/ viernes 28 de diciembre de 2018

El ancho mundo de las leyes no escritas

Ernesto Díaz Martínez


Es entendible que los políticos de oposición hablen de lo que debe ser y de lo que no están haciendo bien los gobernantes. También lo es que los políticos en funciones de gobernantes caigan en tentaciones como sentirse superiores o creerse soñados o que son los mejores intérpretes de lo que la sociedad quiere.

En México, por ejemplo, si bien en apariencia estamos saliendo de un sistema corrupto a partir de una farsa consistente en una democracia que para el pueblo se termina a la hora de votar, además las clases trabajadoras y la gente de bien tiene que padecer una partidocracia que más parece un pantano lleno de excremento que se fermenta entre las ambiciones, las vanidades, la hipocresía y la mezquindad humanas.

Y así, entre que seguimos padeciendo las secuelas del sistema corrupto y la naciente transición a lo que el nuevo gobierno llama “Cuarta Transformación” con todo y sus contradicciones internas como la práctica de métodos antidemocráticos de imposición de dirigentes partidistas, enlaces distritales y delegados estatales ajenos a los distritos y estados encomendados.

Precisamente de ese modo se privó a Jalisco de la posibilidad real de un cambio verdadero, de un triunfo de la izquierda del pueblo; eso mediante imposiciones autoritarias donde un enviado se apodera de las decisiones y de los actos donde aparezca el líder nacional, y así impone una plutocracia que se apropia del movimiento y sus partidos, desplazando en forma arbitraria a miles de personas y sobre todo anulando la posibilidad real de hacer un gobierno para honrar las luchas sociales de Jalisco.

Por eso creo que en Jalisco no se puede celebrar mucho. Más allá de entender con buen ánimo que se impuso el pueblo contra personajes encaramados en el gobierno a nivel nacional como los panistas de Felipe Calderón y los priistas de la derecha comandados por Aurelio Nuño, y de lo que debieran tomar nota quienes en Jalisco hicieron mal uso del movimiento e impidieron el cambio verdadero, y los monreal de Zacatecas y a otros tantos inmerecidos que se colaron en el nuevo gobierno.

Así que lo más rescatable del primero de julio es saber que existe la posibilidad real de que el pueblo ponga en su lugar a los mareados, a los inmerecidos, a los que pierden el piso al cobrar la primera quincena.

En este contexto, los idealistas que votaron por AMLO y están observando con pesar las contradicciones que caprichudamente se empeñan en defender en el gran movimiento que era para generar un cambio verdadero, seguro seguirán reclamando entre otras que AMLO concreten una iniciativa de reforma, para revertir la contrarreforma constitucional salinista al artículo 27 constitucional.

Así pues, estamos siendo testigos de que el nuevo gobierno es congruente con sus propuestas como las de política social y eso hay que aplaudirlo; lamentablemente también está imponiendo intermediarios sin méritos de pueblo para empoderarlos sin medida en beneficio de su lambisconería, su oportunismo y su suerte inmerecida…

Así, AMLO y su gobierno están contribuyendo en parte al sistema de las leyes no escritas que en el mundo real y más allá del Estado de Derecho, en nombre de la razón de la fuerza y del poder obtenido del pueblo, viola cotidianamente la dignidad y los derechos humanos de millones de mexicanos desde las oficinas públicas, los partidos políticos, los centros de atención a la salud pública, en los ministerios públicos, en los juzgados y en las aduanas fronterizas…

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Ernesto Díaz Martínez


Es entendible que los políticos de oposición hablen de lo que debe ser y de lo que no están haciendo bien los gobernantes. También lo es que los políticos en funciones de gobernantes caigan en tentaciones como sentirse superiores o creerse soñados o que son los mejores intérpretes de lo que la sociedad quiere.

En México, por ejemplo, si bien en apariencia estamos saliendo de un sistema corrupto a partir de una farsa consistente en una democracia que para el pueblo se termina a la hora de votar, además las clases trabajadoras y la gente de bien tiene que padecer una partidocracia que más parece un pantano lleno de excremento que se fermenta entre las ambiciones, las vanidades, la hipocresía y la mezquindad humanas.

Y así, entre que seguimos padeciendo las secuelas del sistema corrupto y la naciente transición a lo que el nuevo gobierno llama “Cuarta Transformación” con todo y sus contradicciones internas como la práctica de métodos antidemocráticos de imposición de dirigentes partidistas, enlaces distritales y delegados estatales ajenos a los distritos y estados encomendados.

Precisamente de ese modo se privó a Jalisco de la posibilidad real de un cambio verdadero, de un triunfo de la izquierda del pueblo; eso mediante imposiciones autoritarias donde un enviado se apodera de las decisiones y de los actos donde aparezca el líder nacional, y así impone una plutocracia que se apropia del movimiento y sus partidos, desplazando en forma arbitraria a miles de personas y sobre todo anulando la posibilidad real de hacer un gobierno para honrar las luchas sociales de Jalisco.

Por eso creo que en Jalisco no se puede celebrar mucho. Más allá de entender con buen ánimo que se impuso el pueblo contra personajes encaramados en el gobierno a nivel nacional como los panistas de Felipe Calderón y los priistas de la derecha comandados por Aurelio Nuño, y de lo que debieran tomar nota quienes en Jalisco hicieron mal uso del movimiento e impidieron el cambio verdadero, y los monreal de Zacatecas y a otros tantos inmerecidos que se colaron en el nuevo gobierno.

Así que lo más rescatable del primero de julio es saber que existe la posibilidad real de que el pueblo ponga en su lugar a los mareados, a los inmerecidos, a los que pierden el piso al cobrar la primera quincena.

En este contexto, los idealistas que votaron por AMLO y están observando con pesar las contradicciones que caprichudamente se empeñan en defender en el gran movimiento que era para generar un cambio verdadero, seguro seguirán reclamando entre otras que AMLO concreten una iniciativa de reforma, para revertir la contrarreforma constitucional salinista al artículo 27 constitucional.

Así pues, estamos siendo testigos de que el nuevo gobierno es congruente con sus propuestas como las de política social y eso hay que aplaudirlo; lamentablemente también está imponiendo intermediarios sin méritos de pueblo para empoderarlos sin medida en beneficio de su lambisconería, su oportunismo y su suerte inmerecida…

Así, AMLO y su gobierno están contribuyendo en parte al sistema de las leyes no escritas que en el mundo real y más allá del Estado de Derecho, en nombre de la razón de la fuerza y del poder obtenido del pueblo, viola cotidianamente la dignidad y los derechos humanos de millones de mexicanos desde las oficinas públicas, los partidos políticos, los centros de atención a la salud pública, en los ministerios públicos, en los juzgados y en las aduanas fronterizas…

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