/ lunes 4 de julio de 2022

El Tapado (Segunda de dos partes)


Quizá el último tapado fue Luis Donaldo Colosio en quien se cifraron muchas esperanzas que quedaron truncadas en Lomas Taurinas. El entonces Presidente Salinas tuvo que intervenir en plena campaña de Colosio, cuando Manuel Camacho Solís se decía el verdadero candidato, para decir a propios extraños su famoso : “No se hagan bolas, el candidato es Colosio”.

Victimado el sonorense, Ernesto Zedillo fue designado sin destape y tuvo que reconocer seis años más tarde el triunfo de Vicente Fox. En los albores de la sucesión presidencial de 2006, poco antes de que se abrieran formalmente los procesos de selección de los partidos, Francisco Ramírez Acuña se adelantó y “destapó” a Felipe Calderón como el candidato de Acción Nacional para las elecciones de 2006, y propiamente no fue un destape, pues era sabido que el favorito de Vicente Fox no era Calderón Hinojosa y además Ramírez Acuña no era el Mandatario Federal en turno.

El Tapadismo, como decíamos en el artículo de la semana pasada, fue una práctica de los Presidentes de la República en funciones y que se saltaban de las opiniones de las bases de sus partidos para imponer los candidatos in pectore y quedó en desuso al finalizar el sexenio de Salinas.

En 2018, el candidato de Morena Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia, no sin antes haber llegar a un conveniente arreglo con quien era el poseedor de las máximas simpatías del partido, Marcelo Ebrard para poder competir en contra de Meade, Jaime Rodríguez y Anaya, sus principales opositores.

Ha tratado el actual presidente de no parecerse en nada a sus antecesores y una de las cosas que encontró atingentes para establecer diferencias fue precisamente la práctica del tapadismo, por lo que en un total contrasentido e incongruencia hizo un destape múltiple y prematuro además de virtualmente ofensivo por lo peyorativo del término, al llamar “corcholatas” a quienes mencionó como posibles sucesores y que desde hace un buen tiempo vienen haciendo campañas disfrazadas con una evidente distracción de sus labores.

Ha mantenido la atención de la prensa con quienes hacen de marionetas porque siguen los movimientos que les van trazando los hilos no tan invisibles que se encuentran en Palacio Nacional, y así Claudia, Marcelo y Adán son las corcholatas preferidas, en tanto que Ricardo Monreal suspira y suspira como eterno enamorado mal correspondido, por un guiño coqueto de quien antes lo invitaba a desayunar a Palacio.

El Zacatecano sufre pero el esquivo Andrés Manuel no le hace caso, exactamente como la novia altiva que tiene al pretendiente, -como decían en mi pueblo- mascando mecate.

El adelantar vísperas no tiene sentido práctico porque los pre-pre-candidatos se van desgastando con tanto tiempo de anticipación a sus campañas porque solo son corifeos del Presidente López, una especie de caja de resonancia de los discursos de su jefe sin aporte alguno con un proyecto concreto y solo siembran división y discordia en su propio partido como lo hacen con su correligionario, el sempiterno Senador Monreal.

Se acabó el tapadismo, pero ha surgido el corcholatismo. Dos prácticas reprobables en política aunque sin duda útiles para los aviesos propósitos de los primeros mandatarios que quieren emular al Callismo, pero olvidan las lecciones de la historia que frente a Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas se fajó los pantalones y acabó con el Maximato.


Quizá el último tapado fue Luis Donaldo Colosio en quien se cifraron muchas esperanzas que quedaron truncadas en Lomas Taurinas. El entonces Presidente Salinas tuvo que intervenir en plena campaña de Colosio, cuando Manuel Camacho Solís se decía el verdadero candidato, para decir a propios extraños su famoso : “No se hagan bolas, el candidato es Colosio”.

Victimado el sonorense, Ernesto Zedillo fue designado sin destape y tuvo que reconocer seis años más tarde el triunfo de Vicente Fox. En los albores de la sucesión presidencial de 2006, poco antes de que se abrieran formalmente los procesos de selección de los partidos, Francisco Ramírez Acuña se adelantó y “destapó” a Felipe Calderón como el candidato de Acción Nacional para las elecciones de 2006, y propiamente no fue un destape, pues era sabido que el favorito de Vicente Fox no era Calderón Hinojosa y además Ramírez Acuña no era el Mandatario Federal en turno.

El Tapadismo, como decíamos en el artículo de la semana pasada, fue una práctica de los Presidentes de la República en funciones y que se saltaban de las opiniones de las bases de sus partidos para imponer los candidatos in pectore y quedó en desuso al finalizar el sexenio de Salinas.

En 2018, el candidato de Morena Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia, no sin antes haber llegar a un conveniente arreglo con quien era el poseedor de las máximas simpatías del partido, Marcelo Ebrard para poder competir en contra de Meade, Jaime Rodríguez y Anaya, sus principales opositores.

Ha tratado el actual presidente de no parecerse en nada a sus antecesores y una de las cosas que encontró atingentes para establecer diferencias fue precisamente la práctica del tapadismo, por lo que en un total contrasentido e incongruencia hizo un destape múltiple y prematuro además de virtualmente ofensivo por lo peyorativo del término, al llamar “corcholatas” a quienes mencionó como posibles sucesores y que desde hace un buen tiempo vienen haciendo campañas disfrazadas con una evidente distracción de sus labores.

Ha mantenido la atención de la prensa con quienes hacen de marionetas porque siguen los movimientos que les van trazando los hilos no tan invisibles que se encuentran en Palacio Nacional, y así Claudia, Marcelo y Adán son las corcholatas preferidas, en tanto que Ricardo Monreal suspira y suspira como eterno enamorado mal correspondido, por un guiño coqueto de quien antes lo invitaba a desayunar a Palacio.

El Zacatecano sufre pero el esquivo Andrés Manuel no le hace caso, exactamente como la novia altiva que tiene al pretendiente, -como decían en mi pueblo- mascando mecate.

El adelantar vísperas no tiene sentido práctico porque los pre-pre-candidatos se van desgastando con tanto tiempo de anticipación a sus campañas porque solo son corifeos del Presidente López, una especie de caja de resonancia de los discursos de su jefe sin aporte alguno con un proyecto concreto y solo siembran división y discordia en su propio partido como lo hacen con su correligionario, el sempiterno Senador Monreal.

Se acabó el tapadismo, pero ha surgido el corcholatismo. Dos prácticas reprobables en política aunque sin duda útiles para los aviesos propósitos de los primeros mandatarios que quieren emular al Callismo, pero olvidan las lecciones de la historia que frente a Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas se fajó los pantalones y acabó con el Maximato.