/ miércoles 3 de marzo de 2021

El intruso del Palacio

Abel Campirano Marin

Mientras el bonachón de Shefield – el Jefe de la PROFECO – estaba entretenido con sus laminitas en su gustada y divertida sección “Quién es quién en los precios” este lunes durante la conferencia matutina del Presidente, un individuo malencarado salió por detrás de la Mampara y llegó justo frente a Don Andrés, quien con calma y parsimonia, dejó que aquel intruso de Palacio se acercara a él y pacientemente lo escuchó y lo refirió con el siempre servicial Chucho Ramírez Cuevas, para que el Vocero de la Presidencia siguiera atendiendo al intruso de Palacio.

Esa bondadosa escena me hizo evocar el capítulo 10 del Evangelio de San Mateo, cuando relata que Jesús- El Redentor del Mundo- pronunció aquellas hermosas palabras alusivas a la inocencia de los niños: “Dejad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el Reino de los cielos”.

El gesto patriarcal del Presidente podría haber dado la vuelta al mundo y llegar hasta la Ciudad eterna, para mostrarle a Francisco el Papa en funciones, (Benedicto el otro Papa, El Emérito, descansa y reflexiona) cuanto bien maneja su pastoral nuestro Presidente. Una recreación bíblica muy de estos tiempos cuaresmales.

Lo que era una escena todo bondad bien pudo haber sido una tragedia terrible tanto para nuestro Presidente y su familia como para todos los mexicanos. Nos ha mostrado a Don Andrés en el colmo de la vulnerabilidad, porque si no está seguro en el Palacio en el que despacha y en el que incluso vive y duerme, menos lo va a estar cuando anda en esas giras donde se le agolpa la gente, unos para hacerle caravanas, otros para pedirle y otros para reclamarle.

Don Andrés se expone. El dice y con mucha razón, que el que nada debe nada teme, pero frente a ese dicho está otro dicho: el que anda en el peligro, en él perece. No tiene caso arriesgarse porque los toros andan bravos.

Don Andrés, rechazó desde el principio al Estado Mayor Presidencial, es decir la guardia personal y de élite que tradicionalmente tenían los Presidentes. A veces deja las camionetas blindadas y se sube a su Jetta Blanco a darse sus baños de pueblo y regodearse con sus fans, pero la pregunta se impone: ¿verdaderamente vale la pena el riesgo? Es nuestro presidente y no puede estar expuesto a una situación que ponga en peligro su integridad física. El ejército de aduladores que lo rondan, deberían preocuparse y preocuparse seriamente por la seguridad de nuestro Presidente.

El intruso de Palacio es una llamada de atención muy seria. Encabezados por los soldados que custodian las puertas de Palacio Nacional, hay muchos filtros de seguridad antes de subir al Salón Guillermo Prieto donde se llevan a cabo las mañaneras y no cualquiera puede tener acceso a ese lugar y menos para que salga atrás de la mampara donde el Presidente da la espalda y como Juan por su casa se aproxime a él sin que nadie se haya percatado de su intrusión.

En los vuelos comerciales que aborda Don Andrés, se han dado casos de personas que se acercan para tomarse la foto con él; como un verdadero rockstar accede posa y sonríe; en una ocasión una señora hasta le cantó un corrido, pero también se han presentado situaciones como la que experimentó el pasado fin de semana que regresaba a la Ciudad de México donde fue insultado.

Don Andrés dice que don gajes del oficio y que lo experimentó muchas veces incluso huevazos; pero entonces era un candidato; hoy es el Presidente de la República y como que de repente se le olvida por haber sido tanto tiempo opositor. Aún no se acostumbra.

Pero el asunto es serio. La seguridad del Presidente es vital para él y para el País, es un tema real de Seguridad Nacional. La SEDENA debe tomar cartas en el asunto. Es su Comandante en jefe y le guste o no, debe de tener protección.

Por supuesto espero que todo esto no sea algo preparado porque sería incalificable la burla para los Mexicanos y para el propio Don Andrés que despacha en Palacio como Presidente y no trabaja de Clown.

Carpe diem.

* Doctor en Derecho

Abel Campirano Marin

Mientras el bonachón de Shefield – el Jefe de la PROFECO – estaba entretenido con sus laminitas en su gustada y divertida sección “Quién es quién en los precios” este lunes durante la conferencia matutina del Presidente, un individuo malencarado salió por detrás de la Mampara y llegó justo frente a Don Andrés, quien con calma y parsimonia, dejó que aquel intruso de Palacio se acercara a él y pacientemente lo escuchó y lo refirió con el siempre servicial Chucho Ramírez Cuevas, para que el Vocero de la Presidencia siguiera atendiendo al intruso de Palacio.

Esa bondadosa escena me hizo evocar el capítulo 10 del Evangelio de San Mateo, cuando relata que Jesús- El Redentor del Mundo- pronunció aquellas hermosas palabras alusivas a la inocencia de los niños: “Dejad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el Reino de los cielos”.

El gesto patriarcal del Presidente podría haber dado la vuelta al mundo y llegar hasta la Ciudad eterna, para mostrarle a Francisco el Papa en funciones, (Benedicto el otro Papa, El Emérito, descansa y reflexiona) cuanto bien maneja su pastoral nuestro Presidente. Una recreación bíblica muy de estos tiempos cuaresmales.

Lo que era una escena todo bondad bien pudo haber sido una tragedia terrible tanto para nuestro Presidente y su familia como para todos los mexicanos. Nos ha mostrado a Don Andrés en el colmo de la vulnerabilidad, porque si no está seguro en el Palacio en el que despacha y en el que incluso vive y duerme, menos lo va a estar cuando anda en esas giras donde se le agolpa la gente, unos para hacerle caravanas, otros para pedirle y otros para reclamarle.

Don Andrés se expone. El dice y con mucha razón, que el que nada debe nada teme, pero frente a ese dicho está otro dicho: el que anda en el peligro, en él perece. No tiene caso arriesgarse porque los toros andan bravos.

Don Andrés, rechazó desde el principio al Estado Mayor Presidencial, es decir la guardia personal y de élite que tradicionalmente tenían los Presidentes. A veces deja las camionetas blindadas y se sube a su Jetta Blanco a darse sus baños de pueblo y regodearse con sus fans, pero la pregunta se impone: ¿verdaderamente vale la pena el riesgo? Es nuestro presidente y no puede estar expuesto a una situación que ponga en peligro su integridad física. El ejército de aduladores que lo rondan, deberían preocuparse y preocuparse seriamente por la seguridad de nuestro Presidente.

El intruso de Palacio es una llamada de atención muy seria. Encabezados por los soldados que custodian las puertas de Palacio Nacional, hay muchos filtros de seguridad antes de subir al Salón Guillermo Prieto donde se llevan a cabo las mañaneras y no cualquiera puede tener acceso a ese lugar y menos para que salga atrás de la mampara donde el Presidente da la espalda y como Juan por su casa se aproxime a él sin que nadie se haya percatado de su intrusión.

En los vuelos comerciales que aborda Don Andrés, se han dado casos de personas que se acercan para tomarse la foto con él; como un verdadero rockstar accede posa y sonríe; en una ocasión una señora hasta le cantó un corrido, pero también se han presentado situaciones como la que experimentó el pasado fin de semana que regresaba a la Ciudad de México donde fue insultado.

Don Andrés dice que don gajes del oficio y que lo experimentó muchas veces incluso huevazos; pero entonces era un candidato; hoy es el Presidente de la República y como que de repente se le olvida por haber sido tanto tiempo opositor. Aún no se acostumbra.

Pero el asunto es serio. La seguridad del Presidente es vital para él y para el País, es un tema real de Seguridad Nacional. La SEDENA debe tomar cartas en el asunto. Es su Comandante en jefe y le guste o no, debe de tener protección.

Por supuesto espero que todo esto no sea algo preparado porque sería incalificable la burla para los Mexicanos y para el propio Don Andrés que despacha en Palacio como Presidente y no trabaja de Clown.

Carpe diem.

* Doctor en Derecho