/ domingo 7 de noviembre de 2021

El primer comandante traiciona

Se volvió una rutina darnos cuenta, cómo nuestra máxima institución, la cual fue creada para defender la soberanía del país, hoy en día se encuentra más que denostada ¿a quién debemos tal denostación? a quien de acuerdo con la ley es su primer comandante y por ende, tiene el más alto honor al que puede aspirar cualquier mexicano.

Hasta hace tres años esa institución conservaba una imagen que inspiraba respeto, disciplina, confianza, gallardía al grado tal que, cualquier civil, sin importar su nivel cultural, social, profesional o económico, inspirado precisamente en su imagen, siempre le guardaba una distancia por el respeto que le inspiraba, aunado a su honor, seriedad y entereza que representaba cada uno de sus elementos que, en su conjunto integran el Ejército Mexicano.

Hoy la realidad del Ejército Mexicano es otra, pues en la actualidad, sin una sola razón legalmente válida, con mucha pena nos damos cuenta el trato indigno del que se volvieron objeto, comenzando por su comandante, quien derivado de sus actos caprichosos, aunado a su evidente desconocimiento de lo que es, lo que representa y todo lo que conlleva la disciplina militar, ha llevado a nuestras fuerzas armadas a ser estelar de un espectáculo por demás indignante, pues lo ha sometido a su voluntad, pasando por alto el respeto a su más elemental defensa, a su dignidad, a su honor, a su formación, a su razón de pertenencia.

El Ejército Mexicano hoy sólo se dedica a responder a los caprichos de su primer comandante, cuyo proceder sólo refleja esa idea banal de creer, ser el propietario de dicha institución, la que tanta sangre le costó al pueblo de México en aras de defender su soberanía, no obstante lo anterior, a los elementos del Ejército Mexicano hoy se les exhibe por los quehaceres y encomiendas, algunas de ellas realmente ajenas a lo que conlleva su creación y su función.

El Ejército Mexicano también está sometido por la delincuencia organizada, sin que su primer comandante haga lo propio por revertir tan lamentable realidad y aunque a la sociedad nos muestren otros datos, la realidad es que el primer comandante no es otra cosa que un cobarde con los cañones de la patria en la mano, los cuales usa sólo para sus caprichos personales.

El primer comandante del Ejército Mexicano, estila sentirse el todo poderoso del pueblo de México, no obstante su supina ignorancia, la cual estila exhibir dentro y fuera del país, ante propios y extraños. Se empeña además en revestirse de humildad, de ser un hombre respetuoso, honesto, humilde, pero paradójicamente se encuentra habitando el Palacio Nacional, propiedad de todos los mexicanos, al cual actualmente se nos niega el acceso.

El Palacio Nacional además de ser una joya arquitectónica es un monumento histórico que, el primer comandante no merece habitar, ni por su estilo personal ni mucho menos por mecerlo, dado el sólo hecho del derramamiento cotidiano de sangre por todas partes de la patria, sin que veamos tan siquiera la intención en nuestros gobernantes de garantizarnos la vida y la salud.

Por todo lo anterior me parece urgente, hacer evidente nuestra realidad social en el contexto internacional, descalificando y repudiando nuestro gobierno fratricida, cuyo titular federal cada mañana trata de expiar sus culpas y justificar su soberbia e ignorancia enciclopédica. Permitiéndose los derroches más absurdos, esos mismos que tanto criticaba a las administraciones pasadas, por lo que debemos marcar un hasta aquí a todos los excesos no sólo de él, sino de todo personaje nocivo en el que encuentra complicidad.

Vamos mexicanos a defender lo nuestro y a terminar de una buena vez con los lastres que hoy se agravan en perjuicio de nuestro país para contribuir a que se restituya la institucionalidad que, la ley y el orden nos dará.

* Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública.

Se volvió una rutina darnos cuenta, cómo nuestra máxima institución, la cual fue creada para defender la soberanía del país, hoy en día se encuentra más que denostada ¿a quién debemos tal denostación? a quien de acuerdo con la ley es su primer comandante y por ende, tiene el más alto honor al que puede aspirar cualquier mexicano.

Hasta hace tres años esa institución conservaba una imagen que inspiraba respeto, disciplina, confianza, gallardía al grado tal que, cualquier civil, sin importar su nivel cultural, social, profesional o económico, inspirado precisamente en su imagen, siempre le guardaba una distancia por el respeto que le inspiraba, aunado a su honor, seriedad y entereza que representaba cada uno de sus elementos que, en su conjunto integran el Ejército Mexicano.

Hoy la realidad del Ejército Mexicano es otra, pues en la actualidad, sin una sola razón legalmente válida, con mucha pena nos damos cuenta el trato indigno del que se volvieron objeto, comenzando por su comandante, quien derivado de sus actos caprichosos, aunado a su evidente desconocimiento de lo que es, lo que representa y todo lo que conlleva la disciplina militar, ha llevado a nuestras fuerzas armadas a ser estelar de un espectáculo por demás indignante, pues lo ha sometido a su voluntad, pasando por alto el respeto a su más elemental defensa, a su dignidad, a su honor, a su formación, a su razón de pertenencia.

El Ejército Mexicano hoy sólo se dedica a responder a los caprichos de su primer comandante, cuyo proceder sólo refleja esa idea banal de creer, ser el propietario de dicha institución, la que tanta sangre le costó al pueblo de México en aras de defender su soberanía, no obstante lo anterior, a los elementos del Ejército Mexicano hoy se les exhibe por los quehaceres y encomiendas, algunas de ellas realmente ajenas a lo que conlleva su creación y su función.

El Ejército Mexicano también está sometido por la delincuencia organizada, sin que su primer comandante haga lo propio por revertir tan lamentable realidad y aunque a la sociedad nos muestren otros datos, la realidad es que el primer comandante no es otra cosa que un cobarde con los cañones de la patria en la mano, los cuales usa sólo para sus caprichos personales.

El primer comandante del Ejército Mexicano, estila sentirse el todo poderoso del pueblo de México, no obstante su supina ignorancia, la cual estila exhibir dentro y fuera del país, ante propios y extraños. Se empeña además en revestirse de humildad, de ser un hombre respetuoso, honesto, humilde, pero paradójicamente se encuentra habitando el Palacio Nacional, propiedad de todos los mexicanos, al cual actualmente se nos niega el acceso.

El Palacio Nacional además de ser una joya arquitectónica es un monumento histórico que, el primer comandante no merece habitar, ni por su estilo personal ni mucho menos por mecerlo, dado el sólo hecho del derramamiento cotidiano de sangre por todas partes de la patria, sin que veamos tan siquiera la intención en nuestros gobernantes de garantizarnos la vida y la salud.

Por todo lo anterior me parece urgente, hacer evidente nuestra realidad social en el contexto internacional, descalificando y repudiando nuestro gobierno fratricida, cuyo titular federal cada mañana trata de expiar sus culpas y justificar su soberbia e ignorancia enciclopédica. Permitiéndose los derroches más absurdos, esos mismos que tanto criticaba a las administraciones pasadas, por lo que debemos marcar un hasta aquí a todos los excesos no sólo de él, sino de todo personaje nocivo en el que encuentra complicidad.

Vamos mexicanos a defender lo nuestro y a terminar de una buena vez con los lastres que hoy se agravan en perjuicio de nuestro país para contribuir a que se restituya la institucionalidad que, la ley y el orden nos dará.

* Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública.