/ lunes 18 de enero de 2021

El punto ciego de la vacunación

En diciembre y con el inicio de la temporada navideña fuimos testigos de la relajación de todas las medidas de distanciamiento social. Hoy estamos pagando las consecuencias, a nivel nacional se estiman cerca de 85 mil casos activos de COVID-19, lo que en algunos estados se ha traducido en la saturación de los sistemas médicos o el aumento en la demanda de servicios funerarios. Si bien la pandemia nos ha afectado a todos, no ha sido en la misma medida; la desigualdad es un factor que se debe de considerar en la política nacional de vacunación.

Héctor Hiram Hernández, investigador de la UNAM, se dio a la tarea de determinar el perfil sociodemográfico de los fallecidos. Uno de sus hallazgos más importantes es que tres cuartas partes tenían un nivel escolar máximo de secundaria, lo que apunta condiciones precarias de trabajo, vivienda, acceso a servicios en general y de salud. Esto evidencia que son las personas de estratos vulnerables las que más han sufrido por la pandemia.

Es necesario hacer un alto y reconocer que, si bien las circunstancias estructurales han jugado un rol importante en la dificultad para contener la pandemia, la actuación del gobierno federal ha dejado mucho que desear. Desde el desistimiento de las medidas de protección establecidas por autoridades internacionales, hasta la medición mal entendida del indicador de saturación hospitalaria son muestras de su ineficiente gestión.

El 13 de enero inició la vacunación masiva con la recepción de 439 mil dosis, que se distribuyeron en todos los estados, si bien, esto representa una esperanza es apenas el inicio de un largo camino. La dotación de dosis recibidas representa solamente el .18% de las vacunas necesarias para todos los mexicanos.

Ante la posible lentitud del proceso de vacunación, autoridades municipales y estatales, así como la iniciativa privada han pedido autorización para colaborar adquiriendo de forma autónoma vacunas. Lo que habría que preguntarnos en estos casos es que, si la compra independiente de vacunas no favorece las brechas de desigualdad, es decir, primero serán vacunados quienes puedan pagarlo.

En mi opinión es un acierto que la vacuna sea gratuita, considero que la apertura de la compra debe ser permitida cuidado de garantizar esta condición. En cuanto a las etapas de distribución me parece lógico priorizar a las personas que por necesidad se encuentran más expuestas al contagio, esto no necesariamente coincide con las etapas de vacunación establecidas por rango de edad.

El proceso de inmunización debe realizarse con la mayor rapidez posible, sin dejar de considerar las desigualdades y carencias a las que se enfrentan la mayoría de los mexicanos. Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyan realidades menos desiguales y pacíficas.

* Coordinador de análisis y comunicación del PAN Jalisco

En diciembre y con el inicio de la temporada navideña fuimos testigos de la relajación de todas las medidas de distanciamiento social. Hoy estamos pagando las consecuencias, a nivel nacional se estiman cerca de 85 mil casos activos de COVID-19, lo que en algunos estados se ha traducido en la saturación de los sistemas médicos o el aumento en la demanda de servicios funerarios. Si bien la pandemia nos ha afectado a todos, no ha sido en la misma medida; la desigualdad es un factor que se debe de considerar en la política nacional de vacunación.

Héctor Hiram Hernández, investigador de la UNAM, se dio a la tarea de determinar el perfil sociodemográfico de los fallecidos. Uno de sus hallazgos más importantes es que tres cuartas partes tenían un nivel escolar máximo de secundaria, lo que apunta condiciones precarias de trabajo, vivienda, acceso a servicios en general y de salud. Esto evidencia que son las personas de estratos vulnerables las que más han sufrido por la pandemia.

Es necesario hacer un alto y reconocer que, si bien las circunstancias estructurales han jugado un rol importante en la dificultad para contener la pandemia, la actuación del gobierno federal ha dejado mucho que desear. Desde el desistimiento de las medidas de protección establecidas por autoridades internacionales, hasta la medición mal entendida del indicador de saturación hospitalaria son muestras de su ineficiente gestión.

El 13 de enero inició la vacunación masiva con la recepción de 439 mil dosis, que se distribuyeron en todos los estados, si bien, esto representa una esperanza es apenas el inicio de un largo camino. La dotación de dosis recibidas representa solamente el .18% de las vacunas necesarias para todos los mexicanos.

Ante la posible lentitud del proceso de vacunación, autoridades municipales y estatales, así como la iniciativa privada han pedido autorización para colaborar adquiriendo de forma autónoma vacunas. Lo que habría que preguntarnos en estos casos es que, si la compra independiente de vacunas no favorece las brechas de desigualdad, es decir, primero serán vacunados quienes puedan pagarlo.

En mi opinión es un acierto que la vacuna sea gratuita, considero que la apertura de la compra debe ser permitida cuidado de garantizar esta condición. En cuanto a las etapas de distribución me parece lógico priorizar a las personas que por necesidad se encuentran más expuestas al contagio, esto no necesariamente coincide con las etapas de vacunación establecidas por rango de edad.

El proceso de inmunización debe realizarse con la mayor rapidez posible, sin dejar de considerar las desigualdades y carencias a las que se enfrentan la mayoría de los mexicanos. Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyan realidades menos desiguales y pacíficas.

* Coordinador de análisis y comunicación del PAN Jalisco