/ lunes 28 de octubre de 2019

Desigualdad en Chile, desigualdad en México

“Vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás”dijo Cecilia Morel a su esposo el presidente Sebastián Piñera en medio de la crisis.

Latinoamérica ha sido testigo en la última década de protestas contra la desigualdad social propiciada por los gobiernos con sus políticas económicas que lo único que parecen procurar es la concentración de riquezas en un determinado sector de las poblaciones. A consecuencia de esto se genera repudio social haciendo manifestarse a los ciudadanos, para exigir baja a las tarifas del transporte público, a la gasolina y en general a los impuestos. El caso más reciente está en Chile.

Esas protestas, en menor escala, también han estado presentes en México y en otros países como Ecuador, Colombia, Brasil y Paraguay. El índice de desigualdad de México es similar al de Chile; estos dos países están entre los diez más desiguales del mundo. Los gobiernos ha sido clave para llegar a ese descontento social, por sus políticas en beneficio de los ricos y no de los que no tienen, sin entender que entre más desigualdad social exista habrá mayor violencia e inseguridad, problemas de salud pública y mental.

Ana Barrero, presidenta de AIPAZ, nos enseña que la desigualdad y la discriminación son las bases de la vulnerabilidad construida socialmente, por lo que su protección no puede abstraerse de las causas que los han convertido en tal. Construir ciudades y sociedades pacíficas exige asumir una concepción antropológica del ser humano desmarcada de la inevitabilidad de la violencia; y deslindar agresividad, conflicto y violencia.

Diferenciar estos tres conceptos es clave para mantener la esperanza de que la violencia no es un destino inescapable para la humanidad. 1) La agresividad, una característica humana individual, que emerge como respuesta a una amenaza, no necesariamente ha de expresarse con violencia. 2) La violencia, es una construcción social conformada por actitudes, acciones, palabras, estructuras o sistemas que causan daño físico, psicológico o social que impiden a una persona o grupo alcanzar su potencial humano pleno. 3) El conflicto, surge cuando se persiguen objetivos incompatibles que pueden ser por intereses económicos o intangibles (como culturales o de creencia), constituyendo una situación de oposición y desacuerdo.

Trabajar la desigualdad, se trata de articular la convivencia por medios pacíficos. Estos medios pacíficos implican el desarrollo de las capacidades de solidaridad, y subsidiaridad. Ya no se trata tanto de simples procesos de pacificación (peacemaking) ni de mantenimiento de la paz (peacekeeping) sino, sobre todo, de procesos de construcción de paz (peacebuilding).

* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco

“Vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás”dijo Cecilia Morel a su esposo el presidente Sebastián Piñera en medio de la crisis.

Latinoamérica ha sido testigo en la última década de protestas contra la desigualdad social propiciada por los gobiernos con sus políticas económicas que lo único que parecen procurar es la concentración de riquezas en un determinado sector de las poblaciones. A consecuencia de esto se genera repudio social haciendo manifestarse a los ciudadanos, para exigir baja a las tarifas del transporte público, a la gasolina y en general a los impuestos. El caso más reciente está en Chile.

Esas protestas, en menor escala, también han estado presentes en México y en otros países como Ecuador, Colombia, Brasil y Paraguay. El índice de desigualdad de México es similar al de Chile; estos dos países están entre los diez más desiguales del mundo. Los gobiernos ha sido clave para llegar a ese descontento social, por sus políticas en beneficio de los ricos y no de los que no tienen, sin entender que entre más desigualdad social exista habrá mayor violencia e inseguridad, problemas de salud pública y mental.

Ana Barrero, presidenta de AIPAZ, nos enseña que la desigualdad y la discriminación son las bases de la vulnerabilidad construida socialmente, por lo que su protección no puede abstraerse de las causas que los han convertido en tal. Construir ciudades y sociedades pacíficas exige asumir una concepción antropológica del ser humano desmarcada de la inevitabilidad de la violencia; y deslindar agresividad, conflicto y violencia.

Diferenciar estos tres conceptos es clave para mantener la esperanza de que la violencia no es un destino inescapable para la humanidad. 1) La agresividad, una característica humana individual, que emerge como respuesta a una amenaza, no necesariamente ha de expresarse con violencia. 2) La violencia, es una construcción social conformada por actitudes, acciones, palabras, estructuras o sistemas que causan daño físico, psicológico o social que impiden a una persona o grupo alcanzar su potencial humano pleno. 3) El conflicto, surge cuando se persiguen objetivos incompatibles que pueden ser por intereses económicos o intangibles (como culturales o de creencia), constituyendo una situación de oposición y desacuerdo.

Trabajar la desigualdad, se trata de articular la convivencia por medios pacíficos. Estos medios pacíficos implican el desarrollo de las capacidades de solidaridad, y subsidiaridad. Ya no se trata tanto de simples procesos de pacificación (peacemaking) ni de mantenimiento de la paz (peacekeeping) sino, sobre todo, de procesos de construcción de paz (peacebuilding).

* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco