/ jueves 3 de junio de 2021

El sueño político joven

César Alejandro Larios Villaseñor


Foto: Cortesía | Cesar Larios



Desde tiempos inmemoriales, la política es una práctica desprestigiada por el ciudadano común, tenemos una sociedad apolítica donde se ejerce la democracia hacia el amigo. El apoyo desinformado o partidista representan un gran problema, pues es un error emitir este derecho confiando ciegamente y hasta el fin de nuestros días en un partido, o creer indiscutiblemente que nuestra amistad es la persona más preparada para dirigir un pueblo.

Los partidos políticos ya no son lo que solían, ahora se han convertido en una plataforma desde la cual se puede posicionar un proyecto, una persona. Los ideales del partido son cuestiones obsoletas. Ahora no se limitan más que a ser herramientas.

A lo largo de los años, en México hemos visto cómo las campañas se parecen, cada vez más, al patio de recreo, donde los del “A” juegan a muerte contra los de “B”. La guerra sucia es habitual cada 3 años y como sociedad hemos caído en la grave falta de normalizar y cotidianizar estas conductas. Entiendo completamente el porqué de estas acciones hostiles, sé lo eficientes que pueden ser y que, independientemente de si es algo bueno o no, válido o no, da resultados. La cuestión aquí es: ¿de qué manera queremos lograr las cosas? y ¿Qué tanto nos importa la trascendencia de nuestras acciones?

Al final del día, todo lo que hacemos o dejamos de hacer connota una postura; incluso la neutralidad es una postura. La tibieza es una cualidad pantanosa, cobarde y cegadora. Definirnos de un lado o de otro nos provoca temor, pues no tenemos el valor de gritar a los cuatro vientos nuestras convicciones, mucho menos a luchar por ellas, porque eso seria ser diferente, sobresalir de entre los demás y como sociedad nos han inculcado que aquella persona sobresaliente amenaza nuestra burbuja de comodidad y confort. Dicen que somos presos de nuestras palabras y dueños de nuestro silencio, y es verdad, pero cuando hablamos de cuestiones sociales (como la política) el callar nos vuelve presos igualmente.

Suena fantasioso imaginar una sociedad mejor, una campaña política en donde la prioridad sea el pueblo y dejemos en el pasado las prácticas de esta “guerra sucia”, donde todos los partidos puedan dialogar con respeto y donde lxs candidatxs sean personas preparadas, dispuestas a dar lo mejor de sí sin esperar algo a cambio. Yo quiero ver a mi pueblo unido pese a sus discordancias, quiero que transformemos el mundo, juntas y juntos, construyendo desde nuestras diferencias. Sí, es idealista, y quizá sea poco probable pero, diablos, creámonosla. Apostemos a cambiar las cosas, empezando por nuestras acciones.

No hay gris, no hay punto medio, estas a favor del cambio o en contra del mismo, dejemos de encubrir nuestro temor con trivialidades, olvidemos el qué dirán, cómo nos perciban, el qué pensarán… Debemos comenzar a reflexionar el cómo nos gustaría que fueran las cosas, ser conscientes de que nuestras acciones trascienden y meditar qué es lo que queremos sembrar, pues es lo que el futuro cosechará.

- Licenciatura en Psicología

@CLarios18

@c_larios18

César Alejandro Larios Villaseñor


Foto: Cortesía | Cesar Larios



Desde tiempos inmemoriales, la política es una práctica desprestigiada por el ciudadano común, tenemos una sociedad apolítica donde se ejerce la democracia hacia el amigo. El apoyo desinformado o partidista representan un gran problema, pues es un error emitir este derecho confiando ciegamente y hasta el fin de nuestros días en un partido, o creer indiscutiblemente que nuestra amistad es la persona más preparada para dirigir un pueblo.

Los partidos políticos ya no son lo que solían, ahora se han convertido en una plataforma desde la cual se puede posicionar un proyecto, una persona. Los ideales del partido son cuestiones obsoletas. Ahora no se limitan más que a ser herramientas.

A lo largo de los años, en México hemos visto cómo las campañas se parecen, cada vez más, al patio de recreo, donde los del “A” juegan a muerte contra los de “B”. La guerra sucia es habitual cada 3 años y como sociedad hemos caído en la grave falta de normalizar y cotidianizar estas conductas. Entiendo completamente el porqué de estas acciones hostiles, sé lo eficientes que pueden ser y que, independientemente de si es algo bueno o no, válido o no, da resultados. La cuestión aquí es: ¿de qué manera queremos lograr las cosas? y ¿Qué tanto nos importa la trascendencia de nuestras acciones?

Al final del día, todo lo que hacemos o dejamos de hacer connota una postura; incluso la neutralidad es una postura. La tibieza es una cualidad pantanosa, cobarde y cegadora. Definirnos de un lado o de otro nos provoca temor, pues no tenemos el valor de gritar a los cuatro vientos nuestras convicciones, mucho menos a luchar por ellas, porque eso seria ser diferente, sobresalir de entre los demás y como sociedad nos han inculcado que aquella persona sobresaliente amenaza nuestra burbuja de comodidad y confort. Dicen que somos presos de nuestras palabras y dueños de nuestro silencio, y es verdad, pero cuando hablamos de cuestiones sociales (como la política) el callar nos vuelve presos igualmente.

Suena fantasioso imaginar una sociedad mejor, una campaña política en donde la prioridad sea el pueblo y dejemos en el pasado las prácticas de esta “guerra sucia”, donde todos los partidos puedan dialogar con respeto y donde lxs candidatxs sean personas preparadas, dispuestas a dar lo mejor de sí sin esperar algo a cambio. Yo quiero ver a mi pueblo unido pese a sus discordancias, quiero que transformemos el mundo, juntas y juntos, construyendo desde nuestras diferencias. Sí, es idealista, y quizá sea poco probable pero, diablos, creámonosla. Apostemos a cambiar las cosas, empezando por nuestras acciones.

No hay gris, no hay punto medio, estas a favor del cambio o en contra del mismo, dejemos de encubrir nuestro temor con trivialidades, olvidemos el qué dirán, cómo nos perciban, el qué pensarán… Debemos comenzar a reflexionar el cómo nos gustaría que fueran las cosas, ser conscientes de que nuestras acciones trascienden y meditar qué es lo que queremos sembrar, pues es lo que el futuro cosechará.

- Licenciatura en Psicología

@CLarios18

@c_larios18