/ viernes 6 de diciembre de 2019

Equilibrios del primer año

Enrique Velázquez González

Hoy al hablar de Andrés Manuel López Obrador hay dos opciones: estar en contra y ser un fifí, o aplaudir todas y cada una de sus decisiones y ser un chairo, y no debe ser así. Cualquier gobierno tiene sus claroscuros y este no es la excepción, por eso vale la pena hacer un balance sin filias ni fobias que señale y exija lo pendiente, pero que también reconozca en lo que sí se ha avanzado.

En este primer año de gestión, la narrativa no cambió: “la prensa fifí”, “los gobiernos neoliberales”, el “yo tengo otra información”, se convirtieron en la retórica perfecta para justificar algunos de los desaciertos de este primer año. Sin duda el tema de la seguridad es el que sigue golpeando más a los mexicanos, los niveles de violencia siguen en aumento, las estrategias han sido fallidas, la Guardia Nacional no opera y aunque el propio AMLO reconoce que es un tema pendiente continúa siendo débil y poco clara la estrategia que seguirán en este segundo año. Otro desacierto que ha cobrado factura para la gobernabilidad de nuestro país es la cancelación del NAICM que ocasionó la desconfianza de las élites económicas y ha retrasado la inversión pública y privada.

Por otro lado, dentro de los aciertos que sí han logrado empatar entre el discurso y los resultados se encuentra el combate a la corrupción. El recorte a los moches, los procesos iniciados contra Rosario Robles, Emilio Lozoya, Juan Collado por diferentes ilícitos que tienen que ver con la gestión de recursos públicos, ha permitido afianzar este tema como bandera principal de la 4T. El aumento del 16% al salario mínimo fue otra atinada decisión, dejó claro que los argumentos opositores no eran más que falacias que durante décadas permitieron la pérdida de poder adquisitivo de los mexicanos.

Para este segundo año que ya inició, es necesario que AMLO comience a dar resultados, los diagnósticos y las bases para implementar las estrategias de transformación ya deben estar asentadas. En este segundo año ya no habrá espacio para culpar al pasado, los contratiempos y los errores ya serán propios. Sin duda, a pesar de todo lo que nos queda debiendo en este primer año, se celebra la voluntad de cambio, la importancia de regresarle valor a lo público, a lo social y la redistribución de la riqueza, acciones tan necesarias para el bienestar de la población y que este gobierno está comprometido en realizar.

Enrique Velázquez González

Hoy al hablar de Andrés Manuel López Obrador hay dos opciones: estar en contra y ser un fifí, o aplaudir todas y cada una de sus decisiones y ser un chairo, y no debe ser así. Cualquier gobierno tiene sus claroscuros y este no es la excepción, por eso vale la pena hacer un balance sin filias ni fobias que señale y exija lo pendiente, pero que también reconozca en lo que sí se ha avanzado.

En este primer año de gestión, la narrativa no cambió: “la prensa fifí”, “los gobiernos neoliberales”, el “yo tengo otra información”, se convirtieron en la retórica perfecta para justificar algunos de los desaciertos de este primer año. Sin duda el tema de la seguridad es el que sigue golpeando más a los mexicanos, los niveles de violencia siguen en aumento, las estrategias han sido fallidas, la Guardia Nacional no opera y aunque el propio AMLO reconoce que es un tema pendiente continúa siendo débil y poco clara la estrategia que seguirán en este segundo año. Otro desacierto que ha cobrado factura para la gobernabilidad de nuestro país es la cancelación del NAICM que ocasionó la desconfianza de las élites económicas y ha retrasado la inversión pública y privada.

Por otro lado, dentro de los aciertos que sí han logrado empatar entre el discurso y los resultados se encuentra el combate a la corrupción. El recorte a los moches, los procesos iniciados contra Rosario Robles, Emilio Lozoya, Juan Collado por diferentes ilícitos que tienen que ver con la gestión de recursos públicos, ha permitido afianzar este tema como bandera principal de la 4T. El aumento del 16% al salario mínimo fue otra atinada decisión, dejó claro que los argumentos opositores no eran más que falacias que durante décadas permitieron la pérdida de poder adquisitivo de los mexicanos.

Para este segundo año que ya inició, es necesario que AMLO comience a dar resultados, los diagnósticos y las bases para implementar las estrategias de transformación ya deben estar asentadas. En este segundo año ya no habrá espacio para culpar al pasado, los contratiempos y los errores ya serán propios. Sin duda, a pesar de todo lo que nos queda debiendo en este primer año, se celebra la voluntad de cambio, la importancia de regresarle valor a lo público, a lo social y la redistribución de la riqueza, acciones tan necesarias para el bienestar de la población y que este gobierno está comprometido en realizar.