/ miércoles 5 de enero de 2022

El humor y la lucha de clases

Trasladándonos a usos y costumbres de milenios atrás, podemos darnos cuenta de que la sempiterna lucha de clases se fue desarrollando y cobrando forma -mejor dicho diversas formas- conforme al avance de la humanidad. Aunque por lo general, ha prevalecido el dominio de lo que últimamente se ha conocido como “la derecha”, en detrimento de lo que ha sido llamado “la izquierda”.

¿Por qué ha sido así? Pues infortunadamente porque es natural. No en balde a los primeros se les llama “los poderosos” y a los segundos “los débiles”. De la misma forma que a los gordotes o pesados se les llama “los opresores” y a los flacuchos “los oprimidos”.

Además, para nadie es desconocido que en la raza humana, la gran mayoría de las personas tienen más fuerza y control sobre su mano derecha, en detrimento de la izquierda, la cual es más frágil e inhábil. Es por ello que a una se le llama “la diestra” y a la otra “la siniestra”.

¿Por qué esta división de fuerzas en la misma persona? Sólo Dios lo sabe.

Ahora que, es tan marcada esta diferencia entre la “derecha” y la “izquierda” que hasta en la reconocida dialéctica histórica son mayores los momentos en que los poderosos han reinado sobre los débiles. Ello desde luego parecería natural, pero no deja de causar desazón en quienes también al paso del tiempo, han enarbolado una idea a la que llaman “justicia”. Lo que se trata simplemente de que el desequilibrio entre unos y otros no sea tan marcado.

Aunque -cuando menos aquí y en la actualidad- hay muchos que piensan en que “lo justo” es que el que pueda más tenga más y el que tiene menores alcances, posea menos. Si alguien es rico piensa que “mi trabajo me costó” y si le reclaman que su excesiva riqueza es causa de que haya muchos pobres, la respuesta es que “esto así funciona”.

Vemos pues que de manera moderna, pero con los mismos resultados que hace miles y miles de años, sigue vigente “la ley del más fuerte”. Que “el pez más grande se come al chico”; y que “el que tiene más saliva traga más pinole”; dichos realistas, pero crueles. Los derechistas podrían alegar inclusive que desde niños les ordenaban que en su modo de caminar y de actuar, siempre se fueran “derechitos”.

Por el lado opuesto, en el deporte hay quienes aunque sea en poca medida, componen la plana de esta lucha desigual entre débiles y poderosos. Porque es bien sabido que en el box, los “zurdos” muchas veces dejan viendo estrellitas a los “derechos”; y que en el béisbol, quienes lanzan con “la chueca” ponchan lastimosamente a los bateadores.

Pero bueno, volviendo al curso disparejo de la historia, lo que se ve claro es que al paso de los siglos, el mandato de “la derecha” ha sido causa de que proliferen las injusticias en perjuicio de las mayorías. Lo que también es de entenderse, puesto que si los pobres se ufanan de ser de “izquierda”, ¿cómo pueden creer que tengan algún “derecho”.

* Periodista

Trasladándonos a usos y costumbres de milenios atrás, podemos darnos cuenta de que la sempiterna lucha de clases se fue desarrollando y cobrando forma -mejor dicho diversas formas- conforme al avance de la humanidad. Aunque por lo general, ha prevalecido el dominio de lo que últimamente se ha conocido como “la derecha”, en detrimento de lo que ha sido llamado “la izquierda”.

¿Por qué ha sido así? Pues infortunadamente porque es natural. No en balde a los primeros se les llama “los poderosos” y a los segundos “los débiles”. De la misma forma que a los gordotes o pesados se les llama “los opresores” y a los flacuchos “los oprimidos”.

Además, para nadie es desconocido que en la raza humana, la gran mayoría de las personas tienen más fuerza y control sobre su mano derecha, en detrimento de la izquierda, la cual es más frágil e inhábil. Es por ello que a una se le llama “la diestra” y a la otra “la siniestra”.

¿Por qué esta división de fuerzas en la misma persona? Sólo Dios lo sabe.

Ahora que, es tan marcada esta diferencia entre la “derecha” y la “izquierda” que hasta en la reconocida dialéctica histórica son mayores los momentos en que los poderosos han reinado sobre los débiles. Ello desde luego parecería natural, pero no deja de causar desazón en quienes también al paso del tiempo, han enarbolado una idea a la que llaman “justicia”. Lo que se trata simplemente de que el desequilibrio entre unos y otros no sea tan marcado.

Aunque -cuando menos aquí y en la actualidad- hay muchos que piensan en que “lo justo” es que el que pueda más tenga más y el que tiene menores alcances, posea menos. Si alguien es rico piensa que “mi trabajo me costó” y si le reclaman que su excesiva riqueza es causa de que haya muchos pobres, la respuesta es que “esto así funciona”.

Vemos pues que de manera moderna, pero con los mismos resultados que hace miles y miles de años, sigue vigente “la ley del más fuerte”. Que “el pez más grande se come al chico”; y que “el que tiene más saliva traga más pinole”; dichos realistas, pero crueles. Los derechistas podrían alegar inclusive que desde niños les ordenaban que en su modo de caminar y de actuar, siempre se fueran “derechitos”.

Por el lado opuesto, en el deporte hay quienes aunque sea en poca medida, componen la plana de esta lucha desigual entre débiles y poderosos. Porque es bien sabido que en el box, los “zurdos” muchas veces dejan viendo estrellitas a los “derechos”; y que en el béisbol, quienes lanzan con “la chueca” ponchan lastimosamente a los bateadores.

Pero bueno, volviendo al curso disparejo de la historia, lo que se ve claro es que al paso de los siglos, el mandato de “la derecha” ha sido causa de que proliferen las injusticias en perjuicio de las mayorías. Lo que también es de entenderse, puesto que si los pobres se ufanan de ser de “izquierda”, ¿cómo pueden creer que tengan algún “derecho”.

* Periodista