia de los cascanes y para lo cual funda esa nueva población denominada “San Juan de Mexicaltzigno”, a la cual se le otorgó cierta independencia por su estratégica fuerza bélica.

Por otro lado Mezquitán existió, incluso como población, antes de Tonalá y prácticamente desapareció a partir de la violenta conquista, para ser poblada posteriormente con nativos que recibieron tierras de labranza. Por obvias razones de la estrategia española en 1645 se inició la edificación de ese bello templo de San Miguel de Mezquitán, el cual fue mudo testigo de la pobreza que afectó a su población hasta dejar su iglesia casi en ruinas a mediados del siglo XIX.

Otros centros barriales dignos de documentar y restaurar por su enorme peso en la historia de nuestra ciudad son, sin duda, el de San Juan de Dios, El Santuario, El Carmen, el barrrio de El Retiro, y algunos otros que aún hoy forman parte de la cultura comunitaria de nuestra ciudad y siguen siendo referente de nuestro proceso de aculturación entre españoles peninsulares, criollos y nativos que juntos dieron origen a esta bella ciudad mexicana representativa de un mestizaje único en el mundo.

* Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

Carlosm_orozco@hotmail.com

Para el Académico Investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro Bernd Pfannenstein, los barrios históricos en todas las ciudades del mundo representan la historia viva de las sociedades que los han enmarcado. Y en relación a nuestro país agrega “… la recuperación del tejido social de las ciudades en México, requiere que dichos sistemas urbanos regresen al concepto de barrio que tienen en su ADN, el espacio público es hacer comiunidad, y no seguir con la segregación y exclusión social. El barrio es funcionalidad y seguridad”. como refiriéndose a otro campo del cual ha escrito y dictado varias conferencias en relación a los fraccionamientos privados, conocidos eufemísticamente como “cotos”.

En esa búsqueda de la recuperación de nuestros barrios en la original Area Metropolitana de Guadalajara, habría que identificarlos no sólo cronológicamente, sino, principalmente por su importancia socioeconómica y cultural originada a partir del mestizaje y aculturación criolla e indígena nativa de esta región.

En los anales de la fundación de nuestra ciudad de Guadalajara encontraremos el vestigio documental de los reinos como Tonalá, por donde “… pasaron conquistadores, frailes, evangelizadores y aventureros caminantes” y, no obstante, ya en el siglo XVI, cerca de ahí “… Mezquitán era administrado por los clérigos pertenecientes al Obispo de Guadalajara, a principios del Siglo XVII …” y su importancia socioeconómica era nula con apenas 50 vecinos en comparación con los poblados de Analco y Mexicaltzingo en los cuales sus habitantes ya criaban ganado para los potentados españoles.

Lugares, claro, desde los cuales se explotó la cantera para construir iglesias, núcleos conventuales y algunos palacetes. Cabe destacar que en barrios como Mexicaltzingo su población original prácticamente desapareció y se reasignaron los suelos agrícolas a cautivos traidos del centro de México, principalmente de Tlaxcala.

Sin embargo, Analco se consolidó como el barrio más antiguo de Guadalajara y cuyo nombre con el significado de su realidad “al otro lado del río”, le permitió otorgar fuerza de trabajo a las primeras edificaciones planeadas por los españoles peninsulares, desde la fundación misma de nuestra ciudad y sus edificaciones en 1542.

Por su parte, Mexicaltzingo encierra una carga histórica especial a partir del interés del Virrey Antonio de Mendoza de combatir, desde aquí, la resistencia de los cascanes y para lo cual funda esa nueva población denominada “San Juan de Mexicaltzigno”, a la cual se le otorgó cierta independencia por su estratégica fuerza bélica.

Por otro lado Mezquitán existió, incluso como población, antes de Tonalá y prácticamente desapareció a partir de la violenta conquista, para ser poblada posteriormente con nativos que recibieron tierras de labranza. Por obvias razones de la estrategia española en 1645 se inició la edificación de ese bello templo de San Miguel de Mezquitán, el cual fue mudo testigo de la pobreza que afectó a su población hasta dejar su iglesia casi en ruinas a mediados del siglo XIX.

Otros centros barriales dignos de documentar y restaurar por su enorme peso en la historia de nuestra ciudad son, sin duda, el de San Juan de Dios, El Santuario, El Carmen, el barrrio de El Retiro, y algunos otros que aún hoy forman parte de la cultura comunitaria de nuestra ciudad y siguen siendo referente de nuestro proceso de aculturación entre españoles peninsulares, criollos y nativos que juntos dieron origen a esta bella ciudad mexicana representativa de un mestizaje único en el mundo.

* Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

Carlosm_orozco@hotmail.com