/ miércoles 11 de septiembre de 2019

Fraccionadores a la pepena

La explosión demográfica, el desempleo y la ignorancia, entre otros factores, provocan que el ser humano haga hasta lo indecible para sobrevivir. Los requerimientos fisiológicos, los sociales y el devenir industrial y tecnológico son fuente inagotable de desechos de todo tipo y al final quedan los líquidos lixiviados y la contaminación en general que muchos terráqueos aun no toman en serio.

Entre la avaricia, la oportunidad de negocio, el combate a la contaminación y la creación de empleo, entre otras cosas, grandes compañías mundiales refresqueras, embotelladoras de agua y de diversos tipos adquieren material reciclable plástico, o PET, igual que desechos metálicos. Todo esto es parte de una cadena de actividades mundiales que tienen un eslabón importante: el empleo para personas que no saben o no pueden o no quieren hacer otra cosa que pepenar botellas, latas, residuos de metal, plásticos en general, etc. La recolección, compra y venta de estos productos representa un importante segmento ´productivo en ese jugoso negocio que permite sobrevivir a millones de personas en el mundo recolectando, vendiendo y revendiendo esos utensilios usados.

El exceso de los desechos ahoga al planeta y cada vez hay menos lugares para hacer tiraderos, como tampoco hay un freno o disminución real de los contaminantes. Con la labor de los pepenadores, comerciantes, recicladores y empresarios del ramo, de mínima forma se ataca el creciente problema. Hay que añadir que a pesar de que estudiosos y ciudadanía preocupada por el problema han analizado el problema y sugerido acciones para contrarrestarlo, las autoridades en general no han actuado con seriedad al respecto. En la zona metropolitana hay varios tiraderos de basura que ocupan quizá miles de hectáreas de terreno. Con el crecimiento poblacional la necesidad de vivienda se incrementa ante la salivación de empresarios inmobiliarios listos para construir zonas habitacionales. Mucho se dice que algunas áreas deforestadas y los incendios en bosques y tiraderos de desechos son provocados intencionalmente para la construcción de casas y los servicios correspondientes

Quienes desean esos terrenos sin duda usan todos los recursos para lograr sus objetivos. Utilizan a vecinos de tiraderos para quejarse de los malos olores, de los residuos que vuelan y quedan en sus calles y sus propias viviendas así como enfermedades derivadas de esa problemática. Hay opiniones de funcionarios y académicos que alertan sobre la contaminación, (por lixiviados), de los mantos freáticos. Hay razón generalizada pero nadie ve que esos tiraderos dan empleo a miles de personas.

Un grupo de pepenadores de la zona metropolitana de Guadalajara, agremiados a la Federación Revolucionaria de Obreros y Campesinos del Estado de Jalisco (FROC), que dirige Antonio Álvarez Esparza, se manifestó y protestó frente a las oficinas de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Guadalajara. Llevando al frente a la dirigente de los pepenadores, Araceli Batres, luego desfilaron por decenas de calles hasta el Congreso del Estado. En la CEDH entregaron un documento alertando la pérdida de empleo de unos 800 pepenadores e igual número de familias, en caso de cerrar el tiradero Los Laureles. A los diputados de la Comisión de Ecología les expusieron lo mismo.

En la CEDH la comisión de “pepes” que hablaron con directivos encontraron atención y hasta el ofrecimiento de participar en el estudio y las resoluciones correspondientes. Negaron haber emitido criterios sobre el tema y menos haberlos enterado a los legisladores. Estos, al atender a los comisionados escucharon a la señora Batres y con la frialdad y despotismo que les caracteriza, poco faltó que usaran cubre bocas para atender a los manifestantes. Y esta “atención” es de “guácala” como diría el presidente. Dicen los diputados no tener conocimiento de la situación; que no recibieron información de Derechos Humanos de Jalisco (en donde se quejó un grupo de vecinos aledaños al tiradero Los Laureles). Negaron saber de orquestados intereses inmobiliarios. Los pegados a la ubre presupuestal ofrecieron ser objetivos, plurales y apegados a derecho. Sin duda seguirá la tensión. “Cuando el río suena, agua lleva”, dice el refrán. Lo real es que si los pepenadores no se manifiestan, ni quién los tome en cuenta como generalmente hacen las diversas instancias gubernamentales. Además López Obrador protestó con plantones, bloqueos viales y manifestaciones en general. Quizá también hay que hablar con sus mamacitas.

Y es precisamente el derecho de 800 familias de pepenadores a sobrevivir, a tener empleo (porque no tienen otro) y a comer, es lo que defienden estos trabajadores ante la posible voracidad de desarrolladores inmobiliarios que siempre andan en la pepena de terrenos, según señalan. Pero el problema es mayor porque la emisión de desechos y la necesidad de vivienda aumentan y la superficie para depositarlo disminuye. El Estado debe participar en mayores soluciones y si de contaminación se trata ¿qué hay de los corredores industriales, agropecuarios y de todo tipo que al Lago de Chapala y a la zona metropolitana le llegan desde el alto Lerma? Y las zonas industriales? Y…qué pasa?


La explosión demográfica, el desempleo y la ignorancia, entre otros factores, provocan que el ser humano haga hasta lo indecible para sobrevivir. Los requerimientos fisiológicos, los sociales y el devenir industrial y tecnológico son fuente inagotable de desechos de todo tipo y al final quedan los líquidos lixiviados y la contaminación en general que muchos terráqueos aun no toman en serio.

Entre la avaricia, la oportunidad de negocio, el combate a la contaminación y la creación de empleo, entre otras cosas, grandes compañías mundiales refresqueras, embotelladoras de agua y de diversos tipos adquieren material reciclable plástico, o PET, igual que desechos metálicos. Todo esto es parte de una cadena de actividades mundiales que tienen un eslabón importante: el empleo para personas que no saben o no pueden o no quieren hacer otra cosa que pepenar botellas, latas, residuos de metal, plásticos en general, etc. La recolección, compra y venta de estos productos representa un importante segmento ´productivo en ese jugoso negocio que permite sobrevivir a millones de personas en el mundo recolectando, vendiendo y revendiendo esos utensilios usados.

El exceso de los desechos ahoga al planeta y cada vez hay menos lugares para hacer tiraderos, como tampoco hay un freno o disminución real de los contaminantes. Con la labor de los pepenadores, comerciantes, recicladores y empresarios del ramo, de mínima forma se ataca el creciente problema. Hay que añadir que a pesar de que estudiosos y ciudadanía preocupada por el problema han analizado el problema y sugerido acciones para contrarrestarlo, las autoridades en general no han actuado con seriedad al respecto. En la zona metropolitana hay varios tiraderos de basura que ocupan quizá miles de hectáreas de terreno. Con el crecimiento poblacional la necesidad de vivienda se incrementa ante la salivación de empresarios inmobiliarios listos para construir zonas habitacionales. Mucho se dice que algunas áreas deforestadas y los incendios en bosques y tiraderos de desechos son provocados intencionalmente para la construcción de casas y los servicios correspondientes

Quienes desean esos terrenos sin duda usan todos los recursos para lograr sus objetivos. Utilizan a vecinos de tiraderos para quejarse de los malos olores, de los residuos que vuelan y quedan en sus calles y sus propias viviendas así como enfermedades derivadas de esa problemática. Hay opiniones de funcionarios y académicos que alertan sobre la contaminación, (por lixiviados), de los mantos freáticos. Hay razón generalizada pero nadie ve que esos tiraderos dan empleo a miles de personas.

Un grupo de pepenadores de la zona metropolitana de Guadalajara, agremiados a la Federación Revolucionaria de Obreros y Campesinos del Estado de Jalisco (FROC), que dirige Antonio Álvarez Esparza, se manifestó y protestó frente a las oficinas de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Guadalajara. Llevando al frente a la dirigente de los pepenadores, Araceli Batres, luego desfilaron por decenas de calles hasta el Congreso del Estado. En la CEDH entregaron un documento alertando la pérdida de empleo de unos 800 pepenadores e igual número de familias, en caso de cerrar el tiradero Los Laureles. A los diputados de la Comisión de Ecología les expusieron lo mismo.

En la CEDH la comisión de “pepes” que hablaron con directivos encontraron atención y hasta el ofrecimiento de participar en el estudio y las resoluciones correspondientes. Negaron haber emitido criterios sobre el tema y menos haberlos enterado a los legisladores. Estos, al atender a los comisionados escucharon a la señora Batres y con la frialdad y despotismo que les caracteriza, poco faltó que usaran cubre bocas para atender a los manifestantes. Y esta “atención” es de “guácala” como diría el presidente. Dicen los diputados no tener conocimiento de la situación; que no recibieron información de Derechos Humanos de Jalisco (en donde se quejó un grupo de vecinos aledaños al tiradero Los Laureles). Negaron saber de orquestados intereses inmobiliarios. Los pegados a la ubre presupuestal ofrecieron ser objetivos, plurales y apegados a derecho. Sin duda seguirá la tensión. “Cuando el río suena, agua lleva”, dice el refrán. Lo real es que si los pepenadores no se manifiestan, ni quién los tome en cuenta como generalmente hacen las diversas instancias gubernamentales. Además López Obrador protestó con plantones, bloqueos viales y manifestaciones en general. Quizá también hay que hablar con sus mamacitas.

Y es precisamente el derecho de 800 familias de pepenadores a sobrevivir, a tener empleo (porque no tienen otro) y a comer, es lo que defienden estos trabajadores ante la posible voracidad de desarrolladores inmobiliarios que siempre andan en la pepena de terrenos, según señalan. Pero el problema es mayor porque la emisión de desechos y la necesidad de vivienda aumentan y la superficie para depositarlo disminuye. El Estado debe participar en mayores soluciones y si de contaminación se trata ¿qué hay de los corredores industriales, agropecuarios y de todo tipo que al Lago de Chapala y a la zona metropolitana le llegan desde el alto Lerma? Y las zonas industriales? Y…qué pasa?