/ jueves 7 de abril de 2022

El contrapeso de la Corte

John Locke concebía el ejercicio del poder público como el justo equilibrio de tres poderes que trabajaban en pro del bienestar del pueblo; así, el poder legislativo se encargaba de crear las normas jurídicas; el poder judicial de aplicarlas y el poder ejecutivo de administrar los fondos públicos.

Toda una pléyade de pensadores han establecido sus teorías en torno al sistema tripartita del poder; los enciclopedistas franceses, los idealistas ingleses, los formalistas alemanes tratando de explicar que el poder es uno solo pero se manifiesta en tres elementos formales según sea su actividad preponderante.

En la medida en que todos trabajan como maquinaria bien aceitada, se manifiesta la forma perfecta del gobierno, pero cuando uno trata de prevalecer sobre el otro se da la descomposición del poder.

Generalmente corresponde al poder judicial ser el fiel de la balanza y ser el órgano rector del equilibrio de poderes y radica en él la enorme responsabilidad de evitar los abusos y velar por los intereses de la ciudadanía evitando la preeminencia de cualquiera de los otros.

Las normas, tanto las objetivas como las subjetivas, tienden a la protección de los ciudadanos regulando sus relaciones de coordinación así como las de subordinación que son a las que se refería Jellinek cuando vinculaba al Estado con sus súbditos.

Sin lugar a dudas es una enorme responsabilidad la que pesa sobre jueces y magistrados la impartición de justicia cuando hay disputas entre los gobernado ya que además debe propugnar por el equilibrio de poderes.

La Suprema Corte de Justicia emitió dos resoluciones de suma importancia, dando sendos reveses a la Presidencia de la República; echó abajo el decreto que prohibía a exfuncionarios de altos cargos aceptar empleos en el sector privado, y por otra parte limitó las facultades del titular del ejecutivo para la disposición discrecional de fondos del gasto público.

En todos los sectores de la población se respira un ambiente tenso; tenemos una división profunda; desafortunadamente desde la cúspide del poder se ha estado creando y alimentando esa enorme Hidra de Lerna que tiene al país crispado en donde no existe un Hércules que como en la mitología en el segundo de sus trabajos pasó enormes dificultades para acabar con ese monstruo porque al cortarle una cabeza surgían otras 2.

Justamente las decisiones de la Corte habrán de causar más divisiones, porque la cascada de amparos que se avecinan con motivo de la reforma eléctrica y los análisis sobre la constitucionalidad inherentes al caso, y el papel que va a desempeñar va a ser de suma importancia sobre todo porque además, una vez concluido el ejercicio de la consulta ciudadana, la arremetida anunciada por el Secretario de Gobernación en contra de las autoridades y en contra del Tribunal Federal Electoral, el más alto Tribunal del País va a ser requerido en su intervención para solucionar las múltiples controversias que como nubes negras ensombrecen el paisaje nacional.

Por si fuera poco en unos meses tendremos elecciones en 6 Estados de la República con sus consiguientes problemas post-electorales y la Suprema Corte volverá a desempeñar un papel de suma importancia en la solución de conflictos.

Los excesos del ejecutivo y los excesos del legislativo solo pueden ser controlados por un Tribunal independiente; en la medida en que la Corte lo haga, estará garantizando la paz y estabilidad del país que se verá fuertemente amenazada en los próximos días.

Menuda responsabilidad histórica tiene la Corte; el contrapeso del poder o la cómplice de la destrucción de las instituciones. El dilema de Hamlet: Ser o no ser.

John Locke concebía el ejercicio del poder público como el justo equilibrio de tres poderes que trabajaban en pro del bienestar del pueblo; así, el poder legislativo se encargaba de crear las normas jurídicas; el poder judicial de aplicarlas y el poder ejecutivo de administrar los fondos públicos.

Toda una pléyade de pensadores han establecido sus teorías en torno al sistema tripartita del poder; los enciclopedistas franceses, los idealistas ingleses, los formalistas alemanes tratando de explicar que el poder es uno solo pero se manifiesta en tres elementos formales según sea su actividad preponderante.

En la medida en que todos trabajan como maquinaria bien aceitada, se manifiesta la forma perfecta del gobierno, pero cuando uno trata de prevalecer sobre el otro se da la descomposición del poder.

Generalmente corresponde al poder judicial ser el fiel de la balanza y ser el órgano rector del equilibrio de poderes y radica en él la enorme responsabilidad de evitar los abusos y velar por los intereses de la ciudadanía evitando la preeminencia de cualquiera de los otros.

Las normas, tanto las objetivas como las subjetivas, tienden a la protección de los ciudadanos regulando sus relaciones de coordinación así como las de subordinación que son a las que se refería Jellinek cuando vinculaba al Estado con sus súbditos.

Sin lugar a dudas es una enorme responsabilidad la que pesa sobre jueces y magistrados la impartición de justicia cuando hay disputas entre los gobernado ya que además debe propugnar por el equilibrio de poderes.

La Suprema Corte de Justicia emitió dos resoluciones de suma importancia, dando sendos reveses a la Presidencia de la República; echó abajo el decreto que prohibía a exfuncionarios de altos cargos aceptar empleos en el sector privado, y por otra parte limitó las facultades del titular del ejecutivo para la disposición discrecional de fondos del gasto público.

En todos los sectores de la población se respira un ambiente tenso; tenemos una división profunda; desafortunadamente desde la cúspide del poder se ha estado creando y alimentando esa enorme Hidra de Lerna que tiene al país crispado en donde no existe un Hércules que como en la mitología en el segundo de sus trabajos pasó enormes dificultades para acabar con ese monstruo porque al cortarle una cabeza surgían otras 2.

Justamente las decisiones de la Corte habrán de causar más divisiones, porque la cascada de amparos que se avecinan con motivo de la reforma eléctrica y los análisis sobre la constitucionalidad inherentes al caso, y el papel que va a desempeñar va a ser de suma importancia sobre todo porque además, una vez concluido el ejercicio de la consulta ciudadana, la arremetida anunciada por el Secretario de Gobernación en contra de las autoridades y en contra del Tribunal Federal Electoral, el más alto Tribunal del País va a ser requerido en su intervención para solucionar las múltiples controversias que como nubes negras ensombrecen el paisaje nacional.

Por si fuera poco en unos meses tendremos elecciones en 6 Estados de la República con sus consiguientes problemas post-electorales y la Suprema Corte volverá a desempeñar un papel de suma importancia en la solución de conflictos.

Los excesos del ejecutivo y los excesos del legislativo solo pueden ser controlados por un Tribunal independiente; en la medida en que la Corte lo haga, estará garantizando la paz y estabilidad del país que se verá fuertemente amenazada en los próximos días.

Menuda responsabilidad histórica tiene la Corte; el contrapeso del poder o la cómplice de la destrucción de las instituciones. El dilema de Hamlet: Ser o no ser.