/ lunes 24 de agosto de 2020

El Quinazo de AMLO

"El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos". Antonio Gramsci

Comencé esta columna con una cita de un antiguo radical de izquierda como Gramsci porque los tiempos de anuncios mediáticos en la antesala de la elección lo hacen relevante. La cuarta transformación se ha caracterizado por revivir ritos antiguos de la política mexicana, por querer regresar las fechas festivas a sus días originales y en general por una nostálgica manera de voltear a ver cómo se ejercía el poder en el pasado.

Entre esos retornos al pasado, está el de presentar a la sociedad mexicana una ofrenda justo antes de las elecciones o justo después de tomar el poder. Esta tradición acerca al "lopezobradorismo" a su antítesis tan detestada: el salinismo. El caso de Joaquín Hernández Galicia “La Quina”. Para legitimarse, Salinas encarceló a La Quina, líder de un sindicato petrolero, poco tiempo después de llegar al poder. ¿La razón? Había desobedecido las reglas del régimen autoritario y había llamado a votar por la oposición. Ahora, AMLO en una versión descafeinada del Quinazo, trae a uno de los cómplices de Peña en su momento de mayor debilidad y en un intento de que la población olvide la crisis económica y la del coronavirus.

Analicemos con cautela este Quinazo moderno. La Quina llamó a votar en contra del PRI. Lozoya era parte del PRI. La Quina ayudó a legitimar un régimen viciado de origen. Lozoya dio paso a una elección que ni siquiera en la oposición cuestionamos. La Quina tocó la cárcel y Lozoya hace reuniones en su casa entre botellas del vino más caro del mundo, a pesar de estar bajo proceso. La 4T es un pálido espejo de aquellos tiempos en donde se crucificaba mil veces al adversario en los medios para poder recuperar algo de la legitimidad perdida.

En este Quinazo moderno, tenemos elementos de corrupción y hay que reconocerlo claramente. La corrupción peñista, altamente corrosiva, alcanzó a todos los partidos, MORENA incluído. Sin embargo, no hay ninguna señal de que el presidente vaya a juzgar con la misma vara a los propios. Vaya, ni menciona en la mañanera al gobernador impuesto por capricho en Puebla, Miguel Barbosa. Él y tantos otros están involucrados en esa trama de corrupción pero no son objeto de atención ni de estudio.

Lozoya será un ariete de la 4T porque quiere salvar su pellejo. En ese sentido, creer a pies juntillas lo que un individuo perseguido y acorralado diga es mala idea. Sin embargo, sus estructuras están intactas. Prueba de ello es la columna de Loret de Mola que está cargada de verdad, aunque al Presidente le enoje. Peña y AMLO se comunicaron y el ex-presidente, muy seguro de su posición, le hizo saber a AMLO que si lo llaman a declarar él acudirá a México a hacerlo. ¿Necesitamos más señales de que el arreglo entre el nuevo y el viejo inquilino de Palacio Nacional está vigente? ¿O es acaso que Peña está seguro de que AMLO sacrificará a Lozoya pero no se meterá en camisa de once varas persiguiéndolo a él? Éstas son las preguntas correctas que deberíamos estar haciendo. El peñismo cayó por su propio peso y corrupción y se llevará con él a quienes lograron marear con sus promesas de modernidad salinista renovada.

Desde el PAN, sabemos que los principios de humanismo, subsidiariedad y limitar los actos del Estado a su mínimo indispensable serán los que tenemos que abanderar este complicado 2021, para evitar que la debacle de la pandemia empeore. No podemos dejar que el matrimonio por conveniencia del Peñismo y el Obradorismo se lleven a México entre las patas. Son tal para cual. Recordemos que ya no estamos para Quinazos modernos, México reclama democracia verdadera, no conferencias estridentes.

* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco.

"El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos". Antonio Gramsci

Comencé esta columna con una cita de un antiguo radical de izquierda como Gramsci porque los tiempos de anuncios mediáticos en la antesala de la elección lo hacen relevante. La cuarta transformación se ha caracterizado por revivir ritos antiguos de la política mexicana, por querer regresar las fechas festivas a sus días originales y en general por una nostálgica manera de voltear a ver cómo se ejercía el poder en el pasado.

Entre esos retornos al pasado, está el de presentar a la sociedad mexicana una ofrenda justo antes de las elecciones o justo después de tomar el poder. Esta tradición acerca al "lopezobradorismo" a su antítesis tan detestada: el salinismo. El caso de Joaquín Hernández Galicia “La Quina”. Para legitimarse, Salinas encarceló a La Quina, líder de un sindicato petrolero, poco tiempo después de llegar al poder. ¿La razón? Había desobedecido las reglas del régimen autoritario y había llamado a votar por la oposición. Ahora, AMLO en una versión descafeinada del Quinazo, trae a uno de los cómplices de Peña en su momento de mayor debilidad y en un intento de que la población olvide la crisis económica y la del coronavirus.

Analicemos con cautela este Quinazo moderno. La Quina llamó a votar en contra del PRI. Lozoya era parte del PRI. La Quina ayudó a legitimar un régimen viciado de origen. Lozoya dio paso a una elección que ni siquiera en la oposición cuestionamos. La Quina tocó la cárcel y Lozoya hace reuniones en su casa entre botellas del vino más caro del mundo, a pesar de estar bajo proceso. La 4T es un pálido espejo de aquellos tiempos en donde se crucificaba mil veces al adversario en los medios para poder recuperar algo de la legitimidad perdida.

En este Quinazo moderno, tenemos elementos de corrupción y hay que reconocerlo claramente. La corrupción peñista, altamente corrosiva, alcanzó a todos los partidos, MORENA incluído. Sin embargo, no hay ninguna señal de que el presidente vaya a juzgar con la misma vara a los propios. Vaya, ni menciona en la mañanera al gobernador impuesto por capricho en Puebla, Miguel Barbosa. Él y tantos otros están involucrados en esa trama de corrupción pero no son objeto de atención ni de estudio.

Lozoya será un ariete de la 4T porque quiere salvar su pellejo. En ese sentido, creer a pies juntillas lo que un individuo perseguido y acorralado diga es mala idea. Sin embargo, sus estructuras están intactas. Prueba de ello es la columna de Loret de Mola que está cargada de verdad, aunque al Presidente le enoje. Peña y AMLO se comunicaron y el ex-presidente, muy seguro de su posición, le hizo saber a AMLO que si lo llaman a declarar él acudirá a México a hacerlo. ¿Necesitamos más señales de que el arreglo entre el nuevo y el viejo inquilino de Palacio Nacional está vigente? ¿O es acaso que Peña está seguro de que AMLO sacrificará a Lozoya pero no se meterá en camisa de once varas persiguiéndolo a él? Éstas son las preguntas correctas que deberíamos estar haciendo. El peñismo cayó por su propio peso y corrupción y se llevará con él a quienes lograron marear con sus promesas de modernidad salinista renovada.

Desde el PAN, sabemos que los principios de humanismo, subsidiariedad y limitar los actos del Estado a su mínimo indispensable serán los que tenemos que abanderar este complicado 2021, para evitar que la debacle de la pandemia empeore. No podemos dejar que el matrimonio por conveniencia del Peñismo y el Obradorismo se lleven a México entre las patas. Son tal para cual. Recordemos que ya no estamos para Quinazos modernos, México reclama democracia verdadera, no conferencias estridentes.

* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco.