/ lunes 12 de noviembre de 2018

Desde mi óptica / Mala interpretación

Hace poco más de una década que el concepto “empoderamiento” es muy utilizado, fundamentalmente cuando se habla de cooperación al desarrollo o de género, también, desde el aspecto teórico se involucra la teoría de la resilencia y de las competencias.

Se define como empoderamiento al proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades; confianza, visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven. Aunque el empoderamiento es aplicable a todos los grupos vulnerables o marginados, su nacimiento y su mayor desarrollo teórico se ha dado en relación a las mujeres.

El empoderamiento sería una estrategia que propicia que las mujeres, y otros grupos marginados, incrementen su poder, esto es, que accedan al uso y control de los recursos materiales y simbólicos, ganen influencia y participen en el cambio social. Esto incluye también un proceso por el que las personas tomen conciencia de sus propios derechos, capacidades e intereses, y de cómo éstos se relacionan con los intereses de otras personas, con el fin de participar desde una posición más sólida en la toma de decisiones y estar en condiciones de influir en ellas.

La filosofía del empoderamiento tiene su origen en el enfoque de la educación popular desarrollada a partir del trabajo en los años 60 de Paulo Freire, estando ambas muy ligadas a los denominados enfoques participativos, presentes en el campo del desarrollo desde los años 70.

Desde entonces, el término “empoderamiento” ha ampliado su campo de aplicación. Por un lado, de su inicial utilización exclusivamente en los análisis de género, ha pasado a aplicarse al conjunto de colectivos vulnerables, habiendo adquirido una amplia utilización en los estudios sobre el desarrollo, el trabajo comunitario y social, o la cooperación para el desarrollo. Por otro lado, si originariamente el concepto era patrimonio de los movimientos de mujeres, después ha comenzado a ser utilizado también por las agencias de desarrollo, las Naciones Unidas, el Banco Mundial o algunos estadistas.

Este empoderamiento sin duda permite una mejora de la calidad de vida, sin embargo, para cada cual, este concepto tiene una connotación diferente, debiendo contener elementos para favorecer su desarrollo, como un conjunto de objetivos grupal; un ambiente que favorezca las relaciones, liderazgo, estructura de oportunidad para el ejercicio de los roles, etc.

Como se puede apreciar, el empoderamiento tiene fundamentalmente una dimensión individual y otra colectiva que implican un proceso, por el cual, quienes se encuentren en situaciones vulnerables puedan elevar sus niveles de confianza, autoestima y capacidad para responder a sus propias necesidades.

Finalmente, el empoderamiento debe interpretarse como la dotación de una herramienta para incrementar la capacidad individual con el fin de ser más autónomo y autosuficiente, depender menos de la provisión estatal en las políticas públicas como el empleo, así como para tener más espíritu emprendedor para la creación de negocios convirtiéndose en empleador y empujarse uno mismo en la escala social.

Apreciable lector; este tema es amplio, no debe hacerse una mala interpretación del empoderamiento, esta herramienta es benéfica para el aumento de la autoestima, gracias por todos sus comentarios.


Rector General del Centro Universitario UTEG*

joseroque@uteg.edu.mx

Hace poco más de una década que el concepto “empoderamiento” es muy utilizado, fundamentalmente cuando se habla de cooperación al desarrollo o de género, también, desde el aspecto teórico se involucra la teoría de la resilencia y de las competencias.

Se define como empoderamiento al proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades; confianza, visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven. Aunque el empoderamiento es aplicable a todos los grupos vulnerables o marginados, su nacimiento y su mayor desarrollo teórico se ha dado en relación a las mujeres.

El empoderamiento sería una estrategia que propicia que las mujeres, y otros grupos marginados, incrementen su poder, esto es, que accedan al uso y control de los recursos materiales y simbólicos, ganen influencia y participen en el cambio social. Esto incluye también un proceso por el que las personas tomen conciencia de sus propios derechos, capacidades e intereses, y de cómo éstos se relacionan con los intereses de otras personas, con el fin de participar desde una posición más sólida en la toma de decisiones y estar en condiciones de influir en ellas.

La filosofía del empoderamiento tiene su origen en el enfoque de la educación popular desarrollada a partir del trabajo en los años 60 de Paulo Freire, estando ambas muy ligadas a los denominados enfoques participativos, presentes en el campo del desarrollo desde los años 70.

Desde entonces, el término “empoderamiento” ha ampliado su campo de aplicación. Por un lado, de su inicial utilización exclusivamente en los análisis de género, ha pasado a aplicarse al conjunto de colectivos vulnerables, habiendo adquirido una amplia utilización en los estudios sobre el desarrollo, el trabajo comunitario y social, o la cooperación para el desarrollo. Por otro lado, si originariamente el concepto era patrimonio de los movimientos de mujeres, después ha comenzado a ser utilizado también por las agencias de desarrollo, las Naciones Unidas, el Banco Mundial o algunos estadistas.

Este empoderamiento sin duda permite una mejora de la calidad de vida, sin embargo, para cada cual, este concepto tiene una connotación diferente, debiendo contener elementos para favorecer su desarrollo, como un conjunto de objetivos grupal; un ambiente que favorezca las relaciones, liderazgo, estructura de oportunidad para el ejercicio de los roles, etc.

Como se puede apreciar, el empoderamiento tiene fundamentalmente una dimensión individual y otra colectiva que implican un proceso, por el cual, quienes se encuentren en situaciones vulnerables puedan elevar sus niveles de confianza, autoestima y capacidad para responder a sus propias necesidades.

Finalmente, el empoderamiento debe interpretarse como la dotación de una herramienta para incrementar la capacidad individual con el fin de ser más autónomo y autosuficiente, depender menos de la provisión estatal en las políticas públicas como el empleo, así como para tener más espíritu emprendedor para la creación de negocios convirtiéndose en empleador y empujarse uno mismo en la escala social.

Apreciable lector; este tema es amplio, no debe hacerse una mala interpretación del empoderamiento, esta herramienta es benéfica para el aumento de la autoestima, gracias por todos sus comentarios.


Rector General del Centro Universitario UTEG*

joseroque@uteg.edu.mx