/ miércoles 29 de agosto de 2018

El millennial atorado

Te veo todos los días, amigo. Como yo, eres Millennial, aunque no te guste que te digan así. Igual, lo eres, porque el entorno te ha dado forma, igual que a las cañadas ha formado el agua; te gusta la flexibilidad y la autoestima, y tu celular es tu órgano más preciado. Como a mí, te dijeron siempre que podías soñar, y ser lo que quisieras ser: astronauta, millonario o estrella de cine.

Y luego llegaron los años. Y te hiciste adulto. Y descubriste las quincenas. Y apareció el miedo.

Te veo todos los días, amigo. Te nombraron en honor al nuevo milenio: lleno de promesa y potencial. Pero como el nuevo milenio, pareces confundido sobre lo que eres y lo que quieres ser. Estás atorado en segunda.

Eres ese, el que me dice “quiero tener mi negocio”, pero no haces sino buscar trabajos en corporativos y chambitas. Eres el que quiere alcanzar el éxito, pero te has hecho experto solo en aparentarlo.

Eres ese que siempre juró hacer lo que ama, pero que espera los viernes como el náufrago a la orilla. “Mi trabajo no es mi vida”, dices. Pero secretamente sabes que empieza a parecerlo.

Eres ese, el experto en memes, el que sabe que no tendrá pensión y sin embargo se agota en disfrutar al presente sin pensar en el futuro.

Eres ese, el que me dice que “el mundo no puede seguir así” y dices no al popote en Starbucks, pero ni en tu trabajo diario ni en tu emprendimiento tienes en mente a otros. Quieres solucionar la economía y la ecología; pero tu horizonte no pasa del viernes entrante.

Eres ese, el que me dice “a los 35 seré millonario”, pero gastas más de lo que ahorras, y no inviertes ni te arriesgas. Sigues esperando la idea revolucionaria que te llevará al estrellato.

Eres un millennial tratando de convertirse en babyboomer, y no acabas por no ser ninguno de los dos. Quieres la casa grande y el jardín que tuvieron tus padres; pero no quieres, como ellos, tener familia. Quieres estar en todos los conciertos –porque hay que vivir la vida- pero no quieres tomar un libro –porque estás muy ocupado, porque son muy caros-.

Eres el que corre maratones no porque quieres llegar al final, sino porque huyes del principio. Todo con tal de que no te alcancen los treinta, o los cuarenta; o las cuentas o la súbita realización de que las cosas no pasan solas. Ni los negocios, ni los aumentos, ni los millones, ni el escurridizo espacio al que llamas éxito o felicidad.

Te he conocido. Te he visto en la calle, en comidas, en las conferencias; en reuniones de networking, en las redes sociales. Te he visto en el salón de clases y también –sí, también- te he visto en el espejo.

A ti, específicamente a ti, te digo que también he conocido a los otros; a aquellos que se han dado cuenta que hay una salida de este camino que hemos tomado: anodino, pasivo y reactivo. Conozco a docenas y centenas de millennials que han encontrado la otra veta de la vida; la que les permite hacer lo que aman, amar lo que hacen, crecer con los que aman y creer en lo que creen.

También son millennials, como tú y como yo. Es decir: aún son una obra en proceso; pero han perdido el miedo. Y ¿te digo? El resultado es brutal. En ellos la energía y la felicidad parecen fluir libremente.

Pero no es magia, aunque lo parezca. Es sencillamente la realidad. Todos los millennials exitosos que conozco parecen coincidir en un hábito fundamental: el hábito de los primeros cinco minutos.

¿Grandes ideas? Todos tenemos. Lo que hacemos en los primeros cinco minutos es lo que puede hacer la diferencia. La primera llamada, la primera cita, el primer boceto, inscribirnos a ese curso, comprar ese ebook, levantar la mano. Aunque desde el punto de vista psicológico el primer paso es el más difícil; desde el punto de vista material suele ser el más sencillo.

Eres ese, el que me dice “quiero tener mi negocio”, “quiero hacer lo que amo”, “quiero cambiar al mundo”, “quiero encontrar a alguien”, “quiero ser rico a los cuarenta”. Eso me dices, y te creo. El que no te cree eres tú mismo, si no haces algo al respecto en los próximos cinco minutos. Que yo sepa, nada hay que te detenga.

Tres, dos, uno. Empieza.

“El Reto Millennial” de venta en Amazon.

@franciscogpr

Te veo todos los días, amigo. Como yo, eres Millennial, aunque no te guste que te digan así. Igual, lo eres, porque el entorno te ha dado forma, igual que a las cañadas ha formado el agua; te gusta la flexibilidad y la autoestima, y tu celular es tu órgano más preciado. Como a mí, te dijeron siempre que podías soñar, y ser lo que quisieras ser: astronauta, millonario o estrella de cine.

Y luego llegaron los años. Y te hiciste adulto. Y descubriste las quincenas. Y apareció el miedo.

Te veo todos los días, amigo. Te nombraron en honor al nuevo milenio: lleno de promesa y potencial. Pero como el nuevo milenio, pareces confundido sobre lo que eres y lo que quieres ser. Estás atorado en segunda.

Eres ese, el que me dice “quiero tener mi negocio”, pero no haces sino buscar trabajos en corporativos y chambitas. Eres el que quiere alcanzar el éxito, pero te has hecho experto solo en aparentarlo.

Eres ese que siempre juró hacer lo que ama, pero que espera los viernes como el náufrago a la orilla. “Mi trabajo no es mi vida”, dices. Pero secretamente sabes que empieza a parecerlo.

Eres ese, el experto en memes, el que sabe que no tendrá pensión y sin embargo se agota en disfrutar al presente sin pensar en el futuro.

Eres ese, el que me dice que “el mundo no puede seguir así” y dices no al popote en Starbucks, pero ni en tu trabajo diario ni en tu emprendimiento tienes en mente a otros. Quieres solucionar la economía y la ecología; pero tu horizonte no pasa del viernes entrante.

Eres ese, el que me dice “a los 35 seré millonario”, pero gastas más de lo que ahorras, y no inviertes ni te arriesgas. Sigues esperando la idea revolucionaria que te llevará al estrellato.

Eres un millennial tratando de convertirse en babyboomer, y no acabas por no ser ninguno de los dos. Quieres la casa grande y el jardín que tuvieron tus padres; pero no quieres, como ellos, tener familia. Quieres estar en todos los conciertos –porque hay que vivir la vida- pero no quieres tomar un libro –porque estás muy ocupado, porque son muy caros-.

Eres el que corre maratones no porque quieres llegar al final, sino porque huyes del principio. Todo con tal de que no te alcancen los treinta, o los cuarenta; o las cuentas o la súbita realización de que las cosas no pasan solas. Ni los negocios, ni los aumentos, ni los millones, ni el escurridizo espacio al que llamas éxito o felicidad.

Te he conocido. Te he visto en la calle, en comidas, en las conferencias; en reuniones de networking, en las redes sociales. Te he visto en el salón de clases y también –sí, también- te he visto en el espejo.

A ti, específicamente a ti, te digo que también he conocido a los otros; a aquellos que se han dado cuenta que hay una salida de este camino que hemos tomado: anodino, pasivo y reactivo. Conozco a docenas y centenas de millennials que han encontrado la otra veta de la vida; la que les permite hacer lo que aman, amar lo que hacen, crecer con los que aman y creer en lo que creen.

También son millennials, como tú y como yo. Es decir: aún son una obra en proceso; pero han perdido el miedo. Y ¿te digo? El resultado es brutal. En ellos la energía y la felicidad parecen fluir libremente.

Pero no es magia, aunque lo parezca. Es sencillamente la realidad. Todos los millennials exitosos que conozco parecen coincidir en un hábito fundamental: el hábito de los primeros cinco minutos.

¿Grandes ideas? Todos tenemos. Lo que hacemos en los primeros cinco minutos es lo que puede hacer la diferencia. La primera llamada, la primera cita, el primer boceto, inscribirnos a ese curso, comprar ese ebook, levantar la mano. Aunque desde el punto de vista psicológico el primer paso es el más difícil; desde el punto de vista material suele ser el más sencillo.

Eres ese, el que me dice “quiero tener mi negocio”, “quiero hacer lo que amo”, “quiero cambiar al mundo”, “quiero encontrar a alguien”, “quiero ser rico a los cuarenta”. Eso me dices, y te creo. El que no te cree eres tú mismo, si no haces algo al respecto en los próximos cinco minutos. Que yo sepa, nada hay que te detenga.

Tres, dos, uno. Empieza.

“El Reto Millennial” de venta en Amazon.

@franciscogpr

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