/ martes 26 de octubre de 2021

El drama de los niños soldados

De un tiempo a la fecha, un grupo yihadista ha utilizado a los menores como niños soldados en Mozambique, un país que hoy por hoy es escenario de un repunte de la inseguridad a causa de las operaciones de una milicia islamista local, denunció recientemente Human Rights Watch (HRW), esto tras la entrevista "a cuatro padres de niños secuestrados, un ex niño soldado y dos testigos de esos abusos".

La organización terrorista Al Shabab, vinculada a la red Al-Qaeda y al Estado Islámico, "ha secuestrado a cientos de niños, algunos de tan sólo 12 años, los ha entrenado en bases en toda la provincia de Cabo Delgado y los ha obligado a luchar junto a los adultos contra las fuerzas gubernamentales", denunció la ONG pro derechos humanos mediante un comunicado.

Tras calificar la utilización de niños en combate como una práctica “cruel, ilegal [y que] nunca debería ocurrir”, Mausi Segun pidió Al Shabab de Mozambique “dejar de reclutar niños de inmediato y liberar a todos los niños de sus filas”. Al mismo tiempo exigió a las autoridades de ese país del sureste de África “tomar medidas urgentes para proteger a los niños, para que permanezcan con sus familias y en la escuela, y no sean explotados como armas de guerra”.

El problema en cuestión también ocurre en otros países. En Sudán del Sur, por ejemplo, más de 6 mil niños de ambos sexos han sido reclutados como niños soldados desde el año 2013, esto según estimaciones de UNICEF, la agencia de la Organización de las Naciones Unidas que provee ayuda humanitaria y desarrollo a niños y madres en países en desarrollo.

El problema no es nuevo; se cuenta con información fidedigna en el sentido de que, en la Alemania Nazi, Hitler mandaba niños a defender Berlín, “disparando 'panzerfusts' capaces de inutilizar un tanque”. Muchos de ellos perecieron en combate.

Al problema de la incorporación de niños y adolescentes en los conflictos armados y luchas violentas se debe añadir el hecho de que “en todos los conflictos, hay niños y jóvenes que quedan huérfanos, desplazados o que deben asumir la dirección del hogar porque uno o los dos progenitores han muerto o se han unido a la lucha”, tal como refieren los autores del libro Los Niños Soldados: Un Estudio para el Instituto Henry Dunant, Ginebra (Editorial Fundamentos, 1997).

En el año 2000, Amnistía Internacional (AI) se ocupó del tema mediante una obra titulada Un escándalo oculto, una vergüenza secreta: tortura y malos tratos a menores. En dicho libro, la organización internacional que trabaja para llamar la atención de la sociedad sobre los abusos contra los derechos humanos hizo el siguiente recuento: "más de 300.000 niños combaten en los conflictos armados que se libran actualmente en más de 30 países de todo el mundo; cientos de miles han sido reclutados, tanto por las fuerzas armadas gubernamentales como por los grupos armados de oposición”. Un reportaje del diario español El País asegura que son entre 300.000 y 500.000 los menores que combaten en conflictos armados. El 40% son chicas que sufren abusos, sirviendo como esclavas sexuales a los comandantes.

De acuerdo con AI, se trata de reclutamientos forzosos, que atropellan de forma arbitraria los derechos humanos de los niños, la mayoría de los cuales son secuestrados “para obligarlos a servir en el ejército, o los fuerzan a incorporarse a filas con intimidaciones y amenazas contra ellos o contra sus familias; otros acaban alistándose en las fuerzas armadas empujados por la pobreza, la alienación y la discriminación”. La dramática situación de estos menores termina privándolos de una parte importante de su educación y actividades propias de su edad.

Del año 2000 a la fecha, las cosas no han cambiado en materia de reclutamiento y participación de niños en los combates, esto a pesar de las convenciones y tratados internacionales contra el uso de menores en situaciones de conflicto, su integración en ejércitos, guerrillas o grupos terroristas. La solución de este grave problema constituye un reto mayúsculo para la comunidad internacional.

Concluyo mencionando las terribles experiencias de los niños soldados, obligados a matar, torturar y secuestrar, lo que produce en ellos efectos psicológicos que terminan afectando de manera significativa su salud mental.

