/ domingo 9 de diciembre de 2018

Entorno / Salario mínimo a los políticos

Los políticos del Estado mexicano con representación de poder, tanto en el Poder Legislativo como Ejecutivo y Judicial, todos deben de revisar su salario y renunciar al mismo para disminuirse a un salario mínimo, dejando los discursos de la remuneración económica, tanto para los gobiernos municipales, estatales, federales y locales, deben de despertar conciencia y por lo menos sentir lo que siente el pueblo en su gran mayoría obreros y campesinos cuando sientes el hambre, ya que ganan el salario mínimo, donde ya no hay canasta básica, la misma que desapareció con el sistema neoliberal.

Anteriormente las familias vivíamos con un salario mínimo gracias al control de precios de la canasta básica y ese platillo tan exquisito que en la actualidad es conocido como caldo de res, era la dieta de la sociedad mexicana de los pobres, asimismo la leche, el huevo, el frijol y las tortillas eran parte de la dieta de los mexicanos; los obreros y campesinos escalaban de una clase baja de un lumpen proletariado a una clase media, los ricos en este país siempre han existido y han sido parte de la historia de México, pero la desigualdad social no se polarizaba como en estas épocas, donde hay muchos pobres que en términos estadísticos en un país de ciento veinticinco millones de seres humanos existen sesenta millones de pobres, y otros más de diez millones se encuentran en extrema pobreza, deambulando por las calles de la ciudad de Guadalajara y buscan comida en los basureros que los ricos la tiran y ante ese desperdicio del alimento los pobres recogen ese sobrante para alimentarse.

Este fenómeno lo vemos a diario por las mañanas antes de que el carretón de basura pase por nuestras casas, los seres humanos hacen una recolección del desperdicio humano, a otros los podemos observar en el centro de la ciudad, unos tratando de calentar su cuerpo en los extractores de aire de los hoteles del centro de la ciudad, otros dentro de las puertas de los cajeros bancarios, como ejemplo tenemos que en la calle de Clemente Aguirre y la Calzada Independencia encontramos a muchos seres humanos resguardándose en los cajeros bancarios y compartiendo su alimento con las bolsas de basura que los ricos desperdician.

Esta es la polarización de una pirámide sociológica que comienza a extremarse, ricos o burgueses dentro del vértice piramidal, clase media que se polariza en la clase media alta, en la clase media y hasta en la clase media baja, la misma que comienza a desaparecer poco a poco, mientras que los pobres o son pobres que viven con un salario mínimo o son lumpen proletariado o pobres de extrema pobreza que no tienen nada, solamente unos brazos para estirarlos y pedir una limosna, por supuesto que ellos no votan ni entran al mercado electoral, y no es negocio político para los representantes populares que han llegado al poder.

Para ellos los ciento ocho mil pesos que se asignó el Presidente de la República representan una ofensa, dentro de este factor económico de salarios mínimos, o nada de salarios, para el obrero y trabajador del campo o para quien no tiene nada, ya que la ropa que usan para protegerse de las inclemencias del tiempo, de esos seres humanos que como escribía Juan Rulfo en su obra de Pedro Paramo “caminan como hebras humanas”, el poder político tiene todo y en ese poder político se llama poder y dinero, tanto poder que se tiene que las horas del tiempo de un reloj es el tiempo de él como Presidente de la República, tal como se escribía en esa anécdota porfiriana donde el general Díaz, pedía la hora y sus allegados y le decían: “es la hora que usted ordene, señor Presidente”.

En los tiempos de la Colonia y ante todo para ser parte de las diputaciones de Cádiz, los diputados para ser electos deberían de tener dinerito, ya que la representación política electoral no dejaba dinero, solo dejaba trabajo, trabajo y trabajo, dentro de la representación política que atendían.

Por esto el que gane el Presidente de la República un salario mínimo rompería en la historia de México el paradigma de la refundación de la cuarta República.

