/ martes 19 de junio de 2018

Expresión ciudadana / La irritación no debería eliminar la razón

Víctor M. De La Cruz Ruvalcaba

Es innegable reconocer que casi la totalidad de los mexicanos estamos enojados por los constantes y excesivos abusos de varias de nuestras autoridades, la mayoría se han detectado entre los representantes del Poder Ejecutivo, tanto a nivel federal, como en el estatal y municipal, desgraciadamente tampoco podríamos decir que son pocos los casos de alarmantes irregularidades que se presentan en el Poder Legislativo y menos aún en el Poder Judicial.

El saqueo de recursos públicos ha sido escandaloso, algunos de estos funcionarios desvergonzados no se han conformado con sustraer importantes partidas del presupuesto sino que hasta endeudaron a las entidades que gobiernan para apoderarse ilícitamente de lo más posible.

La decepción también nos ha invadido porque varios funcionarios gubernamentales a cambio de poder y dinero, formaron sórdidas alianzas con miembros del crimen común y organizado, traicionando así la confianza que la sociedad les otorgó para efectuar precisamente lo contrario, defender los derechos de la población.

La vulnerabilidad del estado de derecho se exhibe día a día con el abrumador número de delitos que quedan año tras año sin que se puedan determinar a los responsables que los cometieron y por consecuencia sin castigo, pero además tenemos un número indeterminado de sentencias emitidas por jueces y/o magistrados radicalmente distantes de la justicia.

Tampoco es posible omitir la ola de violencia que transgrede profundamente los derechos más fundamentales de los ciudadanos, como la vida, la integridad física, la protección de su patrimonio y de sus libertades.

Las campañas electorales actuales, más que propositivas para combatir estos flagelos sociales, se han caracterizado por las descalificaciones y los constantes señalamientos de corrupción, nepotismo e ineficiencia o ineficacia, pocos son los candidatos que se han atrevido a comprometerse para gestionar una disminución importante de las cuantiosas cantidades de dinero que se les asignan a los partidos políticos.

Recursos que aportamos los ciudadanos a través del pago de nuestros impuestos y que son manejados discrecionalmente para adquirir artículos banales por los dirigentes de los partidos y por sus compañeros más allegados, lo anterior sin que hasta el momento se hayan impuesto sanciones ejemplares a los infractores por alguna de las autoridades correspondientes.

El compromiso de los candidatos también ha sido nulo o mínimo hasta ahora, para promover sanciones más severas a los funcionarios públicos que incurran en actos de corrupción o en la participación de cualquier otro delito.

No obstante, en las próxima elección del mes de julio, los mexicanos estamos obligados a reflexionar profundamente a quien le vamos a otorgar nuestro voto, por ende nuestra confianza para que nos represente y para que defienda nuestros derechos más elementales, en esa jornada estará de por medio nuestro futuro, el de nuestras familias y el de todas las personas que habitamos esta extraordinaria nación.

Es trascendental que votemos con la razón más que con la irritación, que analicemos con mucho interés la congruencia de lo que dicen los candidatos ser y de lo que realmente son, pero sobre todo que tengan contrapesos en los otros poderes, para evitar la posibilidad u consolidación de una desilusión monumental.

El triunfo de la selección nacional de futbol sobre la de Alemania, nos regresó la confianza y el apoyo a nuestros jugadores, la euforia y la esperanza se respira por todo el territorio nacional, sería extraordinario que la meditación nos auxiliara a asegurarnos de elegir a las personas correctas para tener mejores representantes gubernamentales y que estos realmente nos ayuden a consolidar un mejor país.

Twitter @Xpresioncd

Víctor M. De La Cruz Ruvalcaba

Es innegable reconocer que casi la totalidad de los mexicanos estamos enojados por los constantes y excesivos abusos de varias de nuestras autoridades, la mayoría se han detectado entre los representantes del Poder Ejecutivo, tanto a nivel federal, como en el estatal y municipal, desgraciadamente tampoco podríamos decir que son pocos los casos de alarmantes irregularidades que se presentan en el Poder Legislativo y menos aún en el Poder Judicial.

El saqueo de recursos públicos ha sido escandaloso, algunos de estos funcionarios desvergonzados no se han conformado con sustraer importantes partidas del presupuesto sino que hasta endeudaron a las entidades que gobiernan para apoderarse ilícitamente de lo más posible.

La decepción también nos ha invadido porque varios funcionarios gubernamentales a cambio de poder y dinero, formaron sórdidas alianzas con miembros del crimen común y organizado, traicionando así la confianza que la sociedad les otorgó para efectuar precisamente lo contrario, defender los derechos de la población.

La vulnerabilidad del estado de derecho se exhibe día a día con el abrumador número de delitos que quedan año tras año sin que se puedan determinar a los responsables que los cometieron y por consecuencia sin castigo, pero además tenemos un número indeterminado de sentencias emitidas por jueces y/o magistrados radicalmente distantes de la justicia.

Tampoco es posible omitir la ola de violencia que transgrede profundamente los derechos más fundamentales de los ciudadanos, como la vida, la integridad física, la protección de su patrimonio y de sus libertades.

Las campañas electorales actuales, más que propositivas para combatir estos flagelos sociales, se han caracterizado por las descalificaciones y los constantes señalamientos de corrupción, nepotismo e ineficiencia o ineficacia, pocos son los candidatos que se han atrevido a comprometerse para gestionar una disminución importante de las cuantiosas cantidades de dinero que se les asignan a los partidos políticos.

Recursos que aportamos los ciudadanos a través del pago de nuestros impuestos y que son manejados discrecionalmente para adquirir artículos banales por los dirigentes de los partidos y por sus compañeros más allegados, lo anterior sin que hasta el momento se hayan impuesto sanciones ejemplares a los infractores por alguna de las autoridades correspondientes.

El compromiso de los candidatos también ha sido nulo o mínimo hasta ahora, para promover sanciones más severas a los funcionarios públicos que incurran en actos de corrupción o en la participación de cualquier otro delito.

No obstante, en las próxima elección del mes de julio, los mexicanos estamos obligados a reflexionar profundamente a quien le vamos a otorgar nuestro voto, por ende nuestra confianza para que nos represente y para que defienda nuestros derechos más elementales, en esa jornada estará de por medio nuestro futuro, el de nuestras familias y el de todas las personas que habitamos esta extraordinaria nación.

Es trascendental que votemos con la razón más que con la irritación, que analicemos con mucho interés la congruencia de lo que dicen los candidatos ser y de lo que realmente son, pero sobre todo que tengan contrapesos en los otros poderes, para evitar la posibilidad u consolidación de una desilusión monumental.

El triunfo de la selección nacional de futbol sobre la de Alemania, nos regresó la confianza y el apoyo a nuestros jugadores, la euforia y la esperanza se respira por todo el territorio nacional, sería extraordinario que la meditación nos auxiliara a asegurarnos de elegir a las personas correctas para tener mejores representantes gubernamentales y que estos realmente nos ayuden a consolidar un mejor país.

Twitter @Xpresioncd

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