/ martes 31 de julio de 2018

Expresión ciudadana / Desilusión por la desaparición de delegaciones

Víctor M. De La Cruz Ruvalcaba


Hace unos días Andrés Manuel López Obrador, próximo presidente de los Estados Unidos Mexicanos, planteó la posibilidad de desaparecer las delegaciones de casi todas las dependencias federales en los estados, con el propósito de asignarle esa función a un solo delegado o delegada en cada entidad.

No obstante, esta propuesta ha sido rechazada por diversos sectores sociales que ven con preocupación las desventajas de una decisión de esa índole, incluso según el gabinete de comunicación estratégica, una de las pocas propuestas en los que no está de acuerdo la sociedad mexicana con Andrés Manuel, es precisamente la desaparición de las delegaciones federales y la concentración de funciones en un solo delegado.

Si bien es cierto que los presidentes de México tienen el derecho de modificar algunos aspectos de la estructura del gobierno para cumplir con sus objetivos, la desconfianza inició cuando se dijo que se designarán como delegados a políticos que fueron contrincantes directos de los gobernadores electos, es decir a los candidatos de MORENA que perdieron las elecciones para gobernadores en las pasadas contiendas electorales.

Lo que de confirmarse, abonaría poco a la sana armonía que debe haber entre los delegados federales y los gobernadores, que por cierto fueron electos legítimamente por la población de sus estados, peor aún, sería la primer contradicción a lo expresado por el presidente electo en diferentes actos públicos, en donde se ha comprometido a gobernar para todos sin distingo alguno.

Por otra parte, son varios los analistas y periodistas serios, que creen que al designar a delegados con la concentración de la representación de casi todas o todas las funciones federales, crearán figuras poderosas que se pueden tornar en competidores inmediatos de los gobernadores de cada estado, lo cual sería poco saludable para el desarrollo y el bienestar de las entidades federativas.

Más aún, algunos críticos señalan que la intención del presidente electo al designar delegados a políticos y algunos excandidatos a las gubernaturas de diversos estados, es la de potencializar su imagen a la vez que disminuyen la de los gobernadores, para que en la siguiente elección, los designados por la presidencia se conviertan en candidatos a las gubernaturas de donde fueron delegados.

Esos mismos críticos sugieren que los que deberían asumir las delegaciones federales deberían de ser personas honestas, con una capacidad especializada y comprobada, y no políticos, porque éstos estarían más al pendiente de sus próximas aspiraciones que de su responsabilidad como buenos representantes del Poder Ejecutivo nacional.

El presidente electo y su equipo de trabajo, tienen la última palabra para evitar que se consuman estas polémicas acciones, incluso en un acto de sensibilidad puede ir más allá y con ello silenciar muchas críticas, al designar a delegados que no hayan sido políticos, o si de plano fuera muy necesario que los delegados sean políticos, entonces no deberían de ser excompetidores de los gobernadores en funciones, incluso, si realmente se quiere consolidar una verdadera renovación moral en la política, entonces todos los designados deberían de comprometerse públicamente y por anticipado a no postularse a ningún cargo de elección popular por los estados donde hayan desempeñado su función como delegados.

Hoy más que nunca es vital escuchar a la sociedad; los mexicanos ya no quieren más personajes que se aprovechen de los cargos y del erario para construir sus carreras en la función gubernamental, es conveniente que el nuevo gobierno recuerde que muchos votaron porque creen en ellos, pero otros lo hicieron porque los decepcionaron las otras opciones, ya sea por acciones desacertadas o por aquellas que ofendieron a los ciudadanos.

twitter: @Xpresioncd


Víctor M. De La Cruz Ruvalcaba


Hace unos días Andrés Manuel López Obrador, próximo presidente de los Estados Unidos Mexicanos, planteó la posibilidad de desaparecer las delegaciones de casi todas las dependencias federales en los estados, con el propósito de asignarle esa función a un solo delegado o delegada en cada entidad.

No obstante, esta propuesta ha sido rechazada por diversos sectores sociales que ven con preocupación las desventajas de una decisión de esa índole, incluso según el gabinete de comunicación estratégica, una de las pocas propuestas en los que no está de acuerdo la sociedad mexicana con Andrés Manuel, es precisamente la desaparición de las delegaciones federales y la concentración de funciones en un solo delegado.

Si bien es cierto que los presidentes de México tienen el derecho de modificar algunos aspectos de la estructura del gobierno para cumplir con sus objetivos, la desconfianza inició cuando se dijo que se designarán como delegados a políticos que fueron contrincantes directos de los gobernadores electos, es decir a los candidatos de MORENA que perdieron las elecciones para gobernadores en las pasadas contiendas electorales.

Lo que de confirmarse, abonaría poco a la sana armonía que debe haber entre los delegados federales y los gobernadores, que por cierto fueron electos legítimamente por la población de sus estados, peor aún, sería la primer contradicción a lo expresado por el presidente electo en diferentes actos públicos, en donde se ha comprometido a gobernar para todos sin distingo alguno.

Por otra parte, son varios los analistas y periodistas serios, que creen que al designar a delegados con la concentración de la representación de casi todas o todas las funciones federales, crearán figuras poderosas que se pueden tornar en competidores inmediatos de los gobernadores de cada estado, lo cual sería poco saludable para el desarrollo y el bienestar de las entidades federativas.

Más aún, algunos críticos señalan que la intención del presidente electo al designar delegados a políticos y algunos excandidatos a las gubernaturas de diversos estados, es la de potencializar su imagen a la vez que disminuyen la de los gobernadores, para que en la siguiente elección, los designados por la presidencia se conviertan en candidatos a las gubernaturas de donde fueron delegados.

Esos mismos críticos sugieren que los que deberían asumir las delegaciones federales deberían de ser personas honestas, con una capacidad especializada y comprobada, y no políticos, porque éstos estarían más al pendiente de sus próximas aspiraciones que de su responsabilidad como buenos representantes del Poder Ejecutivo nacional.

El presidente electo y su equipo de trabajo, tienen la última palabra para evitar que se consuman estas polémicas acciones, incluso en un acto de sensibilidad puede ir más allá y con ello silenciar muchas críticas, al designar a delegados que no hayan sido políticos, o si de plano fuera muy necesario que los delegados sean políticos, entonces no deberían de ser excompetidores de los gobernadores en funciones, incluso, si realmente se quiere consolidar una verdadera renovación moral en la política, entonces todos los designados deberían de comprometerse públicamente y por anticipado a no postularse a ningún cargo de elección popular por los estados donde hayan desempeñado su función como delegados.

Hoy más que nunca es vital escuchar a la sociedad; los mexicanos ya no quieren más personajes que se aprovechen de los cargos y del erario para construir sus carreras en la función gubernamental, es conveniente que el nuevo gobierno recuerde que muchos votaron porque creen en ellos, pero otros lo hicieron porque los decepcionaron las otras opciones, ya sea por acciones desacertadas o por aquellas que ofendieron a los ciudadanos.

twitter: @Xpresioncd


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