/ miércoles 14 de julio de 2021

El turno de Cuba

Abel Campirano Marín*

No se puede tapar el sol con un dedo. Hay violencia en América. Venezuela, Nicaragua, El Salvador, México, Haití y ahora Cuba.

Con mayor o menor intensidad y con causas probablemente diferentes en la modalidad pero coincidentes en la esencia, América experimenta movimientos sociales violentos que encuentran su explicación en la profunda complejidad de las relaciones humanas abandonadas de los valores, donde la solidaridad, el amor por el prójimo y el bienestar social son solo palabras pues en los hechos lo que se busca es el interés propio o de un grupo determinado y muy allegado a las fuentes del poder constituido.

En el caso de Cuba, como lo es en los de los diversos Países mencionados, la esencia es la misma: la inconformidad del pueblo con la desigualdad social, la sed de justicia y el hambre propiamente dicha que es la que desencadena la violencia extrema; la gente que tiene hambre es capaz de arriesgar su vida con tal de sobrevivir.

El pueblo cubano es el que está sufriendo las atrocidades de la pobreza, del abandono, del desabasto de medicamentos, de la violencia; sufre en carne propia los frutos de la desigualdad social y de políticas obsoletas.

La dialéctica marxista encierra en su propia denominación su equivocación; el materialismo absoluto dialéctico propugnado por Carlos Marx, quien se inspiró en Georg Wilhelm Frederick Hegel, Ludwig Feuerbach y Emanuel Kant, propone la revolución a través de la lucha de clases; primero se adquiere conciencia de clase, se termina con la burguesía y se establece la dictadura del proletariado y ahí acaba el proceso. Falso. El proceso es dialéctico, es decir vuelve a empezar; luego entonces, los que antes integraban la burguesía se convierten por medio de la lucha de clases en proletarios porque éstos ya alcanzaron la burguesía, el nivel superior; por tanto, habiendo descendido esos peldaños, los otrora burgueses ahora proletarios, adquieren la conciencia de clase y buscan ahora por su parte la lucha de clases para volver al sitial de burgueses con la bandera de la dictadura del proletariado así que el tránsito de burguesía-proletariado-burguesía es infinito lo que demuestra la deficiencia del planteamiento marxista.

Cuba sufre; más allá de la ideología y la dialéctica, es un País hermano que tiene necesidad y hambre de libertad, de que sus habitantes vivan en un ambiente sano y de paz, sin hambre y sin sed de justicia sin desigualdades sociales, que progresen, que se acabe esa pesadilla de haberse quedado anclados en la década de los años cincuenta, que e acabe el bloqueo, que sean felices.

Quiera Dios que pronto Cuba recupere la paz que se merece, que su querido pueblo tan sufrido, valiente, creativo y laborioso, recupere su libertad y determine por si mismo y sin ingerencias ni dictaduras su forma de gobierno como mejor le parezca con verdadera democracia y no con escenarios montados al estilo de Bertold Brecht aquel famoso creador del Teatro Dialéctico o los imaginarios de Kafka.

Cuba tiene tristes a sus hermanos Latinoamericanos; nuestros corazones están abatidos ante la imposibilidad de brindarles más ayuda que nuestra solidaridad y nuestras oraciones y el deseo que el espíritu libertario de Simón Bolívar y José Martí los llene de esperanza y fortaleza.

*Doctor en Derecho

Abel Campirano Marín*

No se puede tapar el sol con un dedo. Hay violencia en América. Venezuela, Nicaragua, El Salvador, México, Haití y ahora Cuba.

Con mayor o menor intensidad y con causas probablemente diferentes en la modalidad pero coincidentes en la esencia, América experimenta movimientos sociales violentos que encuentran su explicación en la profunda complejidad de las relaciones humanas abandonadas de los valores, donde la solidaridad, el amor por el prójimo y el bienestar social son solo palabras pues en los hechos lo que se busca es el interés propio o de un grupo determinado y muy allegado a las fuentes del poder constituido.

En el caso de Cuba, como lo es en los de los diversos Países mencionados, la esencia es la misma: la inconformidad del pueblo con la desigualdad social, la sed de justicia y el hambre propiamente dicha que es la que desencadena la violencia extrema; la gente que tiene hambre es capaz de arriesgar su vida con tal de sobrevivir.

El pueblo cubano es el que está sufriendo las atrocidades de la pobreza, del abandono, del desabasto de medicamentos, de la violencia; sufre en carne propia los frutos de la desigualdad social y de políticas obsoletas.

La dialéctica marxista encierra en su propia denominación su equivocación; el materialismo absoluto dialéctico propugnado por Carlos Marx, quien se inspiró en Georg Wilhelm Frederick Hegel, Ludwig Feuerbach y Emanuel Kant, propone la revolución a través de la lucha de clases; primero se adquiere conciencia de clase, se termina con la burguesía y se establece la dictadura del proletariado y ahí acaba el proceso. Falso. El proceso es dialéctico, es decir vuelve a empezar; luego entonces, los que antes integraban la burguesía se convierten por medio de la lucha de clases en proletarios porque éstos ya alcanzaron la burguesía, el nivel superior; por tanto, habiendo descendido esos peldaños, los otrora burgueses ahora proletarios, adquieren la conciencia de clase y buscan ahora por su parte la lucha de clases para volver al sitial de burgueses con la bandera de la dictadura del proletariado así que el tránsito de burguesía-proletariado-burguesía es infinito lo que demuestra la deficiencia del planteamiento marxista.

Cuba sufre; más allá de la ideología y la dialéctica, es un País hermano que tiene necesidad y hambre de libertad, de que sus habitantes vivan en un ambiente sano y de paz, sin hambre y sin sed de justicia sin desigualdades sociales, que progresen, que se acabe esa pesadilla de haberse quedado anclados en la década de los años cincuenta, que e acabe el bloqueo, que sean felices.

Quiera Dios que pronto Cuba recupere la paz que se merece, que su querido pueblo tan sufrido, valiente, creativo y laborioso, recupere su libertad y determine por si mismo y sin ingerencias ni dictaduras su forma de gobierno como mejor le parezca con verdadera democracia y no con escenarios montados al estilo de Bertold Brecht aquel famoso creador del Teatro Dialéctico o los imaginarios de Kafka.

Cuba tiene tristes a sus hermanos Latinoamericanos; nuestros corazones están abatidos ante la imposibilidad de brindarles más ayuda que nuestra solidaridad y nuestras oraciones y el deseo que el espíritu libertario de Simón Bolívar y José Martí los llene de esperanza y fortaleza.

*Doctor en Derecho