/ martes 22 de diciembre de 2020

El derecho a la vida

Les comento a mis alumnos de Derecho del Centro Universitario de Tonalá en la materia de Teoría del Derecho, que la ciencia jurídica no se aprende con definiciones, como aquellas definiciones que como estudiantes de Derecho los maestros de la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara, nos obligaban a memorizar con la obra de García Máynez de Introducción al estudio del Derecho o bien cuando aprendíamos aritmética, gramática o cualquier otra ciencia, era entonces la pedagogía de la memoria y de la poca reflexión, donde la pedagogía jurídica era de memoria, la misma se transformó al igual que el pensamiento cuando es parte de un pensamiento creativo jurídico.

La máxima jurídica se encuentra en la defensa de la vida al igual que el Derecho a vida, misma que se vincula con la justicia, de allí su concepción ontológica donde el ser jurídico se convierte en un ser ético y el Derecho se muestra en el sutil mundo del espíritu.

Bien se trate de Derecho como sinónimo de lo que a cada uno corresponde como suyo, bien se hable del conjunto de normas, reglas o disposiciones vigentes en un grupo social o una parte orgánica del mismo, bien se evoque la facultad moral de hacer o no hacer, siempre subyace la idea de algo que atañe a la humana conducta y va teñida de las notas de racionalidad y de libertad.

Nunca encontraremos el ser del Derecho entre los determinismos ciegos de la materia, porque su entidad pertenece al mundo cultural, espiritual, histórico bajo el modo de ser de una forma de vida social. Los hombres tenemos conciencia de que el Derecho es fruto de nuestro espíritu. Sabemos que lo jurídico es una dimensión vital nuestra, algo en que existe huella de nuestra personalidad íntima, activa y creadora, donde la norma tiene que cumplirse tal cual se escribe por el espíritu del legislador, tal cual se determina y se administra por el espíritu del juez quien hace valer la norma para establecer un Estado de Derecho que mucha falta hace a nuestro Estado de Jalisco, donde la criminalidad rebasa al Estado del Poder Ejecutivo y sus instituciones locales muestran debilidad ante el crimen que se apodera con la violencia y la muerte del Estado.

Es trágico para la sociedad jalisciense enterarse por las noticias de los robos, secuestros, asesinatos y demás delitos de orden penal, donde algunos presuntos delincuentes están en libertad sin el castigo que la ley como imperativo del Derecho les impone creando la figura atípica de la impunidad que mucho daño hace a la sociedad, mucha gente inocente muere y el Derecho a la vida no hace la justicia que la sociedad exige, como escribía Miguel de Cervantes en sus entremeses cervantinos de exigir la justicia al señor Juez.

El derecho a la vida es un imperativo categórico como escribía Kant. Así el magnicidio del exgobernador del Estado es el segundo después del General Ramón Corona, dentro de la historia de Jalisco, los demás perdieron la vida en batallas o fusilados, y este crimen y los demás crímenes de las personas que ya no tienen voz y no tuvieron poder no pueden estar impunes.

* Profesor de Derecho la Universidad de Guadalajara y Miembro del Observatorio sobre Seguridad y Justicia.

Les comento a mis alumnos de Derecho del Centro Universitario de Tonalá en la materia de Teoría del Derecho, que la ciencia jurídica no se aprende con definiciones, como aquellas definiciones que como estudiantes de Derecho los maestros de la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara, nos obligaban a memorizar con la obra de García Máynez de Introducción al estudio del Derecho o bien cuando aprendíamos aritmética, gramática o cualquier otra ciencia, era entonces la pedagogía de la memoria y de la poca reflexión, donde la pedagogía jurídica era de memoria, la misma se transformó al igual que el pensamiento cuando es parte de un pensamiento creativo jurídico.

La máxima jurídica se encuentra en la defensa de la vida al igual que el Derecho a vida, misma que se vincula con la justicia, de allí su concepción ontológica donde el ser jurídico se convierte en un ser ético y el Derecho se muestra en el sutil mundo del espíritu.

Bien se trate de Derecho como sinónimo de lo que a cada uno corresponde como suyo, bien se hable del conjunto de normas, reglas o disposiciones vigentes en un grupo social o una parte orgánica del mismo, bien se evoque la facultad moral de hacer o no hacer, siempre subyace la idea de algo que atañe a la humana conducta y va teñida de las notas de racionalidad y de libertad.

Nunca encontraremos el ser del Derecho entre los determinismos ciegos de la materia, porque su entidad pertenece al mundo cultural, espiritual, histórico bajo el modo de ser de una forma de vida social. Los hombres tenemos conciencia de que el Derecho es fruto de nuestro espíritu. Sabemos que lo jurídico es una dimensión vital nuestra, algo en que existe huella de nuestra personalidad íntima, activa y creadora, donde la norma tiene que cumplirse tal cual se escribe por el espíritu del legislador, tal cual se determina y se administra por el espíritu del juez quien hace valer la norma para establecer un Estado de Derecho que mucha falta hace a nuestro Estado de Jalisco, donde la criminalidad rebasa al Estado del Poder Ejecutivo y sus instituciones locales muestran debilidad ante el crimen que se apodera con la violencia y la muerte del Estado.

Es trágico para la sociedad jalisciense enterarse por las noticias de los robos, secuestros, asesinatos y demás delitos de orden penal, donde algunos presuntos delincuentes están en libertad sin el castigo que la ley como imperativo del Derecho les impone creando la figura atípica de la impunidad que mucho daño hace a la sociedad, mucha gente inocente muere y el Derecho a la vida no hace la justicia que la sociedad exige, como escribía Miguel de Cervantes en sus entremeses cervantinos de exigir la justicia al señor Juez.

El derecho a la vida es un imperativo categórico como escribía Kant. Así el magnicidio del exgobernador del Estado es el segundo después del General Ramón Corona, dentro de la historia de Jalisco, los demás perdieron la vida en batallas o fusilados, y este crimen y los demás crímenes de las personas que ya no tienen voz y no tuvieron poder no pueden estar impunes.

* Profesor de Derecho la Universidad de Guadalajara y Miembro del Observatorio sobre Seguridad y Justicia.