/ miércoles 20 de febrero de 2019

El dilema de la gallina

Carlos Anguiano Zamudio


Teoría de juegos es un área de la matemática aplicada que utiliza modelos para la toma de decisiones de dos o más agentes, con base al análisis de sus interacciones estratégicas. Consiste en que es más sencillo de entender cuando uno piensa en un juego, como el póker por ejemplo, donde uno debe tomar en consideración la probable decisión de su adversario en cada momento. La teoría de juegos ha tenido una influencia tremenda en muchos ámbitos del saber, como la economía, la biología, la sociología y, desde luego, la política. La razón es que hay muchísimas ocasiones de nuestra vida en los que debemos pensar como actuaran los demás y tomar decisiones en consecuencia.

Analizando las últimas jugadas de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México y de Enrique Alfaro Ramírez, quienes sostuvieron un encuentro cordial y respetuoso en días pasados en Palacio Nacional, es de celebrarse que ninguno de los dos haya insistido en jugar al dilema de la gallina, juego en el que cada uno de los dos jugadores conduce un vehículo en dirección al del contrario y el primero que se desvía de la trayectoria del choque pierde y es humillado por comportarse como una gallina. El juego se basa en la idea de crear presión hasta que uno de los participantes se echa atrás.

Y es que a pesar de que los niveles de aprobación del Presidente superan el 80% y los del gobernador rozan alarmantemente en el 30%, gobernar no es un juego, exige responsabilidad, seriedad, madurez, sensibilidad social. Aún en circunstancias dispares, la teoría de juegos sentencia que si ambos aceleran, chocan y mueren; si ambos esquivan a su rival, se los considera gallinas (cobardes); pero si ambos ceden, ninguno de los dos queda lesionado, ni física, ni moralmente, por lo tanto la suma es (0,0) siendo la mejor alternativa y la elección inteligente a tomar por los jugadores.

En la política, la buena política, la política de estado, las decisiones diarias están llenas de juegos como este. No se trata de amenazar y esperar a que ceda el otro; tampoco se puede esperar a que el otro ceda y sea razonable. La firmeza del estado debe prevalecer pero evitando causar perjuicio y deteriorar la gobernabilidad, volver inestable el sistema político o crear frentes de batalla innecesarios e inútiles para el progreso y el bienestar general.

Detener la escalada de amenazas, declaraciones intransigentes, caprichos y actos estomacales entre los gobernantes de todos los niveles y tamaños, sin duda abona a crear un clima democrático de respeto, que facilita el dialogo, la negociación, la búsqueda de metas comunes y la consecución de políticas públicas que den buenos resultados a los ciudadanos, que lo que menos desean es ver de pelea en pelea a sus gobernantes, a los que pareciera que empieza a devolver el crédito, la confianza y el respeto.

Jalisco necesita el apoyo del Gobierno federal. Eso es indiscutible. Las relaciones personales, egos y anhelos personales de los políticos, deben quedar fuera del tablero estratégico de juego, para poder ganar-ganar que es lo que importa.



www.inteligenciapolitica.org

Carlos Anguiano Zamudio


Teoría de juegos es un área de la matemática aplicada que utiliza modelos para la toma de decisiones de dos o más agentes, con base al análisis de sus interacciones estratégicas. Consiste en que es más sencillo de entender cuando uno piensa en un juego, como el póker por ejemplo, donde uno debe tomar en consideración la probable decisión de su adversario en cada momento. La teoría de juegos ha tenido una influencia tremenda en muchos ámbitos del saber, como la economía, la biología, la sociología y, desde luego, la política. La razón es que hay muchísimas ocasiones de nuestra vida en los que debemos pensar como actuaran los demás y tomar decisiones en consecuencia.

Analizando las últimas jugadas de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México y de Enrique Alfaro Ramírez, quienes sostuvieron un encuentro cordial y respetuoso en días pasados en Palacio Nacional, es de celebrarse que ninguno de los dos haya insistido en jugar al dilema de la gallina, juego en el que cada uno de los dos jugadores conduce un vehículo en dirección al del contrario y el primero que se desvía de la trayectoria del choque pierde y es humillado por comportarse como una gallina. El juego se basa en la idea de crear presión hasta que uno de los participantes se echa atrás.

Y es que a pesar de que los niveles de aprobación del Presidente superan el 80% y los del gobernador rozan alarmantemente en el 30%, gobernar no es un juego, exige responsabilidad, seriedad, madurez, sensibilidad social. Aún en circunstancias dispares, la teoría de juegos sentencia que si ambos aceleran, chocan y mueren; si ambos esquivan a su rival, se los considera gallinas (cobardes); pero si ambos ceden, ninguno de los dos queda lesionado, ni física, ni moralmente, por lo tanto la suma es (0,0) siendo la mejor alternativa y la elección inteligente a tomar por los jugadores.

En la política, la buena política, la política de estado, las decisiones diarias están llenas de juegos como este. No se trata de amenazar y esperar a que ceda el otro; tampoco se puede esperar a que el otro ceda y sea razonable. La firmeza del estado debe prevalecer pero evitando causar perjuicio y deteriorar la gobernabilidad, volver inestable el sistema político o crear frentes de batalla innecesarios e inútiles para el progreso y el bienestar general.

Detener la escalada de amenazas, declaraciones intransigentes, caprichos y actos estomacales entre los gobernantes de todos los niveles y tamaños, sin duda abona a crear un clima democrático de respeto, que facilita el dialogo, la negociación, la búsqueda de metas comunes y la consecución de políticas públicas que den buenos resultados a los ciudadanos, que lo que menos desean es ver de pelea en pelea a sus gobernantes, a los que pareciera que empieza a devolver el crédito, la confianza y el respeto.

Jalisco necesita el apoyo del Gobierno federal. Eso es indiscutible. Las relaciones personales, egos y anhelos personales de los políticos, deben quedar fuera del tablero estratégico de juego, para poder ganar-ganar que es lo que importa.



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