/ martes 29 de junio de 2021

Esfuerzos en materia de reinserción social

En todos los centros penitenciarios del país deberían llevarse a cabo actividades que contribuyan a la reinserción social de las personas que han sido privadas de su libertad. De esta manera se daría cumplimiento al artículo 18 de nuestra Carta Magna, que establece la educación, la capacitación, la salud y el trabajo como pilares de la reinserción social.

Tenemos que reconocer que esto se hace en varias cárceles del país, pero lamentablemente no en todas, lo que ha llevado a decir a algunos estudiosos de la materia que la reinserción social es un fracaso en México. Lo importante es seguir trabajando para que lo que se hace en algunos centros de reclusión se haga en todos, a fin de revertir las tasas de delincuencia y contribuir a la rehabilitación de los convictos una vez que éstos recuperen su libertad.

Algunos argumentan que los programas de inclusión social podrían ser más eficientes si se incrementara el presupuesto para los centros penitenciarios que operan en el país, algo que no sucede debido al olvido de la reinserción entre los miembros de la clase política y gobernante.

El Estado de México es una de las entidades donde se viene haciendo bien este trabajo. En octubre de 2019, meses antes de que la OMS declarara pandemia a la Covid-19, Manuel Palma Rangel, Subsecretario de Control Penitenciario, informó a un importante medio de comunicación mexiquense que “entre el 60 y 70% de las Personas Privadas de la Libertad (PPL's) realizan algún trabajo remunerado o no derivado de las actividades laborales y productivas”.

Algunas de las actividades de capacitación en los penales del Estado de México a favor de los reclusos son: talleres de costura, artesanías, tecnologías domésticas, cursos de electricidad residencial, plomería, panadería, computación, corte y confección, refrigeración, entre otros.

Este adiestramiento contribuye a la educación y combate de la ociosidad de los internos, involucrándolos en actividades productivas en beneficio de ellos mismos y de la sociedad, además de hacer posible la elaboración de muebles de madera, muebles para jardín, brochas, armado de pinzas, balones de fútbol, pelotas de béisbol, entre otros productos que son resultado de la creatividad de las y los internos.

En el contexto de la pandemia de la Covid-19, las reclusas de algunos centros penitenciarios de la Ciudad de México pusieron su trabajo al servicio de la lucha contra el coronavirus, elaborando mascarillas para proteger a las personas de contraer y propagar el mortal virus. Me refiero de manera específica al trabajo realizado por decenas de mujeres en el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, donde sus esfuerzos y creatividad hicieron posible la fabricación de miles de tapabocas, tan necesarios en la actual contingencia sanitaria.

De lo que se trata es que, al salir de la cárcel, estos hombres y mujeres puedan contar con las herramientas necesarias para sobrevivir dignamente y ser reinsertados debidamente a la sociedad, cuidando en todo momento los aspectos sicológicos y educativos que ayuden a la reconstrucción del tejido social.

Se deben aplaudir los esfuerzos de aquellas cárceles que en el país están haciendo bien su labor, así como el de aquellas instituciones que han dedicado tiempo y esfuerzos a esta noble labor. Una de ellas es Paz y Reconstrucción del Tejido Social A.C., una institución que “tiene por objeto la atención personalizada a personas acusadas o condenadas de delitos no graves y a sus familias en situación de vulnerabilidad”, apoyando a estas personas con “servicios jurídicos, pagos de fianzas, apoyo psicológico, emocional y moral, apoyo educativo, deportivo, apoyo laboral, productivo y vocacional”.

Hace unos días, el Comité Dictaminador del Programa “Por la Prevención de las Juventudes: Ruta 12”, “seleccionó a 13 asociaciones civiles como ganadoras, las cuales recibirán un apoyo económico para llevar a cabo proyectos sociales orientados a la prevención de la violencia y la delincuencia en beneficio de las juventudes con presencia en algunas de las regiones del estado de Jalisco”.

Paz y Reconstrucción del Tejido Social fue una de las asociaciones civiles beneficiadas gracias al proyecto: Nuevas masculinidades dentro de centros penitenciarios. Estoy convencido que el apoyo económico que esta institución recibirá representa una importante contribución para la realización de este proyecto, orientado a prevenir actos de violencia y delincuencia en los jóvenes.

