Jorge Chaires Zaragoza
Como se sabe el gobierno del Estado de Jalisco acaba de realizar una consulta popular para preguntarle a los jaliscienses si estaban de acuerdo o no en que el pacto fiscal se revisara cada seis años. La participación de la ciudadanía fue tal solo de 388,816, de un universo de cerca de 2.4 millones que se requería para que fuera vinculante.
El gobierno federal, por su parte, está impulsando una consulta popular para preguntarle a los mexicanos si quieren que se realice la revocación de mandato del presidente de la República. Y aunque todavía no se tienen las cifras definitivas, de igual manera la participación de la ciudadanía fue muy baja.
En los últimos años se ha insistido en la necesidad de implementar mecanismos de participación ciudadana para resolver los asuntos públicos. Se decía que la democracia no se limitaba a la elección de los gobernantes, sino que era un proceso permanente en donde debía participar directamente la ciudadana en la toma de decisiones. Así, se comenzaron a regular mecanismos de democracia directa como la iniciativa popular, el referéndum, el plebiscito, la revocación de mandato, el presupuesto participativo, etc.
Los estudios académicos justificaban la adopción de estos mecanismos de democracia directa con el argumento de que los países con democracias consolidadas desde el siglo XIX ya contaban con dichos instrumentos, como los Estados Unidos y algunos países europeos como Suiza, Alemania, Bélgica o Francia, por lo que su implementación en México nos conduciría invariablemente a consolidar nuestra democracia.
Tanto el gobierno federal como algunos gobiernos locales han buscado legitimar sus decisiones a través de estos mecanismos. Sin embargo, no han dado los resultados esperados, sobre todo, por la baja participación ciudadana.
Algunos estudios alertaron sobre la sobrevaloración que se estaba haciendo a los mecanismos de democracia directa. En un trabajo realizado por Jean-François Prud´homme titulado “La consulta popular y la democracia directa”, en donde analiza la utilización de estos mecanismos en Canadá, los Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Suiza, evidencia lo poco que se han utilizado, por lo que concluye que: “La revisión de estas experiencias nacionales deja una cosa clara: en sí, los instrumentos de consulta directa a la ciudadanía no constituyen una garantía de mayor democracia”.
Ante la pregunta por qué han fracasado estos mecanismos de participación directa, existen una gran cantidad de factores que se han estudiado ampliamente: la poca cultura democrática de los mexicanos; la desconfianza de la población sobre sus resultados; la deficiente socialización del tema; el desconocimiento del tema por tratarse de cuestiones técnicas; la percepción de que se utilice para fines electorales; la polarización de la sociedad en las preferencias partidistas (los partidarios de los partidos de oposición al gobierno prefieren no participar); la irrelevancia del tema para solucionar los verdaderos problemas del país; porque se considera que el gobierno es el que debe tomar las decisiones como responsable del gobierno (por eso se eligió); el elevado costo para realizarlas y la precepción de que una mayoría imponga sus creencias o ideologías a una minoría.
Algunas propuestas para una mayor efectividad se reducen a cuestiones evidentes, como una mayor educación y socialización de los temas para que la ciudadanía este bien informada, sin embargo, el tema requiere de un análisis más profundo.
\u0009 No obstante, todos los inconvenientes que representa la implementación de los mecanismos de participación directa, es mejor contar con dichos instrumentos que no tenernos. Debemos considerar que la democracia en México es relativamente reciente. Precisamente a través de estos instrumentos es que poco o poco la ciudadanía se irá involucrando en los asuntos públicos. Solo hay que tener cuidado en no desgastarlos.
* Doctor. Integrante del Observatorio sobre Seguridad y Justicia del CUCSH y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
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