/ lunes 2 de octubre de 2023

El beso


Yo creo que la ponderación debe estar siempre presente para juzgar los actos de los demás; allá por los años sesenta, había una frase muy empleada en los comerciales de la época: “ni muy muy, ni tan tan ”.

Hoy parece una bobería, pero tiene su profudidad; nos recuerda la mesura; no irnos a los extremos. Por eso Aristóteles decía que la suprema virtud es dencontrar el justo medio de las cosas.

En lo particular no creo que debamos desgarrarnos las vestiduras por el beso que la Alcaldesa de Tecámac le plantó en la mano al presidente y que ha dado lugar a sinfín de comentarios, conjeturas, críticas y aspavientos.

Los antiguos de la comarca recordarán que era costumbre de antaño besar la mano de los padres y de los abuelos, de los padrinos, y era usual hacerlo incluso con los sacerdotes a quienes incluso se les saludaba con una breve reverencia e intento de genuflexión, y más con los jerarcas eclesiásticos con los que se ponía la rodilla en tierra. Muestra de respeto y nada más.

Los tiempos han cambiado. Ha caido en desuso ese gesto de respeto; antes a las damas casadas se les saludaba así, pero lo cierto es que la boca no tocaba la mano, sino solo era un acercamiento aunque sí se hacía el ademán, pero no había el tal beso; había otras reglas, como por ejemplo, no hacerlo cuando la dama llevaba guantes, y peor aun cuando se le obligaba a levantar el brazo, pues era el caballero el que debía inclinarse hacia ella y no la mujer llevar la mano a la cara del individuo.

Incluso hoy día, cuantos de nosotros, apenas hemos sido presentados con alguna dama somos prestos (y más si tiene buen ver) no solo a estrecharle su mano sino a darle un beso en la mejilla y a veces algunos más pícaros se acercan a territorio peligroso, y todo eso se ve de lo mas natural y socialmente aceptado, pero bueno, cada quien su cuento.

El beso. El beso. Recodemos que con un beso Judas traicionó al Maestro. En Europa se saludan con dos besos y en algunas regiones hasta con tres. Se han compuesto canciones y poemas. Recuerdo aquellas célebres canciones de Los Churumbeles de España con Juan Legido y Mario Rey. O aquél poema : “Un beso, -decía el poema,- es el eco suave de un canto, que mas que canto, es un himno sacrosanto, que imitar no puede el ave; un beso es… ¡no seas loca! Porqué me preguntas eso? Junta tu boca con mi boca, y sabrás lo que es un beso!”

Pero bueno, menos divagaciones. Concentrémonos en el ósculo de la Alcaldesa de Tecamac, Mariela Gutiérrez Escalante. Si vemos los videos sin apasionamientos, vemos que cuando ella se despide del presidente para regresar a su lugar en la fila trasera del presidium le toma a López Obrador su mano y le pone allí en el dorso un beso. Simplemente una muestra de respeto y hasta allí.

Mesura, ponderación, objetividad. No le echemos mas palitos a la lumbre porque el incendio en el país está punto menos que incontrolable como para andar atizando el fuego.


Yo creo que la ponderación debe estar siempre presente para juzgar los actos de los demás; allá por los años sesenta, había una frase muy empleada en los comerciales de la época: “ni muy muy, ni tan tan ”.

Hoy parece una bobería, pero tiene su profudidad; nos recuerda la mesura; no irnos a los extremos. Por eso Aristóteles decía que la suprema virtud es dencontrar el justo medio de las cosas.

En lo particular no creo que debamos desgarrarnos las vestiduras por el beso que la Alcaldesa de Tecámac le plantó en la mano al presidente y que ha dado lugar a sinfín de comentarios, conjeturas, críticas y aspavientos.

Los antiguos de la comarca recordarán que era costumbre de antaño besar la mano de los padres y de los abuelos, de los padrinos, y era usual hacerlo incluso con los sacerdotes a quienes incluso se les saludaba con una breve reverencia e intento de genuflexión, y más con los jerarcas eclesiásticos con los que se ponía la rodilla en tierra. Muestra de respeto y nada más.

Los tiempos han cambiado. Ha caido en desuso ese gesto de respeto; antes a las damas casadas se les saludaba así, pero lo cierto es que la boca no tocaba la mano, sino solo era un acercamiento aunque sí se hacía el ademán, pero no había el tal beso; había otras reglas, como por ejemplo, no hacerlo cuando la dama llevaba guantes, y peor aun cuando se le obligaba a levantar el brazo, pues era el caballero el que debía inclinarse hacia ella y no la mujer llevar la mano a la cara del individuo.

Incluso hoy día, cuantos de nosotros, apenas hemos sido presentados con alguna dama somos prestos (y más si tiene buen ver) no solo a estrecharle su mano sino a darle un beso en la mejilla y a veces algunos más pícaros se acercan a territorio peligroso, y todo eso se ve de lo mas natural y socialmente aceptado, pero bueno, cada quien su cuento.

El beso. El beso. Recodemos que con un beso Judas traicionó al Maestro. En Europa se saludan con dos besos y en algunas regiones hasta con tres. Se han compuesto canciones y poemas. Recuerdo aquellas célebres canciones de Los Churumbeles de España con Juan Legido y Mario Rey. O aquél poema : “Un beso, -decía el poema,- es el eco suave de un canto, que mas que canto, es un himno sacrosanto, que imitar no puede el ave; un beso es… ¡no seas loca! Porqué me preguntas eso? Junta tu boca con mi boca, y sabrás lo que es un beso!”

Pero bueno, menos divagaciones. Concentrémonos en el ósculo de la Alcaldesa de Tecamac, Mariela Gutiérrez Escalante. Si vemos los videos sin apasionamientos, vemos que cuando ella se despide del presidente para regresar a su lugar en la fila trasera del presidium le toma a López Obrador su mano y le pone allí en el dorso un beso. Simplemente una muestra de respeto y hasta allí.

Mesura, ponderación, objetividad. No le echemos mas palitos a la lumbre porque el incendio en el país está punto menos que incontrolable como para andar atizando el fuego.