/ martes 29 de agosto de 2023

Equilibrio político


Se vienen encima de nosotros los tiempos electorales, lo cual me hace reflexionar sobre el hecho de que, en realidad, Andrés Manuel López Obrador jamás interrumpió la campaña electoral que lo condujo a obtener la presidencia de la república en 2018. Así pues, a días de la presentación de su quinto informe de gobierno, no existe lapso, etapa o rompimiento de la campaña permanente, fortalecida e institucionalizada a través de las conferencias matutinas, conocidas como mañaneras, mecanismo de divulgación, propaganda y manipulación de datos, que utilizan recursos públicos sin límite para la promoción personal de la marca del presidente, disfrazadas de acciones de comunicación social.

Cabe destacar que en los últimos 5 años, la vida pública, los partidos políticos y el gobierno de México enfrentaron el fenómeno derivado de que la oposición aguda, punzante, activa y existente en México, alcanzará el poder, lo cual implicó un reacomodo de la clase política, renovación de mandos, cambio de reglas y de jugadores, que en principio dejaron a una nueva oposición incierta, desorientada, apática, débil y desorganizada, emanada de los partidos históricos PRI, PAN y PRD, así como el Movimiento Ciudadano, alfil satelital del presidente, opositor cómodo e incondicional del régimen.

Por ello es entendible que el inicio del caminar del presidente haya transitado por varios años cómodamente, sin obstáculos, sin sobresaltos. La transición democrática de 2018 generó tales cambios desde anímicos hasta operativos, ajustes que abonaron a que el gobierno de López Obrador asentará en el poder, que surcará su curva de aprendizaje cuidada en un compas de espera, donde la ciudadanía, de por sí apática, no participativa, ajena al escrutinio y a la exigencia de rendición de cuentas, dejará que el presidente viajara sin contratiempos, situación a la que nadie debería de acostumbrarse, pues en nada ayuda a la gobernanza ni al combate a la corrupción.

A partir de que inició el proceso previo a la selección de candidatos para la sucesión presidencial de 2024, los mexicanos avizoramos el incremento súbito de interés, participación y agitación entre las militancias partidistas, así como en los seguidores de los diferentes aspirantes a la banda presidencial. La navegación tranquila varió y la tensión política aumentó radicalmente. Las reacciones ante los errores de gobierno se han magnificado, el debate se agudizó, la critica al presidente, a sus actos de gobierno y a sus corcholatas aspirantes a remplazarlo, vinieron a más y la turbulencia política crece conforme se acercan las fases definitorias de este proceso electoral porvenir.

Las campañas políticas, en mítines y eventos masivos, redes sociales, medios de comunicación, bardas, espectaculares e impresos, distraen, entretienen, ocupan y mantiene activos a los políticos, mientras que los ciudadanos somos expectantes de como se gastan millones de pesos, despilfarrados en propaganda y obsequios para luchar con las encuestas y subir artificialmente en ellas, mientras que el gobierno sigue sin corregir, sin mejorar, sin revertir sus abusos, excesos, corrupción y excesos antidemocráticos.

La turbulencia política nubla y confunde. Lo que convendría sería impulsar el equilibrio político, exigir rendir cuentas, combatir a la corrupción, accionar en contra del crimen organizado y detener el gasto insensible y despilfarrador del gobierno mexicano, para generar mejores condiciones de entrega para el próximo gobierno que llegue en 2024, pensando sobre todo en el bien de los mexicanos y no en intereses personales, partidistas o de camarillas. Por ahí hay una buena ruta para explorar, con buenas intenciones.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz


Se vienen encima de nosotros los tiempos electorales, lo cual me hace reflexionar sobre el hecho de que, en realidad, Andrés Manuel López Obrador jamás interrumpió la campaña electoral que lo condujo a obtener la presidencia de la república en 2018. Así pues, a días de la presentación de su quinto informe de gobierno, no existe lapso, etapa o rompimiento de la campaña permanente, fortalecida e institucionalizada a través de las conferencias matutinas, conocidas como mañaneras, mecanismo de divulgación, propaganda y manipulación de datos, que utilizan recursos públicos sin límite para la promoción personal de la marca del presidente, disfrazadas de acciones de comunicación social.

Cabe destacar que en los últimos 5 años, la vida pública, los partidos políticos y el gobierno de México enfrentaron el fenómeno derivado de que la oposición aguda, punzante, activa y existente en México, alcanzará el poder, lo cual implicó un reacomodo de la clase política, renovación de mandos, cambio de reglas y de jugadores, que en principio dejaron a una nueva oposición incierta, desorientada, apática, débil y desorganizada, emanada de los partidos históricos PRI, PAN y PRD, así como el Movimiento Ciudadano, alfil satelital del presidente, opositor cómodo e incondicional del régimen.

Por ello es entendible que el inicio del caminar del presidente haya transitado por varios años cómodamente, sin obstáculos, sin sobresaltos. La transición democrática de 2018 generó tales cambios desde anímicos hasta operativos, ajustes que abonaron a que el gobierno de López Obrador asentará en el poder, que surcará su curva de aprendizaje cuidada en un compas de espera, donde la ciudadanía, de por sí apática, no participativa, ajena al escrutinio y a la exigencia de rendición de cuentas, dejará que el presidente viajara sin contratiempos, situación a la que nadie debería de acostumbrarse, pues en nada ayuda a la gobernanza ni al combate a la corrupción.

A partir de que inició el proceso previo a la selección de candidatos para la sucesión presidencial de 2024, los mexicanos avizoramos el incremento súbito de interés, participación y agitación entre las militancias partidistas, así como en los seguidores de los diferentes aspirantes a la banda presidencial. La navegación tranquila varió y la tensión política aumentó radicalmente. Las reacciones ante los errores de gobierno se han magnificado, el debate se agudizó, la critica al presidente, a sus actos de gobierno y a sus corcholatas aspirantes a remplazarlo, vinieron a más y la turbulencia política crece conforme se acercan las fases definitorias de este proceso electoral porvenir.

Las campañas políticas, en mítines y eventos masivos, redes sociales, medios de comunicación, bardas, espectaculares e impresos, distraen, entretienen, ocupan y mantiene activos a los políticos, mientras que los ciudadanos somos expectantes de como se gastan millones de pesos, despilfarrados en propaganda y obsequios para luchar con las encuestas y subir artificialmente en ellas, mientras que el gobierno sigue sin corregir, sin mejorar, sin revertir sus abusos, excesos, corrupción y excesos antidemocráticos.

La turbulencia política nubla y confunde. Lo que convendría sería impulsar el equilibrio político, exigir rendir cuentas, combatir a la corrupción, accionar en contra del crimen organizado y detener el gasto insensible y despilfarrador del gobierno mexicano, para generar mejores condiciones de entrega para el próximo gobierno que llegue en 2024, pensando sobre todo en el bien de los mexicanos y no en intereses personales, partidistas o de camarillas. Por ahí hay una buena ruta para explorar, con buenas intenciones.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz