/ lunes 10 de agosto de 2020

El matiz del botón

Jalisco atraviesa un momento crucial en la pandemia de Covid-19, en el que debemos tener un punto medio del botón de emergencia. Siempre he argumentado que es falso no politizar los temas, hoy por hoy la activación del botón debe ponerse sobre la mesa con el matiz correcto y dejando a un lado las falsas respuestas, para poder debatir lo que es más conveniente para los jaliscienses.

Hablando de botones rojos y de las zonas de la ciudad de Guadalajara con más contagios, viene a mi mente: el foco rojo socioeconómico del Covid-19. Como ya lo han señalado algunas otras plumas, el botón de emergencia para frenar de tajo toda la actividad económica durante 14 días es inviable, no por una cuestión de voluntad sino por una cuestión social y ética fundamental: ya casi nadie dispone de recursos para acuartelarse en casa. Ni los negocios ni las familias. Es imperativo encontrar la fórmula para resucitar la economía al mínimo indispensable para que todos puedan vivir.

Sin embargo, el gobierno es fundamental para ello. En todas partes, hay restaurantes abarrotados y consumo de bebidas alcohólicas que invita a la convivencia entre personas que no comparten vivienda. El primer aprendizaje de esto es que no podemos impedir la socialización pero debemos de diseñar mecanismos que induzcan a la gente de manera discreta a limitar su contacto con los demás de forma razonable.

La teoría nudge o del “pequeño empujón” de Richard Thaler Chatham nos da una buena guía. Los “empujones pequeños” son cambios ambientales o de sistema sutiles que inducen a la gente a tomar decisiones sensatas sin grandes esfuerzos o costos asociados con el convencimiento. Todos vimos el desconcierto social que causó la falta de cerveza durante la temporada de mayor calor, y fuera de Jalisco la gente hizo filas multitudinarias para aprovisionarse de cerveza ante la menor provocación de una ley seca.

Esto demuestra que la prohibición de tajo sin incentivos, tiene un fuerte rechazo social. ¿Es la solución cerrar o multar bares y restaurantes? No lo creo. Sin embargo, con un empujoncito podemos limitar su uso. Mandatar horarios de cierre entre 7 y 8 pm inducirá a la gente a buscar convivir mejor en sus casas o a quedarse menos tiempo en estos lugares. Tenemos que reducir el tiempo promedio de estancia y nuestro justo medio está entre lo que toma que un comensal pida y disfrute su comida, el negocio reciba el pago por ello y pueda seguir sosteniéndose. No es tiempo de socialización en espacios cerrados.

Otro pequeño empujón es peatonalizar calles. Con el tráfico reducido por la falta de traslados de escuela, podemos pensar en restaurantes y actividades en banquetas y calles cerradas al tráfico vehicular. Es bien sabido que estancias al aire libre reducen en gran medida el contagio de COVID. Esto podría reactivar varios giros controvertidos, por ejemplo, con el cine al aire libre o autocine. Lo mismo va para los teatros.

La solución al gran conflicto social que causa en las clases medias no poder socializar y en las clases medias y bajas no poder trabajar debe de ser resuelto de inmediato. Otro punto importante es el transporte público. En pasadas huelgas, patrullas de policías ya han dado aventón a ciudadanos en las partes de atrás de las patrullas.

Estas cajas de patrulla son abiertas y pueden ayudar a desfogar el pesado, encerrado y enmarañado trayecto diario de la gente. La misma alianza se podría alcanzar con las plataformas de transporte ejecutivo bajo demanda que están sufriendo mucho. Con descuentos y alianzas estratégicas con sector privado, podríamos desfogar las rutas de camión en un ganar ganar. Así, todos podrían trabajar y evitar contagiarse. Creo que la clase trabajadora vería con buenos ojos viajar en taxis confortables y sanitizados a cambio de un descuento. Ya vimos la resistencia que hay a los horarios escalonados. En vez de amonestar, debemos diseñar un entorno adecuado.

El COVID convivirá con nosotros durante años. La invitación de Richard Thaler Chatham es a intervenir gubernamentalmente con políticas públicas sutiles, poco costosas y efectivas para inducir a la gente a tomar mejores decisiones. Ya vimos que entre la decisión de quedarse en casa y salir a ganar dinero, la gente siempre tomará la segunda. Y sabemos también, especialmente en esta pandemia, que la desesperación no es buena consejera. Confío en que sabremos darnos colectivamente ese “pequeño empujoncito” para sortear esta pandemia juntos, sector público, social y privado. Un matiz adecuado del botón de emergencia, que no afecte la economía pero que tampoco relaje complemente las medidas. Jalisco lo merece.

* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco

Jalisco atraviesa un momento crucial en la pandemia de Covid-19, en el que debemos tener un punto medio del botón de emergencia. Siempre he argumentado que es falso no politizar los temas, hoy por hoy la activación del botón debe ponerse sobre la mesa con el matiz correcto y dejando a un lado las falsas respuestas, para poder debatir lo que es más conveniente para los jaliscienses.

Hablando de botones rojos y de las zonas de la ciudad de Guadalajara con más contagios, viene a mi mente: el foco rojo socioeconómico del Covid-19. Como ya lo han señalado algunas otras plumas, el botón de emergencia para frenar de tajo toda la actividad económica durante 14 días es inviable, no por una cuestión de voluntad sino por una cuestión social y ética fundamental: ya casi nadie dispone de recursos para acuartelarse en casa. Ni los negocios ni las familias. Es imperativo encontrar la fórmula para resucitar la economía al mínimo indispensable para que todos puedan vivir.

Sin embargo, el gobierno es fundamental para ello. En todas partes, hay restaurantes abarrotados y consumo de bebidas alcohólicas que invita a la convivencia entre personas que no comparten vivienda. El primer aprendizaje de esto es que no podemos impedir la socialización pero debemos de diseñar mecanismos que induzcan a la gente de manera discreta a limitar su contacto con los demás de forma razonable.

La teoría nudge o del “pequeño empujón” de Richard Thaler Chatham nos da una buena guía. Los “empujones pequeños” son cambios ambientales o de sistema sutiles que inducen a la gente a tomar decisiones sensatas sin grandes esfuerzos o costos asociados con el convencimiento. Todos vimos el desconcierto social que causó la falta de cerveza durante la temporada de mayor calor, y fuera de Jalisco la gente hizo filas multitudinarias para aprovisionarse de cerveza ante la menor provocación de una ley seca.

Esto demuestra que la prohibición de tajo sin incentivos, tiene un fuerte rechazo social. ¿Es la solución cerrar o multar bares y restaurantes? No lo creo. Sin embargo, con un empujoncito podemos limitar su uso. Mandatar horarios de cierre entre 7 y 8 pm inducirá a la gente a buscar convivir mejor en sus casas o a quedarse menos tiempo en estos lugares. Tenemos que reducir el tiempo promedio de estancia y nuestro justo medio está entre lo que toma que un comensal pida y disfrute su comida, el negocio reciba el pago por ello y pueda seguir sosteniéndose. No es tiempo de socialización en espacios cerrados.

Otro pequeño empujón es peatonalizar calles. Con el tráfico reducido por la falta de traslados de escuela, podemos pensar en restaurantes y actividades en banquetas y calles cerradas al tráfico vehicular. Es bien sabido que estancias al aire libre reducen en gran medida el contagio de COVID. Esto podría reactivar varios giros controvertidos, por ejemplo, con el cine al aire libre o autocine. Lo mismo va para los teatros.

La solución al gran conflicto social que causa en las clases medias no poder socializar y en las clases medias y bajas no poder trabajar debe de ser resuelto de inmediato. Otro punto importante es el transporte público. En pasadas huelgas, patrullas de policías ya han dado aventón a ciudadanos en las partes de atrás de las patrullas.

Estas cajas de patrulla son abiertas y pueden ayudar a desfogar el pesado, encerrado y enmarañado trayecto diario de la gente. La misma alianza se podría alcanzar con las plataformas de transporte ejecutivo bajo demanda que están sufriendo mucho. Con descuentos y alianzas estratégicas con sector privado, podríamos desfogar las rutas de camión en un ganar ganar. Así, todos podrían trabajar y evitar contagiarse. Creo que la clase trabajadora vería con buenos ojos viajar en taxis confortables y sanitizados a cambio de un descuento. Ya vimos la resistencia que hay a los horarios escalonados. En vez de amonestar, debemos diseñar un entorno adecuado.

El COVID convivirá con nosotros durante años. La invitación de Richard Thaler Chatham es a intervenir gubernamentalmente con políticas públicas sutiles, poco costosas y efectivas para inducir a la gente a tomar mejores decisiones. Ya vimos que entre la decisión de quedarse en casa y salir a ganar dinero, la gente siempre tomará la segunda. Y sabemos también, especialmente en esta pandemia, que la desesperación no es buena consejera. Confío en que sabremos darnos colectivamente ese “pequeño empujoncito” para sortear esta pandemia juntos, sector público, social y privado. Un matiz adecuado del botón de emergencia, que no afecte la economía pero que tampoco relaje complemente las medidas. Jalisco lo merece.

* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco