/ domingo 18 de abril de 2021

El evangelio mexicano

Siendo positivos, bueno sería que todos y cada uno de los mexicanos, levantáramos la cabeza y viéramos hacia el frente para darnos cuenta qué rumbo llevamos.

Desde hace ya tiempo se advertía que nos dirigíamos al vacío, pero ya tenemos rato en caída libre, toda vez que la miseria se ha ido incrementando y fortaleciendo, así como la ignorancia, la impunidad, el crimen, la traición, la corrupción, la deshonestidad, etc. dejando de lado y muy de lado, la casta, el honor, la honestidad, la decencia, la lealtad, la dignidad, el civismo, el respeto, la verdad y la honra en todos sus términos y prueba de ello es que, todos los estratos sociales, hemos consentido a los analfabetas, a los irrespetuosos, a los incultos, a los criminales, esos que nos gobiernan hoy en día.

Me gustaría que alguien me demostrara lo contrario, que soy yo el que está equivocado, a través de elementos de juicio claros, ciertos y creíbles, pues precisamente en estos tiempos, en los que suceden hechos trágicos con un alto costo para la sociedad, como lo viene a ser, perder el estado de derecho, donde unos cuantos entronizados en las esferas del poder con toda desvergüenza e impunidad, traicionan a la patria, destruyendo descaradamente nuestro máximo código político nacional, ese mismo que en múltiples ocasiones tuvo un reconocimiento internacional por su alto contenido en principios y valores desde el origen, desde aquel momento en el que fueron escritos los sentimientos de la nación por don José María Morelos y Pavón, originario de Morelia, Michoacán, sin descalficiar a don Vicente Guerrero, pero sí descalificando al detractor que ostenta actualemnte la silla presidencial, quien con toda desvergüenza pretende cambiar la historia y confirmar su propósito de satisfacción psiquiátrica, al denostar a los pobres, a quienes llama ovejas o mascotas, a quienes según él, tiene que mantener por considerarlos incapaces e inútiles para subsistir con el producto de su esfuerzo.

Lejos de la bondad que pretende hacernos creer, esa que le irradia de diversas maneras, a través de su economía corporal que no es otra cosa que su perversidad disfrazada, su odio, su menosprecio, su humillación, pues con su proceder, les niega toda posibilidad de autosuficiencia, ya que sólo se concreta a una miseria bimestral; sin embargo, la tercera edad, posee la capacidad para discernir que, es víctima de un engaño y de un fraude ambicioso de poder.

Ante tal realidad y si no lo es, insisto, que alguien me haga el gran favor de contradecirme y corregirme, respecto al sentido en que me expreso, pero he de destacar que lo hago confiado y convencido de que no es otra cosa más que la verdad, por lo que considero extremadamente urgente que todos los sectores de la población tomemos conciencia de que, como país y sociedad, vamos en esa caída libre, directo al fango y que de continuar sin enfrentar nuestra realidad, todos los sectores, al margen del credo, de la ideología, de la posición social, económicamente hablando, así como de la profesión, trabajo u oficio que cada uno de nosotros realizamos, no sólo iremos de más a menos, sino que además, no superaremos esta anarquía gubernamental federal, estatal y municipal, en la que la única autoridad que impera es la del hampa, pues ésta goza de la coparticipación, de la complacencia, del apoyo y lo más triste y lamentable, del miedo de aquellos que detentan el poder, siendo el principal traidor, el que se cobija en estampitas, abrazos y dichos populares nada acertados, menos aún positivos o favorecederos.

Nuestro destino es la ruina total , pero ¡ay! de los niños y jóvenes, pues ellos sí lo tendrán que sufrir, porque quienes ya no lo somos, nos encontramos estacionados en el confort de la cobardía, la apatía, la deshonestidad y el desinterés manifiesto, al volvernos simples espectadores, guardar silencio y por ende, consentir este drama social.

No se necesitan muchas personas para comenzar con el cambio, bastan algunos algunos civiles con amor a la patria y a la familia, pues sólo así podremos lograr salir de este emblemático bache en que el pueblo mexicano se encuentra inmerso.

* Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara.

Siendo positivos, bueno sería que todos y cada uno de los mexicanos, levantáramos la cabeza y viéramos hacia el frente para darnos cuenta qué rumbo llevamos.

Desde hace ya tiempo se advertía que nos dirigíamos al vacío, pero ya tenemos rato en caída libre, toda vez que la miseria se ha ido incrementando y fortaleciendo, así como la ignorancia, la impunidad, el crimen, la traición, la corrupción, la deshonestidad, etc. dejando de lado y muy de lado, la casta, el honor, la honestidad, la decencia, la lealtad, la dignidad, el civismo, el respeto, la verdad y la honra en todos sus términos y prueba de ello es que, todos los estratos sociales, hemos consentido a los analfabetas, a los irrespetuosos, a los incultos, a los criminales, esos que nos gobiernan hoy en día.

Me gustaría que alguien me demostrara lo contrario, que soy yo el que está equivocado, a través de elementos de juicio claros, ciertos y creíbles, pues precisamente en estos tiempos, en los que suceden hechos trágicos con un alto costo para la sociedad, como lo viene a ser, perder el estado de derecho, donde unos cuantos entronizados en las esferas del poder con toda desvergüenza e impunidad, traicionan a la patria, destruyendo descaradamente nuestro máximo código político nacional, ese mismo que en múltiples ocasiones tuvo un reconocimiento internacional por su alto contenido en principios y valores desde el origen, desde aquel momento en el que fueron escritos los sentimientos de la nación por don José María Morelos y Pavón, originario de Morelia, Michoacán, sin descalficiar a don Vicente Guerrero, pero sí descalificando al detractor que ostenta actualemnte la silla presidencial, quien con toda desvergüenza pretende cambiar la historia y confirmar su propósito de satisfacción psiquiátrica, al denostar a los pobres, a quienes llama ovejas o mascotas, a quienes según él, tiene que mantener por considerarlos incapaces e inútiles para subsistir con el producto de su esfuerzo.

Lejos de la bondad que pretende hacernos creer, esa que le irradia de diversas maneras, a través de su economía corporal que no es otra cosa que su perversidad disfrazada, su odio, su menosprecio, su humillación, pues con su proceder, les niega toda posibilidad de autosuficiencia, ya que sólo se concreta a una miseria bimestral; sin embargo, la tercera edad, posee la capacidad para discernir que, es víctima de un engaño y de un fraude ambicioso de poder.

Ante tal realidad y si no lo es, insisto, que alguien me haga el gran favor de contradecirme y corregirme, respecto al sentido en que me expreso, pero he de destacar que lo hago confiado y convencido de que no es otra cosa más que la verdad, por lo que considero extremadamente urgente que todos los sectores de la población tomemos conciencia de que, como país y sociedad, vamos en esa caída libre, directo al fango y que de continuar sin enfrentar nuestra realidad, todos los sectores, al margen del credo, de la ideología, de la posición social, económicamente hablando, así como de la profesión, trabajo u oficio que cada uno de nosotros realizamos, no sólo iremos de más a menos, sino que además, no superaremos esta anarquía gubernamental federal, estatal y municipal, en la que la única autoridad que impera es la del hampa, pues ésta goza de la coparticipación, de la complacencia, del apoyo y lo más triste y lamentable, del miedo de aquellos que detentan el poder, siendo el principal traidor, el que se cobija en estampitas, abrazos y dichos populares nada acertados, menos aún positivos o favorecederos.

Nuestro destino es la ruina total , pero ¡ay! de los niños y jóvenes, pues ellos sí lo tendrán que sufrir, porque quienes ya no lo somos, nos encontramos estacionados en el confort de la cobardía, la apatía, la deshonestidad y el desinterés manifiesto, al volvernos simples espectadores, guardar silencio y por ende, consentir este drama social.

No se necesitan muchas personas para comenzar con el cambio, bastan algunos algunos civiles con amor a la patria y a la familia, pues sólo así podremos lograr salir de este emblemático bache en que el pueblo mexicano se encuentra inmerso.

* Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara.