/ lunes 14 de junio de 2021

¿Discurso electoral o terror electoral?


Es bien sabido que a nivel nacional la brújula que guía los discursos que se enarbolan desde los diferentes ángulos que conforman este país tan diverso, pero también tan desigual ha sido el del adversario, el otro, el del rival a vencer para hacer de México un lugar mejor.

Esta maniobra ha sido fuertemente criticada por múltiples voces, cosa que celebro porque construye esta especie de “monstruos”, este imaginario del enemigo contra el cual hay que enfrentarse sin titubeo, sin ceder ni un minuto para escuchar siquiera y allí no hay espacio para el diálogo, para reconocer las buenas ideas, los resultados obtenidos ni sumar esfuerzos que construyan proyectos que vayan más allá de siglas, de colores o de personajes.

A nivel local, el gobierno local terminó no solamente por sumarse a estos discursos del “conmigo o contra mí”, sino que echó más leña al fuego. En un escenario electoral del tamaño del que acabamos de vivir, esta polarización estuvo sazonada con discursos que parecía que su intención era infundir miedo: lo que se decidía el 6 de junio no tenía vuelta atrás y por ningún motivo podíamos dejar que “el otro” ganara.

Es lamentable que tanto la administración federal como la local utilizaran más descalificativos y narrativas de terror que propuestas viables y candidaturas sólidas. El pasado domingo la ciudadanía salió a votar más por miedo, fobias y filias que por convicción, más que por proyectos sensatos, bien estructurados.

Si existe algún elemento imprescindible para hacer balance de las elecciones tanto al interior de los partidos como en los gobiernos, los institutos electorales y la ciudadanía, es que es insostenible seguir haciendo política desde la espectacularización, desde el terror, desde la polarización o desde la improvisación, porque lo que está en juego es ni más ni menos que el porvenir del estado y del país, y cuando lo digo, hablo de las condiciones de vida de todas las personas, de cómo hacer que la vida del día a día sea menos insufrible y más digna.


* Vicepresidenta de Hagamos


Es bien sabido que a nivel nacional la brújula que guía los discursos que se enarbolan desde los diferentes ángulos que conforman este país tan diverso, pero también tan desigual ha sido el del adversario, el otro, el del rival a vencer para hacer de México un lugar mejor.

Esta maniobra ha sido fuertemente criticada por múltiples voces, cosa que celebro porque construye esta especie de “monstruos”, este imaginario del enemigo contra el cual hay que enfrentarse sin titubeo, sin ceder ni un minuto para escuchar siquiera y allí no hay espacio para el diálogo, para reconocer las buenas ideas, los resultados obtenidos ni sumar esfuerzos que construyan proyectos que vayan más allá de siglas, de colores o de personajes.

A nivel local, el gobierno local terminó no solamente por sumarse a estos discursos del “conmigo o contra mí”, sino que echó más leña al fuego. En un escenario electoral del tamaño del que acabamos de vivir, esta polarización estuvo sazonada con discursos que parecía que su intención era infundir miedo: lo que se decidía el 6 de junio no tenía vuelta atrás y por ningún motivo podíamos dejar que “el otro” ganara.

Es lamentable que tanto la administración federal como la local utilizaran más descalificativos y narrativas de terror que propuestas viables y candidaturas sólidas. El pasado domingo la ciudadanía salió a votar más por miedo, fobias y filias que por convicción, más que por proyectos sensatos, bien estructurados.

Si existe algún elemento imprescindible para hacer balance de las elecciones tanto al interior de los partidos como en los gobiernos, los institutos electorales y la ciudadanía, es que es insostenible seguir haciendo política desde la espectacularización, desde el terror, desde la polarización o desde la improvisación, porque lo que está en juego es ni más ni menos que el porvenir del estado y del país, y cuando lo digo, hablo de las condiciones de vida de todas las personas, de cómo hacer que la vida del día a día sea menos insufrible y más digna.


* Vicepresidenta de Hagamos