/ miércoles 17 de marzo de 2021

Equidad de género… en el hogar

¿A quién nos dirigimos cuando escribimos? Muchas veces y sin quererlo, el escritor o el redactor se dirige sin proponérselo a los intelectuales y a otras personas de cultura media, ya que se expresa en lenguaje que le es propio y con los conceptos que tiene a su alcance, en un formato que a veces no es dominado por las mayorías. Sin embargo, sí hay quienes tratan de comunicarse con las clases populares, buscando así que el mensaje tenga el alcance deseado.

Aunque hay que reconocer que también enviar las ideas a personas de nivel cultural alto es importante porque, muchas veces, son las que están capacitadas para impulsar y dirigir los movimientos sociales que llevan el propósito de mejorar el estado de cosas. O sea que la lectura debe ser para todos y en esas nos encontramos cuando iniciamos la presente plática con los amables lectores.

Pensamos en esta ocasión en las mujeres y en la necesidad de que sus pasos hacia la igualdad de género se promuevan no solamente en la política y en el trabajo, sino también en el hogar. 0 sea, que sin necesidad de andar en las calles portando pancartas y participando en marchas, las mujeres que no tienen un empleo fuera de casa, deben ser motivo de más atenciones dentro del hogar; por decirlo así, deben disfrutar cuando menos, de los mismos derechos que el hombre. ¡Por qué? Simplemente porque ello es justo… y necesario.

¿Y qué es lo que se puede hacer para que se dé este cambio? Algunos creen que para empezar, debe eliminarse la discriminatoria práctica que infortunadamente aún existe en muchas familias y que consiste en no entregar un “diario” a la señora. ¿Por qué sucede esto? Pues porque arrastramos aún en la actualidad, costumbres que datan de culturas antiguas, emparentadas con la idea de que las mujeres tienen un menor valor (cuando muchas veces la realidad es todo lo contrario). Por lo tanto, la mujer debe recibir su “chivo” de manera puntual y suficiente.

¿Y qué más? Pues también debe contar con oportunidades de superación, apoyándola para que, de proponérselo, realice estudios escolares, obviamente si no los tiene. Además de que, al igual que el hombre, se le conceda tiempo para las prácticas deportivas, artísticas, culturales o recreativas. Porque como todos sabemos, casi no hay marido que no practique el fútbol, el béisbol, el básquetbol y hasta el golf, si la condición económica se lo permite. Se trata entonces de igualar las cosas y de que el entretenimiento de la mujer pobre o modesta, no se reduzca a los chismes de lavadero ni a las pláticas telefónicas. Ellas pueden practicar un deporte, mientras el esposo cuida los niños.

Hay maridos que hasta tiempo se dan para las francachelas con los cuateroles. Y reconocemos que también existen damas muy afectas a los desayunos con las amigas. Pero estos casos de igualdad deberían extenderse hasta los hogares donde la mujer es la parte oprimida. Otro punto prioritario sería la toma de decisiones, asunto en el cual se exigiría el diálogo, para que entre ambos, se pudiera llegar a la conclusión más conveniente.

Y estando haciéndome esas reflexiones, fue cuando esta vez se me apareció ya no un diablito colorado, sino un blanco angelito igualmente del tamaño de una cuarta, con sus manos juntas, no en actitud de oración, sino con los dedos entrelazados y colocadas las manos sobre la rodilla de una pierna cruzada… preguntándose y preguntándome:

¿Y qué se puede hacer en los hogares en que el ingreso es muy reducido y no alcanza ni siquiera para los gastos mínimos que reclamaría esta situación de igualdad?

Pues ahora sí que me la pusiste difícil, fue la respuesta mental que tuve a la mano, al reconocer que frente a las posibilidades de redención familiar, en millones de hogares mexicanos están principalmente las necesidades de la subsistencia.

Y así de manera brusca, de repente, se siente uno obligado a reconocer la realidad de muchísimos hogares mexicanos. No es que me haya caído de la nube en que andaba, sino que la verdad, con todo y lo cruda que sea, debe aceptarse a la hora de hacer reflexiones serias.

