Alguien debiera hacerle notar a Claudia Sheinbaum que, una fidelidad absoluta hacia una persona, cuyo comportamiento es a todas luces reprobable, no tiene justificación a la vista de todos.
Es sumamente inmoral saber que, al terminar su mandato, se quedará con una papa caliente, pues es eso lo que representa la reforma judicial y precisamente, a punto de terminar con su mandato.
El actual presidente de la república, contó con seis años para presentar la controvertida reforma al poder judicial, tiempo suficiente para estar en condiciones de rendirle cuentas al pueblo, respecto a las consecuencias de esa reforma. Además, de manera arbitraria, dejó que su comisión de puntos constitucionales discutiera y aprobara dicha reforma, pero le dejó a la legislatura entrante el compromiso de votarla, siendo que ésta última es a la que le corresponde hacer ese análisis, su discusión y en su caso, la respectiva aprobación, atendiendo a que, pueden coincidir o no con el dictamen de la comisión saliente, pues el procedimiento legal, justo y honesto señala que así debe ser y hacerse, pues de otra manera, cada fin de mandato la comisión de una legislatura que, sabiendo que, no va a votarla, le dejaría hecho su dictamen o dictámenes al siguiente congreso sin siquiera revisarlos, para que sólo la discutan o la voten.
Será que las nuevas comisiones no tendrán capacidad de análisis de propuestas que, no surjan del presidente entrante, en el presente caso, ambos pertenecen al mismo partido, pero si no fuera así, un partido opositor permitiría un atraco.
Señores legisladores, cuando menos respeten las reglas del procedimiento y atienda la efervescencia que esto está provocando en el mundo entero y tomen sus decisiones con la mente fría y no con valentonadas estériles que, pues llegará el momento en que no podrán defenderla causa y, dicho sea de paso, el responsable de todo este desorden, ya estará en su casa de retiro.
Esto no se limita al Poder Judicial, pues afectará severamente a la nación entera y para el caso de que, quieran reaccionar, muy probablemente sea demasiado tarde. La solución a nuestro sistema de justicia, no radica exclusivamente en el desempeño de jueces, magistrados y ministros, pues gran parte de la responsabilidad le corresponde a las fiscalías, a través de la intervención de los ministerios públicos, quienes con mucha frecuencia no tiene la capacidad de sostener la acusación que realizan al imputado, resultado de las malas prácticas arraigadas a lo largo de décadas, las cuales no se erradicaron con la implementación del nuevo sistema de justicia penal que, de nuevo sólo conserva su nombre.
Desde luego que, como mexicano comprometido por mi patria, me gustaría que, esta humilde opinión, fuera del conocimiento de la futura presidenta, pues considero que, es deber de todos los mexicanos, ser partícipes propositivos en las diversas problemáticas que, aquejan a nuestro país, en aras de revertir cada una de nuestras realidades sociales, pues ni una sola de ellas permite visualizar un futuro nacional alentador