Qué difícil es escribir una columna en medio del miedo, la indignación, la impotencia, el coraje y la desesperación; una semana donde no hay explicación del nivel de saña y perturbación que causa ver las imágenes de 5 jóvenes y escuchar la voz de sus familiares en medio de una realidad que sobrepasa una pesadilla y con el latente y cercano peligro que es ahora, salir y no saber si volveremos o quienes faltarán.
Cada vez es más común compartir en grupos de redes sociales una ficha de búsqueda o la alerta de alguien que aún no llega a casa y eso genera ansiedad a niveles que ya enferman a la sociedad, aunque hay historias que pueden coincidir con vínculos entre las personas que son privadas de su libertad y organizaciones delictivas, también en muchos casos son víctimas de trata de personas o reclutadas para servir a cárteles en todos sentidos.
Al paso del tiempo, cuando se trata de historias como la de los jóvenes del Call Center, así como el de Lagos de Moreno, o de los Médicos asesinados en la frontera entre Jalisco y Zacatecas por decir algunos casos, mediáticamente los informamos y después, se les da el carpetazo a los asuntos, resolviendo en la narrativa la crónica que siempre termina en muerte y dolor.
Pero no todos los desaparecidos tienen ese final ni esa historia, hay muchos que se derivan de historias que no se vuelven a compartir, la de adolescentes que salen de su casa, que viajan a escondidas de sus padres, o que aceptan retos virales, consiguiendo que sus rostros, nombres y búsquedas en redes también generen desgaste de recursos y el regreso de una psicosis colectiva que detona enojo e indignación en todo sentido. Horas más tarde, sólo somos notificados que los adolescentes fueron encontrados con bien sin más detalle. Creo que es necesario conocer la realidad de esos casos, y darle seguimiento a aquella ley que castigaba esas “fugas” o participaciones en retos y no caer en lo que muchas veces se convierte en el símil del cuento de Pepito y el Lobo.
Lo que se me hace aún más grave es que en un municipio como Lagos de Moreno, donde se cuentan expedientes con más de 400 personas en calidad de desaparecidas, el caso más reciente de los 5 jóvenes tuvo que ser auxiliado con más elementos de la fiscalía del estado de Jalisco, personal que “apoyaba” las labores de búsqueda. Entonces: ¿sirven de algo los elementos asignados ahí, o sólo están de adorno?
Más aún, la cobertura informativa que se ha hecho en torno a esta historia ha quedado una vez más en evidencia de la falta de garantías para los compañeros reporteros que se han trasladado a la zona. Ayer en un enlace con el noticiero de Joaquín López Dóriga para su noticiero en Radio Fórmula, el enviado especial Héctor Herrera y su camarógrafo, así como otros representantes de medios, estuvieron acechados por los llamados “Halcones” jóvenes en motoneta que los vigilaban y los intimidaban; no había ningún policía en las zonas que el propio gobierno de Jalisco había señalado como propiedades incautadas para la investigación, no hay seguridad y ello provoca que incluso no existan garantías de integridad para cubrir e informar lo que sucede con libertad y protección.
El gobernador Enrique Alfaro en un discurso dijo que no se doblegará ante grupos delincuenciales que le han robado la paz al estado, pero que justo es en la adversidad, dijo que se demuestra de lo que uno está hecho… pero queda claro que si no hay protección en las calles difícilmente se contará con una estrategia para esto que es demencial y fuera de toda realidad.
En el video que se hizo viral donde un joven de los señalados en el caso de Lagos de Moreno da muerte a otro, es evidente que no está en sus sentidos, el nivel de violencia es indescriptible y el mensaje que esas imágenes tienen para una sociedad donde también desde el gobierno federal no se tiene una estrategia y un discurso, es más no se oye o no se quiere oír.
La tragedia se normaliza cuando vienen distractores, aspirinas o eventos que distraen una realidad que toca cada vez más cerca, la bendición ya no es suficiente para el acompañamiento del día a día, ahora es agradecer en cada momento permanecer con los nuestros aquí y ahora.
Célebre esa frase de: ahora quién podrá defendernos.