Twitter: @armayacastro

De un tiempo a la fecha, un grupo yihadista ha utilizado a los menores como niños soldados en Mozambique, un país que hoy por hoy es escenario de un repunte de la inseguridad a causa de las operaciones de una milicia islamista local, denunció recientemente Human Rights Watch (HRW), esto tras la entrevista "a cuatro padres de niños secuestrados, un ex niño soldado y dos testigos de esos abusos".

La organización terrorista Al Shabab, vinculada a la red Al-Qaeda y al Estado Islámico, "ha secuestrado a cientos de niños, algunos de tan sólo 12 años, los ha entrenado en bases en toda la provincia de Cabo Delgado y los ha obligado a luchar junto a los adultos contra las fuerzas gubernamentales", denunció la ONG pro derechos humanos mediante un comunicado.

Tras calificar la utilización de niños en combate como una práctica “cruel, ilegal [y que] nunca debería ocurrir”, Mausi Segun pidió Al Shabab de Mozambique “dejar de reclutar niños de inmediato y liberar a todos los niños de sus filas”. Al mismo tiempo exigió a las autoridades de ese país del sureste de África “tomar medidas urgentes para proteger a los niños, para que permanezcan con sus familias y en la escuela, y no sean explotados como armas de guerra”.

El problema en cuestión también ocurre en otros países. En Sudán del Sur, por ejemplo, más de 6 mil niños de ambos sexos han sido reclutados como niños soldados desde el año 2013, esto según estimaciones de UNICEF, la agencia de la Organización de las Naciones Unidas que provee ayuda humanitaria y desarrollo a niños y madres en países en desarrollo.

El problema no es nuevo; se cuenta con información fidedigna en el sentido de que, en la Alemania Nazi, Hitler mandaba niños a defender Berlín, “disparando 'panzerfusts' capaces de inutilizar un tanque”. Muchos de ellos perecieron en combate.

Al problema de la incorporación de niños y adolescentes en los conflictos armados y luchas violentas se debe añadir el hecho de que “en todos los conflictos, hay niños y jóvenes que quedan huérfanos, desplazados o que deben asumir la dirección del hogar porque uno o los dos progenitores han muerto o se han unido a la lucha”, tal como refieren los autores del libro Los Niños Soldados: Un Estudio para el Instituto Henry Dunant, Ginebra (Editorial Fundamentos, 1997).

En el año 2000, Amnistía Internacional (AI) se ocupó del tema mediante una obra titulada Un escándalo oculto, una vergüenza secreta: tortura y malos tratos a menores. En dicho libro, la organización internacional que trabaja para llamar la atención de la sociedad sobre los abusos contra los derechos humanos hizo el siguiente recuento: "más de 300.000 niños combaten en los conflictos armados que se libran actualmente en más de 30 países de todo el mundo; cientos de miles han sido reclutados, tanto por las fuerzas armadas gubernamentales como por los grupos armados de oposición”. Un reportaje del diario español El País asegura que son entre 300.000 y 500.000 los menores que combaten en conflictos armados. El 40% son chicas que sufren abusos, sirviendo como esclavas sexuales a los comandantes.

De acuerdo con AI, se trata de reclutamientos forzosos, que atropellan de forma arbitraria los derechos humanos de los niños, la mayoría de los cuales son secuestrados “para obligarlos a servir en el ejército, o los fuerzan a incorporarse a filas con intimidaciones y amenazas contra ellos o contra sus familias; otros acaban alistándose en las fuerzas armadas empujados por la pobreza, la alienación y la discriminación”. La dramática situación de estos menores termina privándolos de una parte importante de su educación y actividades propias de su edad.

Del año 2000 a la fecha, las cosas no han cambiado en materia de reclutamiento y participación de niños en los combates, esto a pesar de las convenciones y tratados internacionales contra el uso de menores en situaciones de conflicto, su integración en ejércitos, guerrillas o grupos terroristas. La solución de este grave problema constituye un reto mayúsculo para la comunidad internacional.

Concluyo mencionando las terribles experiencias de los niños soldados, obligados a matar, torturar y secuestrar, lo que produce en ellos efectos psicológicos que terminan afectando de manera significativa su salud mental.

Twitter: @armayacastro