/ jueves 22 de julio de 2021

El virus que viaja

Cuál es el verdadero criterio que toma el Gobierno Federal, los estatales, vamos, todos los que están vinculados a “Cuidar” a la población del contagio. me parece a la distancia que no han tenido del todo la experiencia que miles experimentan todos los días y sin que estos puntos sean “tocados” por el reglamento vigente en una pandemia, que además nos debe generar más empatía.

Esta semana viajé a Campeche, la primera experiencia la tuve en el vehículo que me transportó del estacionamiento al aeropuerto, no se encontraba sanitizada, el chofer me comentaba que lo hacen, pero al final del día o cuando tienen oportunidad entre los tiempos que no suben pasajeros.

si bien es cierto que en ese vehículo viajábamos todos con cubrebocas y hasta googles o careta, todos coincidimos con la pura mirada y comenzamos a desinfectar nuestros espacios.

al llegar al Aeropuerto de Guadalajara en la fila para documentar, nula la sana distancia y en la sala de filtro menos, al menos no existe en ningún momento un periodo de sanitización de charolas, por ejemplo, pero eso sí, los guardias que revisan el equipaje te decomisan tus desinfectantes porque el envase en el que van no tiene etiqueta.

llegas a la sala de espera, y al menos no me tocó ver que alguien limpiara las mesas del área común que se encuentran para que, comensales del área de comida esperen, sucio si, y sin que alguien de los establecimientos o del propio mantenimiento del aeropuerto se haga cargo.

llegas a la Ciudad de México y el panorama es igual, como lo he consignado en columnas anteriores, la propia terminal aérea no sigue protocolos asumiendo que la gente puede hacerlo, los turistas o pasajeros que vienen del extranjero entran sin ningún tipo de restricción, contrario a lo que tenemos que cumplir como Mexicanos para entrar a otra nación. me refiero al pasaporte sanitario.

viajé a Campeche, un aeropuerto Internacional dice su insignia que da la bienvenida y que sólo cuenta con una sala de abordaje. impresionante ver a cientos de personas, ya sin poder encontrar lugar parados a la espera de sus vuelos, los asientos que estaban reservados para la sana distancia ya ocupados, y una persona con ataque de ansiedad le pidió a un vigilante que por favor le permitiera salir hacia la terraza porque se sentía vulnerada, la respuesta fue en negativo y hasta con un - “hágase para allá” sin empatía y sin tampoco advertir que los contagios al corte diario ya superaban los 13 mil. advertí en las mamparas de la terminal postres y avisos sobre el cuidado en la pandemia, losa visos del gel, del cubre bocas, de los espacios, lo consigné en mi cuenta de Twitter en espera quizá de fijar un precedente que eso estaba pasando justo en los aeropuertos y centrales camioneras en ese momento.

No recibí respuesta de autoridad alguna, advirtiendo entonces que sigue sin aplicarse el protocolo de vigilancia correspondiente, dejando entrever que non todos los puntos hay compromisos reales para cuidar a la gente. una cosa es que existan personas que vayan en contra de la vacuna, que no se cuiden por exceso de confianza o incredulidad, por falta de cultura en el correcto uso del cubre bocas y otra muy diferente es que en esos espacios no se considere un plan b en caso de aglomeraciones, por ejemplo.

Nos hemos hecho así, sorprendidos por los indicadores diarios en el crecimiento exponencial de casos de contagios, que cercanos a nosotros están aislados o en hospitales, pero me sorprende ver cuántos en riesgo latente viajan o con el virus en su persona o con el que adquieren a bordo.

es lo que se ve en sólo un viaje de 24 horas en varios escenarios donde la ausencia de autoridades sanitarias es evidente e insisto, pareciera que estos puntos por “imagen” son intocables o peor, considerados como incontrolables, pero sumamente peligrosos. las vacaciones están en curso, y no todo será los bares, restaurantes, albercas. estos sitios también merecen estar en la lista de un virus que viaja igual en premier que en clase turista.

Cuál es el verdadero criterio que toma el Gobierno Federal, los estatales, vamos, todos los que están vinculados a “Cuidar” a la población del contagio. me parece a la distancia que no han tenido del todo la experiencia que miles experimentan todos los días y sin que estos puntos sean “tocados” por el reglamento vigente en una pandemia, que además nos debe generar más empatía.

Esta semana viajé a Campeche, la primera experiencia la tuve en el vehículo que me transportó del estacionamiento al aeropuerto, no se encontraba sanitizada, el chofer me comentaba que lo hacen, pero al final del día o cuando tienen oportunidad entre los tiempos que no suben pasajeros.

si bien es cierto que en ese vehículo viajábamos todos con cubrebocas y hasta googles o careta, todos coincidimos con la pura mirada y comenzamos a desinfectar nuestros espacios.

al llegar al Aeropuerto de Guadalajara en la fila para documentar, nula la sana distancia y en la sala de filtro menos, al menos no existe en ningún momento un periodo de sanitización de charolas, por ejemplo, pero eso sí, los guardias que revisan el equipaje te decomisan tus desinfectantes porque el envase en el que van no tiene etiqueta.

llegas a la sala de espera, y al menos no me tocó ver que alguien limpiara las mesas del área común que se encuentran para que, comensales del área de comida esperen, sucio si, y sin que alguien de los establecimientos o del propio mantenimiento del aeropuerto se haga cargo.

llegas a la Ciudad de México y el panorama es igual, como lo he consignado en columnas anteriores, la propia terminal aérea no sigue protocolos asumiendo que la gente puede hacerlo, los turistas o pasajeros que vienen del extranjero entran sin ningún tipo de restricción, contrario a lo que tenemos que cumplir como Mexicanos para entrar a otra nación. me refiero al pasaporte sanitario.

viajé a Campeche, un aeropuerto Internacional dice su insignia que da la bienvenida y que sólo cuenta con una sala de abordaje. impresionante ver a cientos de personas, ya sin poder encontrar lugar parados a la espera de sus vuelos, los asientos que estaban reservados para la sana distancia ya ocupados, y una persona con ataque de ansiedad le pidió a un vigilante que por favor le permitiera salir hacia la terraza porque se sentía vulnerada, la respuesta fue en negativo y hasta con un - “hágase para allá” sin empatía y sin tampoco advertir que los contagios al corte diario ya superaban los 13 mil. advertí en las mamparas de la terminal postres y avisos sobre el cuidado en la pandemia, losa visos del gel, del cubre bocas, de los espacios, lo consigné en mi cuenta de Twitter en espera quizá de fijar un precedente que eso estaba pasando justo en los aeropuertos y centrales camioneras en ese momento.

No recibí respuesta de autoridad alguna, advirtiendo entonces que sigue sin aplicarse el protocolo de vigilancia correspondiente, dejando entrever que non todos los puntos hay compromisos reales para cuidar a la gente. una cosa es que existan personas que vayan en contra de la vacuna, que no se cuiden por exceso de confianza o incredulidad, por falta de cultura en el correcto uso del cubre bocas y otra muy diferente es que en esos espacios no se considere un plan b en caso de aglomeraciones, por ejemplo.

Nos hemos hecho así, sorprendidos por los indicadores diarios en el crecimiento exponencial de casos de contagios, que cercanos a nosotros están aislados o en hospitales, pero me sorprende ver cuántos en riesgo latente viajan o con el virus en su persona o con el que adquieren a bordo.

es lo que se ve en sólo un viaje de 24 horas en varios escenarios donde la ausencia de autoridades sanitarias es evidente e insisto, pareciera que estos puntos por “imagen” son intocables o peor, considerados como incontrolables, pero sumamente peligrosos. las vacaciones están en curso, y no todo será los bares, restaurantes, albercas. estos sitios también merecen estar en la lista de un virus que viaja igual en premier que en clase turista.