Claro que estas ideas expuestas acerca de la igualdad de género -y otras más-, pueden realmente aplicarse desde este momento en los casos en que existen las condiciones adecuadas. Y en ello convendría desde ahora poner toda la atención posible. Mientras -por supuesto- se sigue pensando en fórmulas para que millones de familias que están hundidas, muy lejos de la suficiencia, puedan dar siquiera un paso hacia adelante. O cuando menos sacar un brazo… o asomar un ojo…

* Periodista

¿A quién nos dirigimos cuando escribimos? Muchas veces y sin quererlo, el escritor o el redactor se dirige sin proponérselo a los intelectuales y a otras personas de cultura media, ya que se expresa en lenguaje que le es propio y con los conceptos que tiene a su alcance, en un formato que a veces no es dominado por las mayorías. Sin embargo, sí hay quienes tratan de comunicarse con las clases populares, buscando así que el mensaje tenga el alcance deseado.

Aunque hay que reconocer que también enviar las ideas a personas de nivel cultural alto es importante porque, muchas veces, son las que están capacitadas para impulsar y dirigir los movimientos sociales que llevan el propósito de mejorar el estado de cosas. O sea que la lectura debe ser para todos y en esas nos encontramos cuando iniciamos la presente plática con los amables lectores.

Pensamos en esta ocasión en las mujeres y en la necesidad de que sus pasos hacia la igualdad de género se promuevan no solamente en la política y en el trabajo, sino también en el hogar. 0 sea, que sin necesidad de andar en las calles portando pancartas y participando en marchas, las mujeres que no tienen un empleo fuera de casa, deben ser motivo de más atenciones dentro del hogar; por decirlo así, deben disfrutar cuando menos, de los mismos derechos que el hombre. ¡Por qué? Simplemente porque ello es justo… y necesario.

¿Y qué es lo que se puede hacer para que se dé este cambio? Algunos creen que para empezar, debe eliminarse la discriminatoria práctica que infortunadamente aún existe en muchas familias y que consiste en no entregar un “diario” a la señora. ¿Por qué sucede esto? Pues porque arrastramos aún en la actualidad, costumbres que datan de culturas antiguas, emparentadas con la idea de que las mujeres tienen un menor valor (cuando muchas veces la realidad es todo lo contrario). Por lo tanto, la mujer debe recibir su “chivo” de manera puntual y suficiente.

¿Y qué más? Pues también debe contar con oportunidades de superación, apoyándola para que, de proponérselo, realice estudios escolares, obviamente si no los tiene. Además de que, al igual que el hombre, se le conceda tiempo para las prácticas deportivas, artísticas, culturales o recreativas. Porque como todos sabemos, casi no hay marido que no practique el fútbol, el béisbol, el básquetbol y hasta el golf, si la condición económica se lo permite. Se trata entonces de igualar las cosas y de que el entretenimiento de la mujer pobre o modesta, no se reduzca a los chismes de lavadero ni a las pláticas telefónicas. Ellas pueden practicar un deporte, mientras el esposo cuida los niños.

Hay maridos que hasta tiempo se dan para las francachelas con los cuateroles. Y reconocemos que también existen damas muy afectas a los desayunos con las amigas. Pero estos casos de igualdad deberían extenderse hasta los hogares donde la mujer es la parte oprimida. Otro punto prioritario sería la toma de decisiones, asunto en el cual se exigiría el diálogo, para que entre ambos, se pudiera llegar a la conclusión más conveniente.

Y estando haciéndome esas reflexiones, fue cuando esta vez se me apareció ya no un diablito colorado, sino un blanco angelito igualmente del tamaño de una cuarta, con sus manos juntas, no en actitud de oración, sino con los dedos entrelazados y colocadas las manos sobre la rodilla de una pierna cruzada… preguntándose y preguntándome:

¿Y qué se puede hacer en los hogares en que el ingreso es muy reducido y no alcanza ni siquiera para los gastos mínimos que reclamaría esta situación de igualdad?

Pues ahora sí que me la pusiste difícil, fue la respuesta mental que tuve a la mano, al reconocer que frente a las posibilidades de redención familiar, en millones de hogares mexicanos están principalmente las necesidades de la subsistencia.

Y así de manera brusca, de repente, se siente uno obligado a reconocer la realidad de muchísimos hogares mexicanos. No es que me haya caído de la nube en que andaba, sino que la verdad, con todo y lo cruda que sea, debe aceptarse a la hora de hacer reflexiones serias.

Claro que estas ideas expuestas acerca de la igualdad de género -y otras más-, pueden realmente aplicarse desde este momento en los casos en que existen las condiciones adecuadas. Y en ello convendría desde ahora poner toda la atención posible. Mientras -por supuesto- se sigue pensando en fórmulas para que millones de familias que están hundidas, muy lejos de la suficiencia, puedan dar siquiera un paso hacia adelante. O cuando menos sacar un brazo… o asomar un ojo…

* Periodista