Profesor de Derecho de la Universidad de Guadalajara y Miembro fundador de la Asociación Nacional de Doctores en Derecho. Capítulo Jalisco.


mail antonio_dejesus@hotmail.com

twitter@mendozaAntoio

Los políticos del Estado mexicano con representación de poder, tanto en el Poder Legislativo como Ejecutivo y Judicial, todos deben de revisar su salario y renunciar al mismo para disminuirse a un salario mínimo, dejando los discursos de la remuneración económica, tanto para los gobiernos municipales, estatales, federales y locales, deben de despertar conciencia y por lo menos sentir lo que siente el pueblo en su gran mayoría obreros y campesinos cuando sientes el hambre, ya que ganan el salario mínimo, donde ya no hay canasta básica, la misma que desapareció con el sistema neoliberal.

Anteriormente las familias vivíamos con un salario mínimo gracias al control de precios de la canasta básica y ese platillo tan exquisito que en la actualidad es conocido como caldo de res, era la dieta de la sociedad mexicana de los pobres, asimismo la leche, el huevo, el frijol y las tortillas eran parte de la dieta de los mexicanos; los obreros y campesinos escalaban de una clase baja de un lumpen proletariado a una clase media, los ricos en este país siempre han existido y han sido parte de la historia de México, pero la desigualdad social no se polarizaba como en estas épocas, donde hay muchos pobres que en términos estadísticos en un país de ciento veinticinco millones de seres humanos existen sesenta millones de pobres, y otros más de diez millones se encuentran en extrema pobreza, deambulando por las calles de la ciudad de Guadalajara y buscan comida en los basureros que los ricos la tiran y ante ese desperdicio del alimento los pobres recogen ese sobrante para alimentarse.

Este fenómeno lo vemos a diario por las mañanas antes de que el carretón de basura pase por nuestras casas, los seres humanos hacen una recolección del desperdicio humano, a otros los podemos observar en el centro de la ciudad, unos tratando de calentar su cuerpo en los extractores de aire de los hoteles del centro de la ciudad, otros dentro de las puertas de los cajeros bancarios, como ejemplo tenemos que en la calle de Clemente Aguirre y la Calzada Independencia encontramos a muchos seres humanos resguardándose en los cajeros bancarios y compartiendo su alimento con las bolsas de basura que los ricos desperdician.

Esta es la polarización de una pirámide sociológica que comienza a extremarse, ricos o burgueses dentro del vértice piramidal, clase media que se polariza en la clase media alta, en la clase media y hasta en la clase media baja, la misma que comienza a desaparecer poco a poco, mientras que los pobres o son pobres que viven con un salario mínimo o son lumpen proletariado o pobres de extrema pobreza que no tienen nada, solamente unos brazos para estirarlos y pedir una limosna, por supuesto que ellos no votan ni entran al mercado electoral, y no es negocio político para los representantes populares que han llegado al poder.

Para ellos los ciento ocho mil pesos que se asignó el Presidente de la República representan una ofensa, dentro de este factor económico de salarios mínimos, o nada de salarios, para el obrero y trabajador del campo o para quien no tiene nada, ya que la ropa que usan para protegerse de las inclemencias del tiempo, de esos seres humanos que como escribía Juan Rulfo en su obra de Pedro Paramo “caminan como hebras humanas”, el poder político tiene todo y en ese poder político se llama poder y dinero, tanto poder que se tiene que las horas del tiempo de un reloj es el tiempo de él como Presidente de la República, tal como se escribía en esa anécdota porfiriana donde el general Díaz, pedía la hora y sus allegados y le decían: “es la hora que usted ordene, señor Presidente”.

En los tiempos de la Colonia y ante todo para ser parte de las diputaciones de Cádiz, los diputados para ser electos deberían de tener dinerito, ya que la representación política electoral no dejaba dinero, solo dejaba trabajo, trabajo y trabajo, dentro de la representación política que atendían.

Por esto el que gane el Presidente de la República un salario mínimo rompería en la historia de México el paradigma de la refundación de la cuarta República.

Profesor de Derecho de la Universidad de Guadalajara y Miembro fundador de la Asociación Nacional de Doctores en Derecho. Capítulo Jalisco.


mail antonio_dejesus@hotmail.com

twitter@mendozaAntoio