En todos los centros penitenciarios del país deberían llevarse a cabo actividades que contribuyan a la reinserción social de las personas que han sido privadas de su libertad. De esta manera se daría cumplimiento al artículo 18 de nuestra Carta Magna, que establece la educación, la capacitación, la salud y el trabajo como pilares de la reinserción social.

Tenemos que reconocer que esto se hace en varias cárceles del país, pero lamentablemente no en todas, lo que ha llevado a decir a algunos estudiosos de la materia que la reinserción social es un fracaso en México. Lo importante es seguir trabajando para que lo que se hace en algunos centros de reclusión se haga en todos, a fin de revertir las tasas de delincuencia y contribuir a la rehabilitación de los convictos una vez que éstos recuperen su libertad.

Algunos argumentan que los programas de inclusión social podrían ser más eficientes si se incrementara el presupuesto para los centros penitenciarios que operan en el país, algo que no sucede debido al olvido de la reinserción entre los miembros de la clase política y gobernante.

El Estado de México es una de las entidades donde se viene haciendo bien este trabajo. En octubre de 2019, meses antes de que la OMS declarara pandemia a la Covid-19, Manuel Palma Rangel, Subsecretario de Control Penitenciario, informó a un importante medio de comunicación mexiquense que “entre el 60 y 70% de las Personas Privadas de la Libertad (PPL's) realizan algún trabajo remunerado o no derivado de las actividades laborales y productivas”.

Algunas de las actividades de capacitación en los penales del Estado de México a favor de los reclusos son: talleres de costura, artesanías, tecnologías domésticas, cursos de electricidad residencial, plomería, panadería, computación, corte y confección, refrigeración, entre otros.

Este adiestramiento contribuye a la educación y combate de la ociosidad de los internos, involucrándolos en actividades productivas en beneficio de ellos mismos y de la sociedad, además de hacer posible la elaboración de muebles de madera, muebles para jardín, brochas, armado de pinzas, balones de fútbol, pelotas de béisbol, entre otros productos que son resultado de la creatividad de las y los internos.

En el contexto de la pandemia de la Covid-19, las reclusas de algunos centros penitenciarios de la Ciudad de México pusieron su trabajo al servicio de la lucha contra el coronavirus, elaborando mascarillas para proteger a las personas de contraer y propagar el mortal virus. Me refiero de manera específica al trabajo realizado por decenas de mujeres en el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, donde sus esfuerzos y creatividad hicieron posible la fabricación de miles de tapabocas, tan necesarios en la actual contingencia sanitaria.

De lo que se trata es que, al salir de la cárcel, estos hombres y mujeres puedan contar con las herramientas necesarias para sobrevivir dignamente y ser reinsertados debidamente a la sociedad, cuidando en todo momento los aspectos sicológicos y educativos que ayuden a la reconstrucción del tejido social.

Se deben aplaudir los esfuerzos de aquellas cárceles que en el país están haciendo bien su labor, así como el de aquellas instituciones que han dedicado tiempo y esfuerzos a esta noble labor. Una de ellas es Paz y Reconstrucción del Tejido Social A.C., una institución que “tiene por objeto la atención personalizada a personas acusadas o condenadas de delitos no graves y a sus familias en situación de vulnerabilidad”, apoyando a estas personas con “servicios jurídicos, pagos de fianzas, apoyo psicológico, emocional y moral, apoyo educativo, deportivo, apoyo laboral, productivo y vocacional”.

Hace unos días, el Comité Dictaminador del Programa “Por la Prevención de las Juventudes: Ruta 12”, “seleccionó a 13 asociaciones civiles como ganadoras, las cuales recibirán un apoyo económico para llevar a cabo proyectos sociales orientados a la prevención de la violencia y la delincuencia en beneficio de las juventudes con presencia en algunas de las regiones del estado de Jalisco”.

Paz y Reconstrucción del Tejido Social fue una de las asociaciones civiles beneficiadas gracias al proyecto: Nuevas masculinidades dentro de centros penitenciarios. Estoy convencido que el apoyo económico que esta institución recibirá representa una importante contribución para la realización de este proyecto, orientado a prevenir actos de violencia y delincuencia en los jóvenes.